Los métodos que usa el fútbol para prevenir (y perseguir) los casos de apuestas como el de Kike Salas
LaLiga tiene un potente departamento de integridad que da charlas a los jugadores. En combinación con la policía, monitorizan mercados para encontrar anomalías.

El caso de Kike Salas no representa un problema para el fútbol español, sino todo lo contrario. Ocurre algo parecido con el dopaje, cuando aparece algún positivo la gente se echa las manos a la cabeza por la podredumbre que acompaña al deporte, pero lo que no piensa es que un deporte sin casos de apuestas conocidos (o sin positivos) solo puede deberse a dos cosas: a un deporte limpio como una patena o, quizá, a que los sistemas de detección de la trampa no están funcionando.
En el fútbol masculino español juegan aproximadamente 1.000 futbolistas profesionales. Son chicos entre 20 y 35 años, con sueldos —muy— por encima de lo normal en la sociedad y muchísimo tiempo libre. En esta mezcla entran los entornos de los futbolistas, la adrenalina que los jugadores de un deporte consumen de una manera casi adictiva, pues su actividad principal se la proporciona y el cuerpo siempre quiere más, o el hecho cierto de que las apuestas, en la juventud, son cada vez más frecuentes. Es difícil pensar que de todo ese cocktail salgan cero casos, y por eso la existencia de Kike Salas es una buena noticia: las autoridades están atentas y persiguen la trampa.
Una operación policial es el resultado de mucho trabajo previo. En ocasiones de LaLiga, en otras de la propia Policía, siempre de ambas en conjunto. Y no solo en la persecución a los tramposos, aunque evidentemente esa sea una pata importante de todo, sino también desde la prevención. De hecho, el campeonato español es conocido dentro de los entornos del fútbol europeo por ser especialmente insistente en sus campañas entre los futbolistas.
En alguna charla informativa, Iñaki Arbea, que es el director de esta área en LaLiga, ha enfatizado el periplo que cada temporada hace el departamento de integridad del campeonato por los distintos vestuarios españoles. Se les explica a los futbolistas dónde no pueden apostar de ninguna manera, porque es ilegal por la Ley del Juego y tiene multas de hasta 100.000 euros. Que es un poco lo de menos, porque las consecuencias deportivas suelen ser incluso peores.
También se cuenta dónde sí pueden legalmente apostar, aunque en el fondo cualquier oficial de integridad aconsejaría estar siempre lo más lejos posible de cualquier tipo de apuesta. Hay además cierta gradación en lo relativo a las apuestas: si un jugador de Primera apuesta en los dardos, por ejemplo, no pasará nada, pero es mejor que no ponga dinero en su filial o el equipo de baloncesto de su club. Por ética y estética.
Junto a ellos, se les explica que sus entornos cercanos tienen que tener cuidado, prevenirles que ellos tampoco pueden apostar en sus competiciones. La Ley recoge restricciones para directivos, entrenadores, árbitros y todas aquellas personas que puedan beneficiarse de tener información privilegiada.
Con frecuencia se hacen dos rondas por temporada, un par de visitas a cada equipo de Primera y Segunda, pero el operativo de prevención no termina ahí. Los jugadores saben que tienen un canal abierto para preguntar sus dudas en todo lo relativo a las apuestas, antes de cualquier movimiento pueden llamar a Arbea o a alguien de su equipo para comprobar si se están metiendo en problemas.
Todo este aparato de prevención tiene una ventaja añadida, y es que un jugador que decida saltarse las reglas no podrá de ningún modo alegar que desconocía las normas o las posibles consecuencias de saltárselas. Los futbolistas hoy son plenamente conscientes de todo lo que supone apostar en lugares en los que no pueden hacerlo.
Y, sin embargo, con eso no es suficiente. Porque por más que se haga énfasis en la prevención y los jugadores tengan claro los posibles problemas que les puede ocasionar saltarse las normas, siguen existiendo casos. Toda buena campaña de prevención, de lo que sea, tiene que ser consciente de que su tasa de éxito nunca será del 100%.
En la persecución tiene un papel importante LaLiga, aunque lógicamente es la Policía la más encargada de atajar este tipo de casos y llevar a caso la persecución como tal. En la comisaría de Canillas hay un equipo monitorizando la corrupción deportiva que se dedica a observar y perseguir todo este tipo de actuaciones, no solo en el fútbol, sino en todos los deportes.
LaLiga, por su parte, tiene en su pasado la concepción de un programa, Tyche 3.0, dedicado a monitorizar mercados y buscar anomalías. En eso, al menos en teoría, también tienen un papel las propias casas de apuestas, que tienen la obligación de reportar las rarezas que se encuentran: partidos en los que entra mucho más dinero del que es habitual, cuotas que se disparan porque tienen un respaldo que no se espera...
Una de esas anomalías no es per se un delito, se puede haber producido por diferentes factores, pero sí es un indicio y es una de las mejores maneras que tienen las fuerzas de seguridad para rastrear y perseguir los distintos comportamientos contrarios a la ley. Es, como mínimo, una llamada de atención.
Es cierto que el caso de Kike Salas no es un gran problema para la integridad del campeonato, no ha cambiado un resultado ni una quiniela, pero igualmente es preocupante para las autoridades, porque detrás de la actuación concreta que pueda haber de un jugador hay un sistema complejísimo que puede llegar a ser siniestro.
Un reciente estudio de Sports Integrity Team conducido por la Universidad de New Haven alertó de más de 250 resultados anómalos en todo el mundo, pues se dedican a monitorizar todos los deportes. Evidentemente el problema es mucho más grave en aquellos países con más casas de apuestas ilegales, como puede ser China, pero la sola existencia de esas bolsas de corrupción son un toque de atención para cualquier liga. Porque en este caso lo de Kike Salas ha 'pitado' en la máquina, pero siempre es mucho más difícil si esas mismas apuestas se han hecho al otro lado del mundo en una casa de apuestas que no sigue ningún control.
Las autoridades saben que pelean contra un gigante. Es común, por ejemplo, que en los típicos partidos de enero y febrero en los que los equipos del este y el norte de Europa van a la Costa del Sol salten reiteradamente las alarmas. Porque sí, se apuesta por todo y en competiciones de todo tipo. Y si un mercado no aparece en España —no se puede, por ejemplo, apostar sobre categorías inferiores con menores— no es extraño poder encontrarlo en alguna casa de legalidad dudosa por internet.
Pero por más que sea complejo, y que no sea siempre posible encontrar a los culpables, casos como los de Kike Salas, Tonali o Ivan Toney son un recuerdo a todos los futbolistas del mundo: cuidado, puede no salir gratis.