Los peligros de ser canterano del Real Madrid: "Chicas que esperan a los del Castilla, familias que pueden destrozar carreras..."

¿Te imaginas ser jugador del Real Madrid y, a la vez, uno de los grandes amos de la noche madrileña? Sectores que parecen incompatibles o que, por lo menos, se tratan de separar a toda costa. En Relevo hablamos con Joyce Moreno, agente de jugadores y exfutbolista blanco, que, a finales de los 90, mezclaba su carrera deportiva con la gestión de uno de los locales de moda de la capital. Ahora, con la perspectiva que te da la experiencia, se encarga de dar los mejores consejos a sus clientes para que no cometan sus errores.

De madre colombiana y padre segoviano, las circunstancias le llevaron a nacer en Panamá, aunque sólo tiene nacionalidad española. A los 10 años hace sus primeras pruebas con el Real Madrid, suficientes para que lo fichen. Aterriza en la que sería su casa para los próximos once y donde llegó a portar el brazalete de capitán en el Castilla. "Viví el proceso como si fuese el colegio. Iba pasando de curso, aunque algún año sí me hicieron saltarme alguna categoría".

Defensa central, comenta que a partir de juveniles se empezó a dar cuenta que podía vivir del fútbol. Compartió hornada con futbolistas de la talla de Raúl, Guti, Álvaro Benito, Víctor Sánchez del Amo, Dani García Lara, Fernando Sanz, Koke Contreras… Con ellos coincidió en el Castilla y prácticamente todos gozaron de una larga carrera en el fútbol profesional. "Este grupo se vio beneficiado por un entrenador joven junto con un preparador físico que iniciaba una carrera prometedora: Rafa Benítez y Javier Miñano".

Joyce recuerda con especial admiración a Guti. "Su plasticidad, su elegancia, su técnica… Tiene dos años menos que yo y, cuando terminaba de entrenar, me quedaba a verlo porque me maravillaba. Verle era una pasada", dice sonriendo. Habla maravillas del trío que formaba el de Torrejón con Raúl y Álvaro Benito. "Nos dábamos cuenta de que estaban por encima… Y sabiendo que había jugadores excepcionales. Pero eran distintos, cada uno a su manera".

Respecto a Raúl, destaca su carácter, su personalidad y su temperamento, además de su indudable talento para marcar goles. "En el primer partido que él es titular, contra Osasuna en la antigua ciudad deportiva, él va a sacar un córner y me dice: 'Va para ti'. Y me lo puso, rematé y fallé. Y se enfadó: '¡Te lo he dicho!'". Reconoce que no puede verse tan estético como Guti o rápido como Álvaro Benito, pero lo suplía con mentalidad competitiva. "Se dice que no era un 10 en nada pero era un 7 u 8 en todo. Yo difiero. Era un diez aquí (se señala la cabeza). Para mí, quizás me dejo a alguien, pero en el deporte español Nadal y Raúl son las dos mentalidades más ganadoras que he conocido".

Volviendo a su experiencia, Joyce habla de la burbuja en la que vive un canterano del Madrid, con mucha gente que se acerca a ti, chicas que quieren conocerte y diferentes peligros que pueden desviar tu atención del fútbol. "Yo lo viví. Ahora es de otra forma, más invasiva con las redes sociales. Chicas que esperan a los del Castilla, que van a todos los partidos. O ese grupo de chicos que se junta contigo porque eres conocido. Hay gente que es buena y luego otra con intenciones no tan positivas. Me impactó".

En aquella época no contaba con ninguna figura que le mantuviese centrado. "Y si la había, no la escuchaba. Quizás la oía, pero no la escuchaba", comenta. "En aquella época era un chaval joven, que le iban bien las cosas. Era cómo, '¿qué me estás contando? Si las cosas me van muy bien'. Ahora hay más concienciación, pero en mi época quizás sí me lo decían y no calaba mucho en mí".

Reconoce que no era compatible la vida que llevaba con el objetivo de disfrutar de una carrera larga en el fútbol profesional, en la que la fiesta y el alcohol eran protagonistas. "Si de niño me preguntabas qué quería de mayor decía ser jugador profesional y tener locales de moda. Quizás lo conseguí demasiado pronto...". Militando en el Castilla, montó una de las discotecas más famosas de Madrid, Barnon. "Surgió de forma muy normal. Pusimos una cantidad de dinero, tú haces esto, tú lo otro… Pusimos una cantidad de dinero y montamos un discopub. Ni en nuestros mejores años pensamos que se iba a disparar como se disparó". Se convirtió, como cuenta Joyce, en uno de los centros neurálgicos de la noche madrileña, con colas larguísimas todas las noches.

Él era uno de los socios, pero no llevó a cabo ningún trabajo. Lo recuerda con cariño, aunque también confiesa que si pudiese dar marcha atrás, no hubiese hecho aquella inversión. "Sí me arrepiento de cosas que he hecho en mi vida, pero no me flagelo. Es una etapa que está cerrada". Futbolistas, actores, modelos o periodistas se juntaban en Barnon todas las noches. Por ello, el propio Real Madrid estaba muy atento tanto al sitio como a Joyce, como socio del mismo. En una ocasión un directivo, el difunto Manuel Fernández Trigo, les llamó la atención a él y otros jugadores porque iban "más de la cuenta" al local.

No deja de ser curioso que, años después, trabaje aconsejando a jóvenes jugadores sobre cómo deben llevar sus carreras. Respecto al mundo de la noche, nadie mejor que él conoce los peligros. "Cada uno es libre de hacer lo que sienta. Yo les digo que hay tiempo para todo. Sí intento identificar quién puede tener más predisposición a salir y quién no. En cualquier caso, la noche es divertida. No estoy en contra", explica. "La noche puede fastidiar carreras, familias pueden fastidiar carreras, amigos pueden fastidiar carreras… La vida es un sitio peligroso, por eso no puedes vivir sin miedo. Sobre todo está tu responsabilidad como ser humano contigo mismo y con tu vida. Eso es lo más importante".

Representa a varias joyas del Real Madrid como Álvaro Rodríguez, Sergio Arribas o Carlos Dotor. Él se centra en "equilibrar" el impacto que puede provocar en ellos los resultados, los campos, los medios de comunicación… "Pero es una pregunta que muchas veces me hacen y no sé responder. '¿Tú qué haces?' Pues no lo sé, la verdad. Pero sí sé que trabajo con seres humanos y es muy importante conocerlos, conocer a la familia, trazar una estrategia… Cada uno tiene su Everest y cada uno es apasionante y distinto".

Dos de sus chicos aparecen más de lo normal en los medios: Arribas y Álvaro. "El techo de Arri es el mismo que el tuyo o el mío, el que nos marquemos. No hay límite. Está en una etapa final formativa y este es su último año antes de saltar al fútbol profesional, que es el objetivo que me marco cuando empiezo con un cliente", dice del primero. Respecto al delantero uruguayo, cuenta que vive subido en una montaña rusa los últimos años. Ha pasado de pelear por minutos en el juvenil B a marca un gol en un derbi con el primer equipo. "Lo ha vivido bastante bien. Lo que necesita es estabilidad", sentencia.

El agente tiene por delante un mercado de mucho trabajo. La mayoría de sus jugadores podrían cambiar de aires y le tocará, además de conseguirles el mejor trato posible, aconsejarles. Como viene haciendo desde hace años y como nadie pudo cuando él jugaba.