OPINIÓN

Florentino, que no pase otra vez lo de Modric

Modric, después de clasificarse para semifinales. /EFE
Modric, después de clasificarse para semifinales. EFE

Cuando me dicen que sea valiente, que la vida es un juego, yo siempre respondo lo mismo: "Es un juego, sí, pero del calamar". Se me caen de los bolsillos todos los motivos para pensar eso. Aquí, solo puede quedar uno. Somos pequeños Super Marios, regateando día tras día facturas, evitando trampas y saltando para agarrar una seta que nos inyecte un extra de ilusión megavitaminada mientras el entorno se va agrietando y yéndose por el hueco de la tubería. El cine se está quedando sin clásicos; Cuéntame como pasó ya ha pasado; los helados Almendrados se miran con recelo; Serrat está en plena gira de despedida y en el Mundial sólo puede haber un ganador. O no. Ahí aparece siempre Luka Modric para que me cuestione las cosas. En Catar, una selección levantará el trofeo pero él ya ha campeonado. Vencer constantemente al ocaso merece un título.

Ves a Modric y no echas de menos nadie. Ese estado de plenitud es una forma de decir que en el fútbol no necesitas nada más porque lo tienes todo. Gusta su interior y enamora su exterior. Contra Brasil, de nuevo en la prórroga, otra vez en los penaltis, salió con el puño en alto después de otro partido memorable. Y de repente temes que el Real Madrid vuelva a cometer el error de la pasada temporada y procrastine la renovación del croata más brasileño de la historia. Florentino aplazó las negociaciones con el jugador a que pasara la eliminatoria de Champions contra el Chelsea. Modric, como hombre comprometido con el club, aceptó los plazos marcados y la propuesta de firmar sólo por un año, aunque le hubiera gustado que la oferta formal llegara mucho antes. Florentino, desde esta humilde ventana le lanzo una plegaria: que no ocurra lo mismo y renuévele ya. Sus 37 años son los nuevos 27 y los últimos años son dignos de estudio. Solo por su profesionalidad lo merece. Pero Modric es más.

En tiempos de ruido y vanidad es muy difícil encontrar personas simples. No aludo al lado peyorativo de la simplicidad, sino al valor del concepto. Sencillez. Pureza. Modric pertenece a este género. El croata vive sin estridencias ni populismos, con naturalidad y solidaridad. Vive, por tanto, como juega. Si un servidor tuviera la fortuna de ser Florentino Pérez, le haría un contrato perpetuo, que le ligara de por vida al Real Madrid. Eso no implicaría la obligación de jugar hasta los 89 años (aunque quién sabe). Sería un trato en el que cuando él, y solo él, decida retirarse, continuaría entrenándose y ocupando su asiento en el vestuario del blanco. Como un chamán. Es el padre que los niños necesitan (Vinicius, Rodrygo, Valverde, Camavinga...) y el abuelo al que recurrir en busca de experiencia y mesura.

Así que presidente, como ese mendigo del que hablaba Eduardo Galeano que iba por los estadios, sombrero en mano, suplicando una linda jugadita por amor de Dios, un servidor implora un año más para Modric. Al menos un añito más, por amor de Dios. Perdone el atrevimiento. Soy consciente de que esto tendrá que acabar algún día, porque todo es eterno mientras dura, y me angustio al pensarlo. Aún no estoy preparado para afrontar su despedida y, mucho menos, que coincida con una posible marcha de Toni Kroos. Renueve a uno y convenza al otro. En este asunto también se me caen de los bolsillos los motivos para reclamar.