El Rayo piratea a un Barça insulso

El Barça venía de la literatura y el romanticismo de Sant Jordi y se encontró con los piratas de Andoni Iraola. Los culés se volvieron a dejar llevar. O volvieron a demostrar que le quedan teclas por tocar en una temporada que se le está haciendo demasiado larga. El Rayo le volvió a ganar el pulso a los blaugrana. Y no todo fue cuestión de garra e intensidad.

Iraola dio otro golpe sobre el tablero. Rebajó a las estrellas blaugranas a peones, igualó el partido en la pizarra. Golpeó primero Camello, con un pase de gol a Álvaro García. Y ante la falta de respuesta culé, repitió con Fran García. Sólo Lewandowski, que se reencontró con el gol, logró maquillar un resultado justo. El Barça sigue sin cerrar LaLiga. Y el Rayo, un año más, es de Primera.

El Barça lleva tiempo sin justificar con el fútbol la comodísima ventaja que lleva en la clasificación. Es el único culpable de que la temporada tome tintes de infinito. En Vallecas volvió a enrocarse con el balón. Iraola le tendió una trampa a Araujo colocándole a Trejo cerca pero dejándole libertad para conducir y los catalanes picaron.

Araujo responde mejor ante la presión rival que ante la tranquilidad que le suponen los aclarados del rival. Ahí es cuando su pie se desdibuja y no puede usar el ímpetu como motor. Un Pedri falto de ritmo se ensimismó en sus gestos de desesperación. Y sin Pedri -ni Busquets- no hay fútbol. El Barça no temblará para finiquitar LaLiga. Pero derrotas faltas de juego y de personalidad son las que cocinan poco a poco la falta de competitividad en los grandes escenarios. Al equipo ya no le servirá esto la próxima temporada.

Se regodeó el Barça entre sus maravillosos números defensivos durante la semana, históricos hasta su visita a Vallecas. Pero este equipo está acostumbrado a pagar cara la soberbia. Si su poder no residen en las áreas, se deshace poco a poco. Uno de los protagonistas desde la sombra fue Sergio Camello.

Falcao ha ido tropezando con las molestias musculares y RDT sigue sin reencontrarse. A pesar del contexto, Camello minimizó las bajas de los otros puntas. Respondió a la planta de Araujo como un mosquito en verano. No paró de correr, estiró al equipo desde la profundidad de sus desmarques. Tan bueno fue su partido que no necesitó ver puerta para brillar.

El Barça pasó frío en el calor de Vallecas. Sin Busquets, al equipo se le estropea la brújula y queda expuesto como un equipo con mucho más talento que ideas. Era uno de los peores rivales posibles para perder a Sergio. Los blaugrana siguen mirando hacia el futuro pensando en relevos al mismo tiempo que siguen anclados a la necesidad de mantener al de Badia.

De Jong intentó sacudirse de un cuadrado de cimiento, pero chocó con la franja y con Pedri. La tendencia natural de Frenkie es la de caer a la izquierda, desde donde lateraliza su posición. Desde ahí nacía el fútbol de un Pedri que no terminó de sentirse cómodo en la raíz de la jugada. La jugada del segundo gol fue la más significativa. Donde De Jong puso la pierna, Fran García puso el alma entera. El mar abierto entre Araujo y Koundé sirvió de alfombra roja para el lateral.

A Vallecas les quedan pocos partidos para saborear una de las bandas más eléctricas de LaLiga. La banda de los García sigue elevando el techo competitivo del equipo jornada tras jornada. Fran García cambiará de barrio y se irá al Bernabéu y a Álvaro no le faltarán novias con quienes bailar.

Si por derecha el fútbol del Rayo se abraza a la picardía de Isi, en la izquierda Iraola cimentó un aeropuerto. No lo tenía fácil el ala zurda de Vallecas para picotear a la espalda de Koundé, siempre cerca de la cobertura de Araujo. Y aun así, fue en ambas ocasiones las puertas hacia el gol. Todo lo bonito acaba.

"Míralos, míralos, cómo se acojonan", cantaba Vallecas tras el gol de Álvaro García. El Barça había empezado con ese ritmo aletargado de saberse campeón que le ha caracterizado en los últimos partidos. Y el Rayo, a ritmo de Ska-P, fue el vecino con un taladro a la hora de la siesta. El equipo de Iraola tiene en su identidad un innegociable.

Unas horas antes, otro vallecano le ganaba a otro de las grandes de LaLiga. Míchel e Iraola tendrán como meta la salvación -y si se le permite, el sueño de Europa como combustible-. El fin será siempre el objetivo deportivo, pero la forma de caminar hacia él será lo que les haga trascender.