"Sufría tanto en los palcos, que en Sevilla el médico me dio sin querer dos veces las pastillas para los nervios y me quedé como un zombi"
Carlos Suárez desgrana su salida del Valladolid: "Ronaldo ya sabía hacer todo. ¿Vender? Dice que quiere quedarse y dejar un legado".

En la primera parte de esta entrevista, Carlos Suárez (León, 55 años) despejó de un plumazo dos rumores que siempre le han acompañado en los últimos años. Por un lado, descartó sus opciones para intentar presidir en el futuro LaLiga. Y, por otro, desveló que sí hay opciones de verlo pelear pronto por el sillón de la Federación, una institución que conoce bien al haber estado muchos años en su Junta. Aclarado el panorama, y para que el lector pueda conocer más a un deportista que viene del mundo de la canasta, aquí resume su historia y la relación que ha tenido con el fútbol, desde el Superdépor a Ronaldo.
En el primer tramo de esta charla hablamos de sus opciones de regresar al fútbol. Y antes de seguir quería aclarar una curiosidad: usted entró en contacto con el fútbol a través del Dépor. ¿Puede explicar esa carambola?
El Deportivo era el equipo de mi suegro. Yo el fútbol lo veía de vez en cuando en la tele, siempre con amigos, y no era un deporte que me apasionara. Todo el mundo dice 'he jugado al fútbol' y yo siempre digo que no jugaba ni en el recreo. El Deportivo fue espectacular, con Lendoiro haciendo las cosas súper bien, y en el primer ascenso iba a Riazor con mi suegro y con parte de la familia que tengo allí. Todo el mundo quería a ese equipo de alguna manera. Además, mi padre es el padrino de uno de los hijos de Rodolfo Rábade, que era un histórico jugador de allí. Se juntó todo y de ahí viene.
Es de León, vivió en Barcelona y en Ourense, entre otras ciudades, y casi siempre ha residido en Madrid con la familia. ¿Cómo llega entonces a Valladolid?
Años después de lo que contaba, y por circunstancias en la empresa en la que yo trabajaba de comercio exterior tras haber estado antes en la banca. Ahí tuve un jefe que era uno de los accionistas del Real Valladolid. Él me propuso, junto con otra persona que seguro sigue viéndolo todo desde arriba -Enrique Larragán, padre de Borja, con el que yo había jugado en el Real Madrid-, la posibilidad de hacer una auditoría en el Real Valladolid para decirles cómo veía la viabilidad del club y luego marcharme. A partir de ahí empezamos, y mientras buscaban a alguien para que lo llevara, pues pasaron unos meses, otros meses, otros meses más. Así 10 años, hasta que compré las acciones y pasaron otros ocho y lo vendimos. Una cosa que era para tres meses, porque en agosto me iba de vacaciones a La Coruña, se convirtió en casi 19 años y 20 temporadas.
Cuando llega allí, ¿alquila o compra una casa o se va un hotel al ser algo provisional?
Desde el 11 de mayo hasta acabar julio, que es cuando me iba a ir, en un hotel, claro. A partir de septiembre, que la cosa continuaba, pues ya cogí una casa de alquiler, aunque subía y bajaba de Madrid -donde vivo- a Valladolid todos los días. Hasta que una vez, por el cansancio, me quedé medio dormido y decidí quedarme. También para evitar gastos, porque la situación económica no era la más boyante en ese momento. Y luego ya tuve mi casa, que cambié algunas veces por manías o supersticiones.

¿Cómo?
Sí, sí. Estuve encantado de la vida, pero si las cosas iban bien, pues vale, pero cuando se empezaban a torcer me cambiaba de casa por si me traía mala suerte.
¿En qué momento piensa en la compra del club y quién le animó a dar el paso?
Entré desde el principio como vicepresidente ejecutivo porque, para poder manejar el club y tener poderes, había un momento de tensión entre grupos accionariales y tenía que ser así hasta el primer consejo que se pudo realizar. Había que convocar una junta general y se pidió al juez por parte de unos accionistas. Otros no querían hacerla. A partir de principios de septiembre ya fui presidente.
Nacho Lewin, el mítico presentador de 'El Día Después' en los 90, era el anterior mandamás. ¿Cómo fue esa relación con él y el traspaso de poderes?
No tuvimos, apenas, relación. Los accionistas mayoritarios, por la mediación de Enrique Larragán, aceptaron que yo pudiera llevarlo. Se unieron las dos partes accionariales y la junta lo aprobó. Él no vino ese día, creo. Le he visto un par de veces y siempre tenía un trato agradable.
Dígame una cosa buena que heredó y algún marrón que le dejaran.
Buena: la gente, los empleados y mis compañeros. Son mi familia, porque todos tiraban hacia el mismo sentido y tenían las cosas muy claras con el compromiso y el sentimiento que tienen por esa casa, por ese escudo y por esa ciudad. Los jugadores en aquel momento eran mayores que yo. Piense que tenía 33 años recién cumplidos y ahí estaban Onésimo o Caminero, jugadores que han estado en Mundiales, que han ganado Ligas, que han ganado Copas. Tú los habías visto en la tele y, la verdad, te impresionaba un poco. Y esa gente también tiraba del carro, tuvieron una paciencia infinita y ayudaron un montón. No es lo mismo que en el vestuario llegue alguien que no conocen y que no saben de qué palo va a salir y te den un voto o no de confianza. Y ellos me lo dieron para ver si salíamos adelante. ¿Los marrones? El primero era que ya, nada más entrar, debíamos seis meses de nómina a todo el mundo. A partir de ahí, lo que quiera.

Siendo tan joven, cuando alguien entra a un vestuario y tiene que dirigirse a ese tipo de futbolistas o dirigentes, ¿se tensaba y se tenía que preparar mucho el discurso?
No, hombre, yo ya he estado en un vestuario con Fernando Martín, Antonio Martín, con Fernando Romay, con Juanito Corbalán, Juanma Iturriaga, Chechu [Biriukov]... Ostras, gente que era la leche. Los ves desde fuera y te da la sensación de que son inaccesibles y se deben creer algo. Y cuando conoces a ese tipo de gente, ves que son la cosa más sencilla del mundo. Entonces piensas 'no puede ser muy distinto en el fútbol'. Y eso fue lo que me encontré y me resultó fácil, por haber sido deportista y porque, además, todos teníamos la cosa muy clara. Yo quería pelear por sacar ese proyecto adelante hasta que, entonces, encontraran a alguien. Y ellos, cualquier persona que vieran que tenía ganas de trabajar, les valía. La situación era muy complicada, tuvieron hasta que aplazar fichas. Hubo gente que aceptó ser traspasada, aunque luego le salió mucho mejor, como a García Calvo, que iba a ir para un sitio y luego cambió para otro muchísimo mejor. Estaban todos con el ánimo de ayudar y eso te facilita las cosas infinito.
"Una cosa que era para tres meses se convirtió en casi 19 años y 20 temporadas. ¿Marrones heredados? El primero era que ya, nada más entrar, debíamos seis meses de nómina a todo el mundo"
Para hacerse cargo de un club, además de arrojo, hay que tener un buen colchón económico o un buen respaldo familiar. ¿Cuál era su caso?
Cuando llegué no tenía nada de eso. Era un empleado y estuve durante prácticamente 10 años y pico así. Luego lo que fui es, no sé si valiente, osado, temerario, pero me tiré a la piscina porque se había convertido en mi vida, en mi casa, en una forma de ir creciendo, de ir aprendiendo muchísimas cosas. Luego sí me echaron alguna mano, pero no era por un respaldo económico familiar. Tuvimos que hipotecar varias veces la casa, y luego ir financiándonos como pudimos, hasta que en un momento puntual, en agosto de 2018, vendimos.
Tuvo 20 entrenadores en 20 años, pero salvo Mendilibar y Sergio González muchos de ellos le duraron más bien poco. ¿Qué le hacía perder la fe más allá de los resultados?
Realmente las decisiones las tomaban o venían propuestas por el director deportivo. La única que quizá pude participar un poco más, a lo mejor fue la Fernando Vázquez, porque íbamos en caída libre y no le veías con la implicación. Y probablemente alguien más que no viene al caso y prefiero no hablar. Con el resto, pese a haber visto a lo mejor 2.000 partidos después en esos años, y te crees que has aprendido algo, lo que tienes que hacer es confiar en la gente que tienes alrededor. Si tú no te fías de ellos, lo mejor es quitar al director deportivo, no al entrenador. Unas veces salieron bien y otras salieron mal. Es verdad que hubo dos o tres años que hubo tres cambios de entrenador, pero al principio estuvimos muy estables con Moré y siempre piensas, 'oye ¿por qué hay que cesar a los entrenadores? Lo ves más como en el baloncesto. Es lo injusto del fútbol, la cuerda siempre se rompe por el sitio más flojo.
Más allá de los resultados, ¿con quién de todos los entrenadores tuvo una sintonía especial?
Probablemente no, seguro que con Mendi [José Luis Mendilibar]. Es un tipo que adoro. Y luego Sergio González nos dio la vida. Apostó a ciegas, vino a comer a Madrid un día, se volvió a coger el avión para Barcelona, cargó cuatro cosas y con el coche, esa misma noche, viajando de madrugada, se fue para Valladolid. Tuvo clarísimo que podía cambiar las cosas. Y mira si las cambió. Son gente algo más especial, porque además son con quienes hemos vivido los ascensos y hubo más continuidad. Djuka (por Miroslav Djukic) lo hizo fenomenal y es un tipo cariñosísimo y tenemos una relación muy buena, pero no se quedó tanto tiempo. Le surgió la oportunidad del Valencia y se fue. En los otros dos casos [Mendilibar y Sergio], en uno tomamos la decisión de que no debía continuar, aunque él llegó un momento que también dijo 'no sé si voy a ser capaz de sacarlo', porque siempre ha sido muy franco. Y en el otro yo ya no estaba cuando dejó de ser entrenador de Valladolid, no sé los motivos.
¿En su estilo como presidente hubo una variación con el paso de los años? No sé si al principio se calentaba como Jesús Gil y luego fue virando un poco más al estilo Florentino...
Noooo. Da pena y es injusto lo que digo. He dicho antes tres nombres, pero todos me enseñaron y aportaron algo. Había gente, como Antonio López, que estudiaba todo, tenía esa política de haber estado con Rafa Benítez, y era una pena: un tío que trabaja tantísimo y las cosas no salen. A Gaizka [Garitano], en la jornada 9, hubo que destituirle porque todo el mundo esperaba que estuviéramos ya líderes destacadísimos. ¿Qué les ibas a decir? ¿Engañarles? Si es que ya saben cuál es su profesión y el riesgo que tiene. Éramos un equipo con muchas limitaciones económicas y hemos tenido grandes jugadores como Joseba Llorente, Javi Guerra, Caminero, etc. que han sido vendidos porque el Real Valladolid era una plataforma.
"Guardo un cariño especial a 'Mendi' y a Sergio. Éste apostó a ciegas. Tuvo clarísimo que podía cambiar las cosas. Y mira si las cambió"
¿En qué sentido?
Por estar muy cerca de Madrid. Cuando los scoutings venían a Madrid a ver los partidos de por aquí, pensaban '¿cuál es el sitio más cerca?'. Tenías un AVE que tardabas 50 minutos, que se come de locos y que la gente es alucinante. Entonces muchos iban a Valladolid a vernos. Si te pones a pensar jugadores que hemos tenido y dónde han salido vendidos... Era una plataforma bestial. Se lo he recomendado siempre a los futbolistas. Y ahora a alguno que me pregunta, le digo lo mismo: 'Fichad allí'. Si es que el movimiento se demuestra andando. Mira a los que han trabajado y los que han luchado, dónde han ido. Y eso, con todo el respeto a mis demás compañeros, no lo tienen muchos otros clubes.
¿La peor experiencia a la hora de fichar a un futbolista o a un entrenador?
No debo decirlo porque no está entre nosotros ya, con lo cual... Alguna experiencia mala con algún jugador sí he tenido. Incluso han hecho entrevistas hablando cosas reguleras, pero bueno, luego ya cuando mandas un mensaje al periodista que le ha hecho la entrevista y le dices 'pues mira lo que me decía a mí'. Todo el mundo tiene pataletas. Al final intentamos volcar nuestros fracasos contra alguien, pero es que si entro en el mismo juego que ellos… Es una pena. Piense que en 20 años habremos tenido más de 300 jugadores. Hombre, no te van a salir todos bien. Hasta el mejor escribano echa algún borrón y no voy a ser yo distinto, que encima era un tío muy normal.
Las historias del mercado siempre dejan anécdotas inolvidables con los fax que no funcionan, revisiones médicas raras, presentaciones random... ¿Puede contar alguna historieta especial que ya haya prescrito?
El problema es que además han sido públicas. Hubo dos veces que no entraba el fax o no conseguíamos enviarlo, llegó el contrato y deprisa y corriendo tienes que firmarlo. Nos pasó en una operación con Pacheco y el Liverpool, que hizo un año espectacular y lo llevaba Bahía. Y nos pasó con un jugador de Las Palmas, que luego cambió de opinión y se piró y nos dejó allí empantanados cuando él ya estaba volando… Allí era una hora menos y ya habían dado el OK, entonces el avión salió tarde desde Alicante y, cuando llegó y ya nos habían pasado el contrato firmado, lo rectificaron y no se dio por válido... Nos ha pasado de todo. La única ventaja es que no escondíamos nada y cuando nos marcábamos alguna cagada se acababa enterando hasta el apuntador.
¿Cuál es la cláusula o petición más surrealista que ha visto en un contrato?
Hubo un futbolista que incluyó que había que pagarle la lavandería. Como se lo digo.
"¿Anécdotas en tantos años? Muchísimas. Dos veces no nos funcionó el fax el último día de mercado. Y hubo un futbolista que incluyó en su contrato que había que pagarle la lavandería. Como se lo digo"
Hay nombres peculiares en su lista de entrenadores y quería preguntarle una curiosidad: ¿quién le recomienda y cómo es trabajar con Clemente?
No me recomienda nadie a Javi. La relación es maravillosa, es un tipo que me encanta. Él es de Baracaldo y mi padre de Bilbao, y tienen caracteres parecidos. Los de Baracaldo son más brutitos, pero en aquel momento necesitábamos un tipo así. Un tipo que se dejara de historias. Era un tema de moral, fue un entrenador como la copa de un pino. Y le faltó un pelo. Si esa que coge, por un gol chorra al final de Juanito, que luego encima fue jugador nuestro y nos descendió con el Atlético de Madrid... Es que acabábamos con el Barça, teníamos un final de calendario... Nos faltó un punto, y lo que pasa siempre: los equipos de abajo cuando se han salvado las últimas jornadas no quieren lesionarse, el esfuerzo nunca es el mismo, y es absolutamente humano. Si hubiera estado todo más apretado como otras temporadas, a lo mejor hasta nos hubiéramos salvado. Esas cosas pasan.
¿Notó cómo el comportamiento de los futbolistas en esas últimas jornadas fue mejorando con el paso de los años hasta el punto de que hoy se ha dejado casi de hablar de amaños?
El comportamiento de los jugadores de los equipos de abajo, que por supuesto siempre quieren ganar, lo doy por descontado. Pero cuando alguien ha hecho un temporadón y le quedan tres partidos y se ha salvado, no tiene ganas de lesionarse. Jugarían al fútbol hasta dormidos. No he encontrado nunca un jugador que no disfrute con su profesión y que no tenga ganas, pero no es lo mismo. Y eso no sé si ha cambiado mucho. Lo que sí es verdad es que por lo menos ya no hay sospechas, ni hay comentarios de que haya habido amaños, ni historias. Eso ha desaparecido por completo y me alegro mucho por ello, porque tenía que cambiar, porque aunque no fuera cierto daba muy mala imagen y siempre quedaba eso.
¿De qué está más orgulloso de su paso por el club?
Pues creo que cogimos un Valladolid en una situación muy mala y entregamos un club en una situación fenomenal, que fue lo que habíamos dicho cuando entrábamos, lo que queríamos conseguir.
¿Qué no volvería a repetir de todo lo que hizo?
¿Cuánto tiempo tenemos..?
[Risas]
Hay muchas cosas que las ves después. A veces tomas decisiones que en ese momento crees que son justas. Siempre he aplicado lo de decisión tomada, decisión acertada. Con el tiempo, no solo desde que ha ocurrido, sino con el paso de los años, ves las cosas un poco diferentes. Los últimos jugadores que fichábamos tenían la edad de mis hijos. Cuando yo empezaba, había jugadores que eran de mi edad, no les puedes tratar igual. Hubiera cambiado muchas cosas, pero no sé qué. Tomamos algunas decisiones injustas. Por contra, tomé otras buenas decisiones sin querer.
Como por ejemplo...
Que mi amigo Borja Fernández volviera dos veces al Valladolid. A pesar de que era y es íntimo amigo mío, no lo quería traer. Yo le decía: 'Pero abuelo, ¿adónde vas? Si tú no estás para jugar'. Y 42 partidos jugó el último año que ascendimos. De esas te alegras. Si no hubiera tomado esa decisión que no quería tomar, que en cierto modo me obligaron, porque las decisiones las tomaba la dirección deportiva, no hubieran salido. Igual que te digo la de éste, probablemente hubo otras que fueron injustas.
¿Para un presidente hay algún problema mayor que un concurso de acreedores?
Depende de qué concurso y de por qué lo hayas hecho. Nada más comprar el club tomamos esa decisión. Si tú no puedes pensar y no tienes tiempo, porque estás siempre apagando incendios, no puedes gestionar. Te da una tranquilidad espectacular, porque las cosas se paran en ese momento, y entonces se ve realmente si puede ser viable y cómo se puede ser viable. Y luego también depende con quién te encuentres y quién te toque. Yo tuve a dos personas, Juan y Ricardo [por el abogado Juan Barco y el economista Ricardo Nieto, los administradores concursales], a las que le estaré agradecido toda la vida, porque siendo lo difícil que es su trabajo, fueron muy duros, pero tenían un sentimiento por el club importante. Siguen siendo socios. Y eso ayuda mucho porque, cuando se van a su casa después de haberte dado hasta en el cielo de la boca, son del Pucela. Y luego también nos encontramos con un juez que le gustaba mucho el fútbol y que no miraba las cosas sin interés. El concurso no fue lo más duro de todo lo que vivimos. Al revés, fue lo que nos dio la vida, de verdad.

Hablando un poco de esas angustias: recuerdo un Betis-Valladolid en 2009, donde logran la salvación, en el que compareció al final ante el micrófono de Mónica Marchante y estaba agonizando, hasta sudando. ¿Tanto se sufre?
[Resopla, como si reviviera aquel momento].Mira, tenía tal ataque de nervios, porque lo pasaba tan mal en los partidos que el médico me daba Sumial para que no me acelerara con los nervios, porque claro, el desconocimiento... A mí me podías dar el balón cuando yo jugaba a falta de dos segundos, que me la tiraba sin ningún problema, y decía 'esta la meto seguro'. Pero con el fútbol, como no puedes estar ahí, no puedes hacer nada. Sufría bastante y lo pasaba mal porque todo lo veía en números. A mí no era el número de ganar 1-0 o 2-0. Era, como perdamos, me quedan tantos partidos. Y lo pasaba muy mal. Entonces el médico me dio mis pastillas antes de salir del hotel, y me las tomé para estar relajado y tranquilo. Y cuando llegamos al campo, todos estábamos con muchísimos nervios, ellos también, y me volvió a dar las pastillas otra vez [sin querer], con lo cual, es que estaba zombi.
¿Qué me dice?
Era una cosa que yo no sabía ni dónde estaba, si estaba en el campo, yo lo veía y decía '¡ah, qué curioso!'. Y luego, además, en aquel momento de las supersticiones, habíamos tenido una racha muy buena que parecía que nos íbamos a salvar, estábamos a treinta y pico grados, y yo por supuesto con mi abrigo y la bufanda de la suerte. Con lo cuál, es que además tenía un calor… ¿Cómo no iba a estar sudando con el calor que hacía en Sevilla? Y yo con mi abrigo y mi bufanda. Lo raro es que no me diera una lipotimia. También fue todo seguido, con ese lío que se montó: tiraron una lata que iba contra el presidente del Betis, pero le dio a Rafa González Aller en la nariz y le hizo un corte. Yo pensaba: 'Si encima vamos a salir calentitos de aquí'. Cuando estaba con Mónica, iba pasando gente por allí, corriendo, la policía bajaba, querían asaltar el palco, y yo lo único que decía era 'joder, qué fuerte, vaya lío se está montando'. Técnicamente estábamos ya súper salvados, tenía que darse una debacle para no lograrlo. Fue la pera.
Después, en 2011, siendo ya el máximo accionista, sufrió una crisis de ansiedad en un Valladolid-Granada y no pudo ver la segunda mitad. ¿El fútbol perjudica seriamente la salud?
Buff. Fue un año, como bien saben, muy complicado. Hubo cosas que luego han acabado en la justicia, y se juntó todo. Era la impotencia de decir, mi gente ha trabajado de maravilla, éramos el presupuesto más bajo... ¿Por qué esto? Porque todo eso que al final se ha demostrado, qué pasó, y ahí se juntó todo, ya veías el partido mal. Y luego encima nos gana el Granada [2-3 en Zorrilla], cuando la única posibilidad que teníamos era vencer nosotros y esperar un milagro que sabíamos que no se iba a producir, porque sabíamos lo que había pasado... Pero cuando tienes tantos datos, que luego han acabado en la Audiencia y ha habido sentencias muy duras, ese día fue especial, porque decías 'no es justo'. Me dio una crisis de ansiedad tremenda, porque lo veía y decía 'pobre gente, pobre yo, que era el propietario y la situación se me complicaba, y pobre toda la gente que de verdad había trabajado, mis compañeros y los jugadores, el cuerpo técnico...'.
¿En algún palco has estado especialmente cómodo e incómodo?
Bueno, incómodo estuve una vez, muy incómodo, con mi amigo Maheta Molango. A pesar de que teníamos una buena relación, le podía el tema del fútbol. Yo decía 'ostras'. Me lio una que ahora nos acordamos y nos da la risa, pero bueno... De hecho, me fui del palco.
¿Qué pasó?
Pues que estaba él con los nervios, era el CEO del Mallorca, y como lo vivía tanto... Entonces parecía que estábamos en la grada de general o en la grada Marathón del Dépor. Era tremendo. Y entonces le dije 'mira, estate tranquilo'. Luego vino y se disculpó. No puedes aguantar esas cosas. Me bajé al vestuario y estuve ahí abajo. Es una anécdota graciosa. Me sentí un poco mal, y Maheta lo sabe. En todos los demás palcos, muy bien. En algunos mucho, mucho, porque tengo grandes amigos, pero el trato que te han dado siempre en los palcos, que nos damos, es sensacional y maravilloso.
¿En esas zonas vips ha podido comprobar que, como dice la leyenda, se hacen negocios?
Vamos a ver: si es con algo de jugadores, y que sea del propio trabajo y del propio club, sí. Muchas. Y las he hecho yo mismo. Hemos aprovechado para hablar cosas. Si se hacen negocios fuera de lo que es el ámbito del fútbol, yo no lo he visto, y tampoco sé si es como para eso. Entre gente que hayamos invitado, y que hayan estado en nuestros palcos, que pueden tener intereses comunes, y que hayan aprovechado para hacer cosas, pues probablemente. Al final, hay palcos en los que entras y, aunque tú eras el presidente del equipo, dices, 'pero este es no sé quién y este es no sé cuántos'. Hay palcos muy importantes, el del Atleti, el Barça, el Villarreal, el Real Madrid por supuestísimo, el Sevilla… Pero de la gente que hemos estado dentro del fútbol, imposible, no me lo creo. No tienes tiempo. Los nervios, la situación, el estar pendiente..., seguro que no.
¿Durante un partido le da tiempo a estar centrado en el fútbol, a entenderlo bien, incluso a disfrutarlo, o un presidente está en esos momentos con sus preocupaciones?
Estás más pensando en eso. Sí, eso era el 90% del tiempo. Y más en un equipo como el nuestro. Siempre estás pensando 'este partido lo perdemos, ya verás'. Y 'el lunes nos va a caer la del pulpo, y luego el martes hay que pagar no sé qué, y el siguiente partido va a ser el de menos ingresos porque no lo estamos haciendo bien...'. Sí tuvimos un año que fue estupendo, que nos salvamos cuatro o cinco jornadas antes del final. Y esas sí las disfruté, igual que cuando ascendimos ocho jornadas antes del final. Que nos han batido el récord de puntos, porque claro, estar ocho jornadas de fiesta, y esa vez con una autorización del club… Podríamos haber destrozado el registro de puntos de Segunda. Pero lo que no creo que lo consiga nadie nunca es ascender ocho semanas antes matemáticamente.
¿Qué futbolista de los suyos le ha hecho disfrutar más?
Un montón. Cami [Caminero] cuando le daba por jugar al fútbol. No es que no quisiera, es que cuando le salían los partidos era súper bueno. Hemos tenido a Ricardo, que la sacaba de todos sitios. Sergio Asenjo, tremendo. Teníamos a un jugador que era completamente distinto, que era Haris Benduyanin, que tenía una calidad de locos. Abel, que no había triunfado, lo veías entrenar y decías '¿cómo este chico no puede triunfar?'. Muchos, muchos, es que he tenido gente muy buena, dentro de nuestro nivel, pero hemos tenido grandísimos jugadores.
¿Y un rival que haya visto y le haya hasta emocionado verlo pese a fastidiarle?
Cualquiera de los del Madrid. Raúl nos mataba. Y el problema es que no te podías ni enfadar con él, porque como es un tipo tan simpático, tan cariñoso y tan normal. Los del Barça. Es que en aquel momento nosotros llegamos a tener a Guardiola, con Xavi, con Iniesta, y pensabas 'pero bueno, ¿y estos tíos?'. Al final llegaba un momento en que decías 'bueno, pues ahora intenta disfrutar lo máximo posible, estás aquí, con mucho mérito, estás en Primera, en el Bernabéu, en el Camp Nou'.
Su salida del Valladolid, ¿fue tal y como soñó o hubiera sido mejor aún?
Probablemente me hubiera gustado quedarme un poco más de tiempo, que era lo que en principio habíamos hablado, pero se produjo como se tenía que producir. Y bien, estuve dos años de presidente de honor, y la verdad que no, era de las varias posibilidades que había, hicimos una operación buena y llegó un momento en que Ronaldo ya sabía hacer perfectamente todo, había cogido un poco el movimiento y probablemente yo ya no le podía aportar muchísimo más, no tengo queja ninguna.
¿Pero seguía enterándose de las cosas del club o lo suyo ya era un puesto un poco más casi de adorno?
Estaba de consejero en ese momento y tenía mucha relación con muchos clubes. Ronaldo tiene otros negocios, tenía otras cosas que atender, no podía estar siempre, y era un cargo más de representación por los años que había estado. Pero todos esos cargos siempre son un poco florero. Pero bueno, al final era mi casa, y sustituías en momentos puntuales, en los palcos y en los sitios, a Ronaldo. Con lo cual, encantado de la vida.
Tras la venta de sus acciones a Ronaldo se quedó como consejero delegado y más tarde le nombraron presidente de honor, pero duró poco, salió y eso sí sorprendió. ¿Ese cargo no es como en el Real Madrid, hasta que uno fallece?
No. Yo tenía una presidencia de honor remunerada, hicimos un contrato de dos años, y luego me imagino que un presidente de honor, al final, si no va a estar más metido en según qué cosas, pues tiene poco sentido, y debió ser la decisión que tomaron. No le pongo pega ninguna.
¿Sigue teniendo trato con Ronaldo o lo suyo con él fue sólo una relación momentánea de conveniencia?
Poco, porque la verdad es que en estos años desde que me fui, ésta es la primera entrevista que hago. Bueno, excepto hablar con mi amigo Ortega, que me tiene que felicitar por mi cumpleaños, porque si no mi vida no sería lo mismo, es como mi regalo y lo va hacer hasta que ya le digan 'pero ¿quién carajo es este tío al que llama éste ahora en la radio?'. Pero no lo he hecho antes. He estado desvinculado, viendo algo de fútbol, evidentemente siguiendo al Valladolid, porque no puede ser de otra forma, pero he estado desvinculado, desconectando, cogiendo fuerzas y cargando pilas.
A Ronaldo se le conoció como 'El Fenómeno' como futbolista. ¿Lo era también como dirigente o cree que va a llegar a serlo por cómo le ha visto funcionar?
Hombre, por alguno de los jugadores que se han traído... que ve el fútbol, lo tengo claro. Y lo dije en su momento. Desde que salí, no sé cómo ha sido su devenir, porque me quise desvincular y no he tenido mucha relación y tiene mucha gente alrededor. Lleva dos clubes, ahora está en Cruzeiro y le fue bien al inicio, y ahora creo que sigue más o menos bien, aunque Cruzeiro, como no es cosa mía, no lo sigo. Seguro que tendrá cosas buenísimas, segurísimo.
Relevo publicó que, si no hubiera descendido, Ronaldo seguramente hubiera vendido el Valladolid por 80 millones porque había un par de ofertas y tenía el acuerdo listo. ¿Ésa es la tendencia lógica, vender?
Él dice que lo que quiere es quedarse y quiere hacer un legado. Y yo no tengo por qué ponerlo en duda. No sé si tuvo ofertas o las dejó de haber, el fútbol es muy cambiante y a todo el mundo le puede hacer cambiar de opinión una buena oferta. Pero yo, cuando le he escuchado hablar de ese tema, le he visto muy firme y con las cosas muy claras, con lo cual no tiene necesidad ninguna de engañar.
La última de Ronaldo, que llevamos más de una hora hablando, nosotros tenemos que hacer un periódico y usted tendrá que vender por ahí champán y caviar... Parece que el brasileño no se casa con nadie: hace nada despidió a su amigo Julio Baptista. ¿Qué le pareció la decisión adoptada?
Yo tuve esa misma experiencia con alguien mucho más cercano que un íntimo amigo.
¿Con quién?
Un hermano mío. Son decisiones que hay que tomar. Yo lo hice por circunstancias, porque no se podía hacer y no podían trabajar para nosotros. En este caso es lo mismo. Entiendo que Julio, que mira que es un tipo extraordinario, que no me extraña que sea muy amigo de Ronaldo, probablemente se equivocó [criticó al club por la dificultad para hacer sus alineaciones en el filial y se desahogo: "Hay una orden de que hay futbolistas que tienen que jugar"]. Si eso es lo que piensas, a quien se lo debes decir es a él, y las cosas que más duelen son cuando alguien muy cercano te puede crear un incendio. Entiendo la decisión empresarial, y como presidente la tenía que tomar. No sé si estará más o menos dolido, lo habrán hablado seguro, porque me consta que Ronaldo le quiere mucho, pero es una situación que no le quedaba otra que tomar esa decisión. Es duro, porque tienes que tomarla, no te queda otra.
"Probablemente me hubiera gustado quedarme un poco más de tiempo, pero no tengo queja ninguna. Al final mi cargo era más de representación por los años que había estado y siempre es un poco florero"
Una curiosidad, que no quiero acabar la entrevista con esta duda: ¿ha vuelto a cenar en Navidad con ese hermano al que despidió?
Sí, sí, claro. [Se ríe]. La situación fue muy dura. Es que aquí el nepotismo no cabe de ninguna manera. Son decisiones empresariales. Y cuando no tienes... Es verdad que el trabajo que hacían en el Valladolid, en una empresa donde él estaba, fue estupendo, pero no había dinero. Y hay que recortar de todos sitios. Y lo primero que había que recortar era de ahí. Entiendo lo que ha hecho Ronaldo. Y seguramente, que tras tomar esa decisión, esa noche durmió poquito. Sé lo que es.