FÚTBOL

Cuando los periodistas fumaban a pie de campo, besaban las copas y se metían en los jacuzzis con los jugadores: así han cambiado las celebraciones

Solo jugadores, staff y prensa podían estar antes en el césped durante los festejos.

Hristo Stoichkov celebrando la primera liga de Tenerife rodeado de fotógrafos. /FC BARCELONA
Hristo Stoichkov celebrando la primera liga de Tenerife rodeado de fotógrafos. FC BARCELONA
Marc Mosull

Marc Mosull

El lío entre el FC Barcelona y la RFEF durante la celebración de Copa del Rey abrió el debate sobre las acreditaciones y las restricciones existentes durante el festejo de un título. Como explicamos en Relevo, a varios de los futbolistas del Barça, caso de Iñigo Martínez y Pedri, no les hizo ninguna gracia que vetaran el paso a algunos de sus allegados, y la frase de "aquí lleno de youtubers y mi familia arriba" que se escuchó el césped de la Cartuja ilustra perfectamente ese descontento.

"Me sorprendió bastante la situación que se vivió porque había colas de gente para entrar al campo. Los de seguridad no daban abasto a filtrar quiénes podían entrar y quiénes no. Y es verdad que algunos familiares de los jugadores se quedaron fuera. Pero es que había amigos, familiares, directivos, amigos de directivos… la sensación es que en el césped había muchísima gente, Dios y la madre", relata el exjugador del FC Barcelona y analista televisivo Jofre Mateu, que estuvo comentando el partido para TV3 desde el estadio hispalense.

"Las cosas han cambiado mucho. En mi época no bajaban ni los familiares. En la Copa del Rey que gané con el Espanyol en 2006, es que solo estábamos los jugadores y la gente del club. Y creo que es lo que toca, lo tienen que celebrar los que lo han ganado. Ya hay tiempo después para hacer la cena con las familias o quien sea", opina el exfutbolista de Alpicat. "Antes, no había youtubers. Y no se hacía esto de que los jugadores estuvieran en el campo con la mujer, los hijos, la abuela… Hacían la piña entre ellos, lo celebraban y cuatro fotos", explica el veterano periodista José Manuel Oliván, quien en los 80 y los 90 fue el micrófono inalámbrico para la Cadena COPE en los partidos del FC Barcelona y del Espanyol.

"Yo te diría que lo de celebrarlo con las familias empezó en la Eurocopa de 2012, la que gana España en Kiev. Entonces, la mayoría iban con los hijos de la mano. Sergio Ramos iba con la copa y el niño, por ejemplo. Más o menos por esa época se empieza a hacer así; es la generación de Iniesta, Xavi, Sergio Ramos, Casillas la que empieza a hacer partícipes a sus familias de los títulos", fecha Javi Herráez, quien lleva también desde los 90 haciendo de inalámbrico para la Cadena SER y que actualmente cubre al Real Madrid y a la Selección.

[Históricamente, el micrófono inalámbrico era el periodista radiofónico que durante los partidos estaba a pie de campo; el que desde el césped escuchaba y veía detalles que por proximidad no tenían ni el narrador ni el comentarista, ubicados en una cabina, y el que le trasladaba a los oyentes la noticia de primera mano, transmitiendo a través de las ondas y de un modo instantáneo las opiniones, reacciones e instrucciones de los protagonistas, lo cual tenía un valor incalculable en una transmisión en directo.]

Cuando la radio podía estar al pie de la noticia

"Además de la gente del club, lo que sí que había eran más periodistas. Los que cubrían al equipo, sobre todo, las radios y alguna tele, estaban a pie de césped en la final del Bernabéu con nosotros", apunta Mateu. Uno de ellos era Edu de Batlle, que antes de narrar los partidos del Espanyol en RAC1 hacía de micrófono autónomo en las transmisiones del conjunto perico; es decir, de inalámbrico: "Pudimos saltar cuando el equipo recogió la Copa. Yo entrevisté a varios jugadores sobre el campo y recuerdo que mientras estaba con Ferran Corominas, que llevaba el trofeo en la mano, le pregunté '¿Pesa la Copa?'. Y me dijo 'compruébalo tú mismo ¡y dale un beso!'. Y la besé durante la transmisión en directo".

"Yo seguía al Atlético de Madrid y en la final de Copa de 1992 acabé en el jacuzzi que había en el vestuario visitante del Bernabéu con Paulo Futre. Bueno, no sé si era un jacuzzi o una bañera. Ese era el Atlético de Schuster y Futre que ganó al Madrid de Míchel, Butragueño y compañía", recuerda Herráez. "Es que era otro mundo. Antes, como inalámbrico estabas a pie de césped siempre, también en las finales. En la de la UEFA del 88 del Espanyol, en el campo del Bayer Leverkusen, yo estaba justo al lado del trofeo. Y cuando Clemente dio las órdenes de quién tiraba los penaltis, los cuatro o cinco periodistas que estábamos allí le pusimos el micro en la boca y los oyentes pudieron escuchar todas sus indicaciones", rememora José Manuel Oliván.

"El contacto era directo con los protagonistas, era un periodismo mucho más cercano. Si un jugador se lesionaba, el médico te contaba lo que tenía ahí mismo. Hablabas con los entrenadores antes y después de los partidos y les pasabas los auriculares para que desde Madrid o Barcelona les pudiesen preguntar. Recuerdo que en un partido europeo en Moscú, tras el descanso, estuve entrevistando a Johan Cruyff en su camino hacia al campo. O de que Joaquín Ramos Marcos me dijera desde la caseta de árbitros 'entra, entra', y de entrevistar en directo al colegiado mientras le estaban dando un masaje tumbado en la camilla. A día de hoy esto es impensable", sentencia Oliván.

"Cuando yo empecé, tras los cambios ya podías hablar desde el banquillo con el jugador sustituido. Bueno, ahora lo de entrevistar a la media parte lo hace LaLiga. Eso es más viejo que yo", añade Herráez, que recuerda cuando la prensa viajaba en el mismo avión que los jugadores: "Los tenías al lado tuyo. Yo volé con Carlos, un exjugador del Barça y del Atlético, cuando volvíamos de un partido de la Selección en Praga. Y resulta que tenía pánico a los aviones y estuvo las cuatro horas de vuelo con la cabeza metida en la mesita. Era otra película, sí".

«Ya no estás cerca del jugador»

Tanto ha cambiado el rol que juega el inalámbrico en la radio que ya ni tan siquiera puede estar en el césped, sino que se ubica en la tribuna de prensa. Solo pueden estar a pie de campo las teles con derechos, las mismas que tienen acceso privilegiado a los futbolistas tras los partidos y las finales. "Se han cargado todo esto. Ya no estás cerca del jugador en el campo, cuando los entrevistas ya no estás solo porque es un canutazo, no se viaja con ellos, los clubes cada vez dan menos y quitan ruedas de prensa...", enumera el periodista de la SER, quien defiende el oficio de reportero del inalámbrico y advierte una persecución hacia el trabajo que realizan.

"Entiendo que no puede seguir igual porque las cosas van cambiando, pero de ahí a que no existas creo que hay un mundo. En las celebraciones de los títulos, por ejemplo, se pueden buscar soluciones. Hubo un tiempo en que los futbolistas hacían la primera vuelta de honor solos y la segunda la hacían con inalámbricos. O terminas y montas un pool en un córner y por ahí pasan algunos jugadores un minuto para hacer un canutazo. Se hace ya en FIFA y UEFA, pagando. Es que no hay ninguna maldad en el inalámbrico ni busca hacerse famoso. Lo que quiere es hacer partícipe de la alegría a los oyentes siendo su micrófono el vehículo que lo transmite", alega Herráez, quien junto a su compañero Antón Meana y Miguelito, este de la COPE, hace dos años, en la última Copa que ganó el Madrid, tiraron de "picaresca" para colarse en el césped y dar la vuelta con los jugadores, pudiendo entrevistar en directo a la mayoría de ellos.

Y es que lo de la picaresca es más viejo que el fútbol. Y la mejor acreditación. "En la final del 2006, yo iba como redactor del Espanyol y bajé al campo con el compañero del Diario AS Iván Molero. A la prensa escrita no le daban permiso para estar en el césped, pero teníamos un micro de la Cadena SER que nos dejaron y al de la valla le enseñamos la acreditación y el micro, y pasamos sin ningún problema. Y estuvimos abajo con los jugadores mientras celebraban", desvela Alberto Martínez, actualmente en Relevo.

No era una final, aunque fue casi más que eso, cuando también De Batlle se saltó las normas tras el pitido del árbitro en el último partido de Liga del Espanyol en la temporada 2005-06, justo después de que Corominas marcara el gol en el 93' que salvaba al equipo perico del descenso. "Bajo ninguna circunstancia podíamos saltar al campo los inalámbricos, pero vi que dos o tres compañeros lo hacían y les seguí. Al principio fue imposible hablar con los jugadores porque estaban todos llorando o celebrándolo y me dediqué a poner el micro donde podía. Zabaleta y Pandiani estaban llorando muchísimo, por ejemplo. Sí que pude preguntar a Jarque y a alguno más".

La carrera detrás de Coro con un cigarro en la mano

Por cierto, la imagen de Edu Batlle persiguiendo a Coro tras ese gol liberador contra la Real Sociedad es una de las más icónicas en el imaginario popular blanquiazul. "Estábamos ubicados detrás de la valla publicitaria de la portería donde atacaba el Espanyol. Debo decir que fue un día muy duro, con caras desencajadas en algunos compañeros que perdían el trabajo si el equipo bajaba. De golpe marca Coro, y a mí me pilla fumando, algo también impensable a día de hoy. Tras el gol, Coro viene hacia nuestra posición, se quita la camiseta y la tira. A mí lo primero que me sale es ponerme a correr detrás de él con el aparato inalámbrico colgando de la espalda, y fíjate que antes pesaba mucho más que ahora y tenía una antena que era más alta que nuestra cabeza", se arranca el periodista de RAC1.

"Salgo corriendo y recuerdo perfectamente que cuando Coro pisa la pista de atletismo coge una de las sillas de plástico que había y la tira por los aires… y pasa relativamente cerca de mí. La pude esquivar y sigo detrás de él con el objetivo de cazar el sonido de la celebración cuando hubiese piña. Al lado del banquillo lo agarran Tamudo, Carrasco, que era un encargado de material; y un par de personas más. Ignasi Trapero, de COM Ràdio, llegó el primero. Yo el segundo. Además, viendo las imágenes repetidas, me doy cuenta de que todavía llevaba el cigarro en la mano. Bueno, entonces pongo el micrófono ahí y lo captó todo. Fue tan fuerte el sonido que el narrador, Carlos Seguí, solo tuvo tiempo de decir 'gol de Coro, gol de Coro, gol de Coro...', porque ya enseguida solo se escuchaban los gritos en la piña de los jugadores, que duró tranquilamente un minuto. Fue bestial", concluye Edu de Batlle su vívido y vibrante relato sobre uno de los dos momentos profesionales más intensos que ha experimentado en su carrera. El otro es el gol de Jonatas en la final de la Copa de la UEFA del 2007, el que forzaba los penaltis en Glasgow.

Ese lo contó desde la tribuna de prensa porque en competición europea, como sucede ahora en España, ya entonces no estaba permitido el acceso al césped del micrófono inalámbrico, el testigo más fiel en la evolución de las celebraciones de los títulos y del periodismo deportivo.