Una pantalla gigante y una pizzería explican la revolución humilde de Marc Casadó, el "culer de cap a peus"
Sant Antoni y Sant Pere de Vilamajor, los municipios que vieron crecer al mediocentro blaugrana, hablan orgullosos del '17' del Barça.
Por una carretera recta que pasa por Llinars del Vallès se llega a Sant Antoni de Vilamajor. Entre un pueblo y otro se alzan varios bloques de pisos nuevos que recibirán unos 1.500 nuevos vecinos. "Aquí también tenemos problemas con la vivienda. Si quieres alquilar un piso, lo tienes imposible porque no hay oferta", cuenta un vecino. Ni siquiera el asfalto de la gran ciudad cambiado por prados verdes infinitos, masías o tractores que bañan la carretera secundaria permiten a los pies del Montseny escapar de los problemas del primer mundo.
El primero en recibirte al llegar a Sant Antoni es el campo de fútbol, decorado hoy con murales de apoyo a Palestina. Allí empezó Marc Casadó a dar sus primeras patadas, al que todavía a día de hoy entrenadores y gente del club recuerdan . Tienen previsto recibirle con honores todos los jugadores de la base cuando su apretada agenda lo permita. Le quieren homenajear con una placa conmemorativa. En el estadio juega el Vilamajor, que congrega gente de Sant Antoni y Sant Pere de Vilamajor, un pueblo que está un kilómetro más arriba. Casadó nació en la frontera, en la zona de Sant Pere, pero hace vida en Sant Antoni. En todo caso, se tratan de "dos pueblos hermanados".
"Aquí no tenemos tren y esto limita el crecimiento del pueblo, lo cual no es malo", señala otro vecino. Sant Antoni se encuentra entre núcleos como Granollers, Llinars o Cardedeu, que muchas veces pescan jugadores del Vilamajor. Los primeros se llevaron a Casadó, que empezó jugando con Èric Monjonell, con pasado en el Girona y actualmente en el Ibiza. "Cada año se van 10-12 jugadores, pero muchos acaban volviendo cuando son más grandes", señalan desde el club.
De la «pizze» a la penya
En la plaza del ayuntamiento ondea una estelada. A escasos metros se encuentra la Sui. Es una pizzería, pero en realidad sirven de todo. Como Marc, son polivalentes. Es primera hora de la mañana y decenas de personas desayunan. Sobre la barra descansan periódicos deportivos que desde hace un tiempo llevan el nombre de Casadó, el orgullo del pueblo y también cliente habitual del restaurante. Hoy ha faltado un trabajador a la Sui y los que están no pueden detenerse. Pero cuando a Núria se le pregunta por Marc, congela un minuto para hablar de él con una enorme sonrisa dibujada.
Núria curra en la "pizze", tal y como le llaman en el pueblo. Abrió 30 años atrás y lo hizo con Quim Vergés al mando, que desde hace algunos años es regidor del ayuntamiento. Son hermanos y amigos de la familia de Marc. Quim, además, también es el presidente de la penya barcelonista del pueblo, la Vilamajor's. Tienen un gigantesco local que en su día llegó a albergar a unas 400 personas para ver los partidos grandes del Barça de Guardiola. Hasta no hace mucho allí veía Marc algunos de los encuentros. También su padre, Albert. "Marc es un culer de cap a peus" [de la cabeza a los pies], señala Quim, que hace unos pocos días colgó en las paredes de la penya una camiseta firmada por Marc que él mismo trajo. Ya tiene pedida la de Lamine Yamal.
Entrenamiento a entrenamiento, Casadó se ha ido haciendo propio un futuro que durante muchos tramos pareció no pertenecerle. Ahora dirige el centro del campo del Barça, su Barça. Hasta no hace muchos meses, ni en el club ni en su entorno negaron que abandonar Barcelona era una opción más que probable. Pero Hansi Flick vio lo que todos los entrenadores del pasado de Marc han visto en él. Le gustó en vídeo y lo confirmó en vivo. El pivote es un privilegiado a la hora de ver y entender el fútbol. "Nos entendíamos con una sola mirada", cuenta un extécnico del mediocentro. "Le ves entrenando y te dan ganas de abrazarle y decirle gracias", añade otro.
"Los niños y las niñas lo tienen como un ídolo y un modelo a seguir"
Alcaldesa de Sant Pere de VilamajorUn kilómetro más arriba de la Sui está Sant Pere, que estos días organiza una feria medieval. En el corto trayecto se pueden ver banderas blaugrana en más de un balcón y casas. "Es un orgullo tener a un joven que represente los valores del fútbol como lo hace Marc, con el valor añadido de que lo haga en un club como el Barça", cuenta Susanna Martori, la alcaldesa. Explica que es habitual verle pasear o saludar por el club "bajo la máxima discreción y humildad". "Los niños y las niñas lo tienen como un ídolo y un modelo a seguir. Es una persona cercana, amigo de sus amigos", detalla la alcaldesa. En el próximo Clásico montarán una pantalla gigante para seguir el partido en honor a Casadó.
El último lo siguieron los más culers de la zona en la penya. La pasión blaugrana ha vuelto a crecer y en la sala se reúne gente de todas las edades. "Me gusta ver jóvenes, hay una hornada que se han enganchado al fútbol y vienen a ver los partidos. Es gente de distintas edades, de distintos países… compartimos espacio. Lo que nos une es el Barça", explica Quim, al que solo con escucharle ya se le intuye un enorme barcelonismo. Uno de los desplazamientos más multitudinarios fue el de la final del playoff de ascenso contra el Córdoba. Era un día grande y la familia Casadó se encargó de que todos pudieran vivirlo juntos. "Medio pueblo fue al Johan, teníamos unas 30 entradas", explica Quim.
Las lágrimas de Córdoba, el primer día de la nueva vida de Marc
El Barça Atlètic, en la vuelta, no logró el ascenso a LaLiga Hypermotion y Casadó fue el primero en atender a los medios. Sus palabras, de capitán y líder, y también su emoción, por la caída y un futuro idealizado durante toda la vida que parecía resquebrajarse, evidenciaron su sentimiento culer. "Pedir perdón a los aficionados. No ha podido ser posible. El equipo ha dado la cara siempre, lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido y no ha podido ser. Estamos superorgullosos del equipo, hemos muerto con nuestra ideas, tal y como queremos jugar. Caemos, pero muy orgullosos", sentenció en televisión.
Han pasado unos pocos meses y la vida de Marc ha cambiado radicalmente. Las lágrimas de Vilamajor por su caída en Córdoba se convirtieron en gritos apasionados con su recital contra el Bayern de Múnich y la asistencia a Robert Lewandowski en el Santiago Bernabéu. Un pase que condensa al Marc futbolista: anticipación, lectura y ejecución. Aunque su inicio de carrera no se entiende sin su pasión, la que sienten amigos, conocidos y vecinos cuando le ven jugar con el 17 a la espalda. "¿Si cambiaremos el nombre de la penya por el de Marc? No lo habíamos pensado, tendrá que ganárselo... ¡Y se lo está ganando, eh!", bromea Quim.