Manu García recuerda el triste golpe de realidad que le llevó a dejar el Deportivo Alavés: "Es difícil darte cuenta de que ya no estás para la élite"
El vitoriano, que colgó las botas hace casi un mes, repasa su trayectoria en Relevo.
Acompañado por infinidad de botas, trofeos e imágenes para el recuerdo, Manu García (Vitoria-Gasteiz, 1986) se sitúa delante del ordenador ya como exfutbolista, después de colgar las botas hace prácticamente un mes. Su voz denota entereza y seguridad. Sin arrepentimiento o cargo de conciencia. Sabe que lo ha dado todo, que se ha vaciado. "El fútbol es mi pasión, no siento que haya sacrificado mucho", anticipa en una entrevista a Relevo. Empezó jugando en el patio de San Viator, su colegio y club convenido de la Real Sociedad, para después formar parte de la cantera txuri-urdin. Ese escaparate le permitió curtirse en varios clubes del fútbol modesto (Girona, Real Irún, Eibar, Logroñés...) hasta fichar por el Deportivo Alavés, equipo de su ciudad del que siempre ha sido aficionado.
"Es difícil darte cuenta de que ya no estás para el fútbol de élite", explica, intentando resumir su salida de Mendizorroza tras nueve años vistiendo la zamarra albiazul. En el Deportivo Alavés vivió dos ascensos, una final de Copa [frente al FC Barcelona, en la temporada 2016-17] e infinidad de momentos especiales. También portó el brazalete de capitán. Ahora, ya retirado, dedica su tiempo a su familia y a participar en "un podcast friki" sobre el fútbol de Chipre, donde recaló tras salir del Deportivo Alavés. Sin tener del todo claro cuál será su siguiente paso, desea seguir "vinculado al fútbol", su gran pasión.
Colgaste las botas hace más o menos un mes y supongo que ya habrá cosas que eches de menos...
Sí, bueno, a ver... Es algo que viene de más tiempo atrás. Desde enero, a principios de este año, cuando tuve alguna opción de jugar y decidimos no ir, ya más o menos me hice a la idea de que no iba a volver a jugar. Es un proceso que ha llevado su tiempo. Echo mucho de menos el día a día del vestuario, estar con compañeros, formar parte de un grupo. Jugar al fútbol como tal, que lo he disfrutado mucho. Y luego también la parte de la competición, la tensión de antes del partido... Al final, es mucho tiempo haciendo lo mismo durante muchos años, encima en mi caso lo he disfrutado mucho y las lesiones me han respetado. Es un cambio de vida bastante grande.
¿Qué te lleva a tomar esa decisión? ¿Cuándo te lo empiezas a plantear?
Ha sido un proceso que viene desde septiembre del año pasado, cuando hubo alguna opción de jugar que sí me satisfizo y no se dio. Se acabó ese mercado y no encontramos un equipo que cumpliese las expectativas y requisito que yo sí tenía a nivel personal para moverme de Gasteiz. Entonces, ahí hay un proceso en el que primero rechazas un poco la idea y piensas que puedes ir al mercado de invierno con más tiempo. Ese periodo fue un poco transitorio: entrené aquí [en Vitoria] con el San Ignacio, que se portó muy bien conmigo. La verdad es que fue un periodo corto, dos o tres meses, preparándome para el mercado de invierno. Sopesé un poco todo, lo personal y lo profesional, dudamos mucho, porque a nivel familiar también es complicado, y hay momentos en los que te arrepientes, momentos en los que te entran dudas de si has tomado la decisión correcta o no. También piensas en el futuro a corto plazo, a medio plazo, justo con un niño recién nacido.
Son momentos de mucha incertidumbre, de bastantes dudas, y desde ese momento [cuando se lo plantea por primera vez] he ido recorriendo un camino, he ido ocupándome con diversas actividades también relacionadas con el fútbol, me sigo formando alrededor del deporte y ya con la mirada puesta un poco en el futuro, sin mirar tanto atrás. Soy consciente de que se ha cerrado una etapa, de que se ha acabado.
E igual que hay cosas que echas de menos, habrás ganado otras muchas.
Sí, bueno. Ahora realmente tengo más tiempo para dedicar a mi familia y poco más, porque realmente a mí el fútbol no me ha quitado nada en el sentido de que a mí me llenaba mucho jugar, me llenaba mucho a nivel personal el hecho de formar parte de un grupo. No diría que sacrificaba tanto ya en estos últimos años de mi vida personal por dedicarle tiempo al fútbol. Más bien al revés, porque lo disfrutaba mucho. Sí es verdad que muchos años atrás, en los inicios, sí dejas cosas atrás, sacrificas cosas por intentar jugar. Te vas de casa muy joven, cambias de ciudad, incertidumbre laboral de ir de un lado a otro en poco tiempo... Ahí sí que ha habido un esfuerzo a nivel personal y he dejado cosas por intentar ser futbolista. Pero ya estos últimos años ha sido al revés: el fútbol simplemente me daba, me llenaba, lo disfrutaba mucho y he sido muy feliz. Ahora tengo más tiempo para mi familia, que es muy importante, y para enfocar mi vida de otra manera, que es muy diferente a lo que se vive como deportista.
Vitoria-Gasteiz, ahora, es una ciudad futbolera, pero cuando tú empezaste el deporte que vivió una época muy positiva fue el baloncesto.
En mi casa siempre se ha vivido el Deportivo Alavés con mucha intensidad. Desde muy pequeño tengo el recuerdo de ir con mi aita, con mi padre, y mi primo a Mendizorroza, y mis primeros recuerdos son relacionados con el fútbol. El baloncesto también, como tú dices... Vitoria es una ciudad que ama mucho el basket, con unos éxitos tremendos de Baskonia, un club de élite europeo en una ciudad tan pequeña como Vitoria si lo comparamos con las grandes urbes europeas. El baloncesto siempre me ha gustado mucho, lo sigo y lo he seguido mucho, pero a mí siempre me ha tirado el fútbol.
Empezaste a jugar a fútbol en el San Viator, club convenido de la Real Sociedad, y la Real te 'reclutó' para sus categorías inferiores.
Sí. Yo jugaba en el colegio con mis amigos de clase, como empieza todo el mundo a disfrutar de este deporte, y de repente, sin darte cuenta, te encuentras en Zubieta haciendo pruebas con muchos chicos de diferentes clubes convenidos y, siendo muy joven, surgió la oportunidad de ir allí. a Zubieta, a la Real Sociedad. Fue un cambio grande. Los primeros dos años el mayor esfuerzo lo hace mi familia, que teníamos que ir y venir dos días a la semana, más luego el fin de semana, y ahí sobre todo hay un esfuerzo grande de mi familia, de mi padre principalmente.
Para mí era todo ilusión, todo nuevo. Disfruté un montón, las instalaciones eran increíbles, porque yo venía de un colegio modesto en ese sentido, en el que el deporte es una actividad extraescolar más. Fue un cambio grande y el paso de ir a vivir a Donosti justo al acabar la ESO, con 16 ó 17 años, ese sí fue un cambio a nivel personal más grande: dejas el colegio, te vas solo a otra ciudad por mucho que estábamos cerca, continúas tus estudios en otro colegio y luego ya una dedicación prácticamente total, muy cerca de lo profesional, al fútbol.
Después de salir de la Real Sociedad, te ficha el Girona y, tras la pretemporada, te comunican que no cuentan contigo.
Bueno... Te metes un poco en este mundo prácticamente sin darte cuenta, yo sin ninguna referencia cercana a nivel familiar de deportistas profesionales y vas aprendiendo un poco todo sobre la marcha, vas subiendo etapas en la Real, llegas al filial, compañeros tuyos suben al primer equipo... Yo me quedé muy cerca y surgió la oportunidad de ir al Girona, equipo recién ascendido a Segunda, y era un paso más a nivel deportivo.
Sí es verdad que esa pretemporada tuve muchos condicionantes: llegué muy tocado de una lesión de pubis de la temporada anterior, era un grupo que venía con el entrenador desde Segunda B, fue mi primera experiencia profesional con gente veterana fuera de la cantera [de la Real Sociedad]... Se juntaron un poco todas las circunstancias para que no rindiese todo lo bien que podía en ese momento, para que el club apostase por el rendimiento inmediato en vez de darme quizás un poco de tiempo para adaptarme a la nueva situación y fue un momento difícil. Me tocó cambiar de destino. El fútbol te va poniendo pruebas y es muy difícil subir de categorías, alcanzar un nivel superior. Ese fue un momento muy complicado.
Después del 'palo' del Girona, te ficha el Eibar y te cede al Real Irún, un equipo modesto y más de barro. ¿Cuánto de aquel Manu García queda ahora?
Es un aprendizaje continuo. Vas conociendo el entorno en el que te mueves, vas viviendo situaciones que luego te vuelves a encontrar y reaccionas de manera diferente. La base de lo que soy ya existía en mis últimos años en San Sebastián, porque era un jugador bastante maduro para la edad, las ideas bastante claras, muy competitivo... Me faltaba, probablemente, la experiencia que luego fui adquiriendo a lo largo de los años y que tuve la suerte de completar a nivel deportivo en Vitoria. Diría que la base de lo que soy ya existía en Zubieta y la experiencia me ha dado argumentos y herramientas. El año del Real Irún fue exitoso [temporada 08-09], un año que recuerdo con mucho cariño y uno de los más bonitos a nivel deportivo.
Tan exitoso que eliminasteis al Madrid en la Copa del Rey...
Ese año en Irún fue espectacular, con una plantilla muy competitiva y muy larga, y un entrenador, Iñaki Alonso, que nos gestionó muy bien. Recuerdo que en Irún la Copa se vive con mucha intensidad y el sorteo fue ilusionante para el club y para la ciudad. Lo ves con muy pocas oportunidades, más a disfrutarlo que a competirlo, pero esa plantilla tenía mucho nivel y muchos futbolistas que luego fuimos profesionales en categorías superiores.
El partido de ida lo recuerdo muy vibrante desde el inicio, con éxito por nuestra parte porque nos pusimos por delante en el marcador pronto y el estadio estaba llenísimo. Era una continuación de lo que estaba siendo la temporada. Estuvimos prácticamente toda la temporada como líderes y las eliminatorias de Copa contra Real Madrid y Betis reforzaron un poco al grupo y al final se consumó un ascenso histórico para la entidad, que hacía creo que cuatro décadas que no se producía.
Has jugado en muchas posiciones [lateral, extremo, interior, pivote...]. ¿Crees que la polivalencia es algo positivo? Al final, siempre se dice que rendir en muchas posiciones y no destacar en ninguna puede hacerte pasar inadvertido.
La realidad es que siempre he hecho goles. Nunca he sido un goleador, pero en mis primeros años jugué en banda izquierda en Zubieta, incluso también en la derecha. Siempre he hecho goles. Luego tuve una época en la que intentaron reconvertirme en lateral izquierdo. Era un jugador muy competitivo y me adaptaba siempre bien y con ganas de aprender, porque tuve muy buenos entrenadores. No especializarte en una posición parece que quizás te limite, pero a la larga me ha dado un bagaje que me ha permitido ser el jugador que al final terminé siendo. Sí que es verdad que he hecho goles, sobre todo en Segunda B siempre he hecho cifras de seis, siete, ocho o diez goles, que estaban muy bien para un extremo izquierdo, y tampoco lo perdí pese a jugar por dentro, en posiciones más defensivas.
También jugaste en el Logroñés [temporada 10-11 y 11-12], de enhorabuena estas semanas por haber eliminado al Girona en Copa del Rey. Volviendo a aquella eliminatoria entre el Real Irún y el Madrid, alguna anécdota recordarás...
Había gente muy veterana que había jugado en Primera División, con más experiencia, y nosotros éramos muy jóvenes, era nuestra primera experiencia en el mundo profesional, pero teníamos mucha ilusión de enfrentarte a los mejores jugadores del mundo. Cuando les ganas en casa, la ilusión de ir al Bernabéu a competir la eliminatoria, sabiendo que era muy complicado, pero internamente teníamos la sensación de: "Bueno, vamos a intentar ponérselo difícil".
Recuerdo el viaje en autobús, nos llevaron a visitar el Bernabéu a la mañana... La verdad es que hacíamos cosas que eran más de un grupo de amigos que de un equipo profesional. Pienso ahora cómo se gestionan las concentraciones de los equipos y... Esa misma mañana del partido nos llevaron al Tour del Bernabéu y nos llevaron a la redacción de Marca a que nos diesen un picoteo. Algo que realmente no es normal, pero aquello lo vivimos como una fiesta, era un premio a una trayectoria muy buena en Copa del Rey desde pretemporada, porque entonces las eliminatorias de Copa empezaban prácticamente en pretemporada. Era una continuación de la temporada y ahí se gestionó muy bien. Todos los jugadores de la plantilla jugamos de inicio bien en la ida o bien en la vuelta, y creo que eso redondeó un poco los objetivos que ese grupo tenía en el sentido de ser más ambiciosos y buscar el ascenso. Lo recuerdo con ilusión, porque visitamos escenarios que no eran habituales para nosotros, y luego, sobre todo, el hecho de poder ganar... Fue la primera vez que se eliminó al Madrid a doble partido en Copa del Rey. Fue una fiesta tremenda el vestuario, una noche en Madrid muy bonita, luego el recibimiento en Irún... Fue ir sembrando lo que luego fue el desenlace final con ese ascenso y un grupo humano muy bueno.
Y fichas por el Alavés, el club de tu ciudad y del que llevas siendo aficionado toda tu vida.
Nosotros siempre hemos sido socios del Alavés en casa desde muy pequeños. Siempre lo mirabas de reojo, incluso cuando jugaba en Segunda B (Real Unión, Eibar, Logroñés...). Iba a Mendizorroza siempre que podía como aficionado y miraba de reojo la oportunidad de poder venir al Alavés, tenía esa ilusión. Alguna situación anterior se había dado de algún interés, pero no se concretó. Cuando llegas al mundo profesional de que es muy difícil que se den las circunstancias para jugar en determinado equipo. Para mí era una ilusión, pero lo veía lejano.
Con el paso de los años se dieron las circunstancias de que, desgraciadamente, el Alavés pasó de la época más gloriosa de su historia, con los años en Primera y el subcampeonato en la Copa de la UEFA, a descender a Segunda B después de la ley concursal [se concibió como una alternativa a la ley de suspensión de pagos de las empresas] y Piterman. Yo seguí haciendo mi camino en buenos equipos de Segunda B: ascenso con el Real Unión, playoff con el Eibar, dos temporadas en quinta posición con el Logroñés, muy cerca del playoff...
La verdad es que yo tuve buen rendimiento en Segunda B y se dieron esas circunstancias que muchas veces es tan complicado que se den: el Alavés estaba en la misma categoría que me encontraba, yo estaba rindiendo a buen nivel en esa categoría y al Alavés firmó como director deportivo al que había sido mi entrenador en juveniles en la Real Sociedad, a Javier Zubiaga. Él me conocía perfectamente y apostó mucho por jugadores que había tenido antes en Zubieta y fuimos cuatro o cinco jugadores los que nos unimos a ese proyecto. Ahí empezó una historia que ha sido preciosa, muy bonita, y que en ese momento, cuando llegó, me hizo mucha ilusión, pero también la tomé con cierta frialdad porque sabía lo difícil que era triunfar en casa.
Justo por eso te iba a preguntar: fue un sueño, pero también una responsabilidad, ¿no? Siendo también aficionado, seguro que lo sufrías mucho.
Yo nunca he disfrutado tanto ni sufrido tanto como cuando he sido jugador del Alavés. A nivel profesional, la dedicación no me ha cambiado mucho jugar en el Alavés o en los otros clubes. Sí que había una parte de sentimiento, de unión y de vínculo que yo tenía con el club y que tengo desde niño que me hacía disfrutar mucho de jugar en Mendizorroza, de jugar delante de mi familia y amigos para el equipo de mi vida, y que hacía que en los momentos difíciles que hemos tenido los sufriese más y los sintiese como propios. Se puede tomar como un mecanismo de defensa cuando eres jugador y las cosas no funcionan bien intentar distanciarte un poco de lo que es el club y de los objetivos, buscar excusas, pero a mí eso nunca me ha valido en el Alavés. Siempre lo he sentido como algo propio, algo que era parte de mí. Por suerte he tenido éxitos y la trayectoria ha sido muy bonita, pero ha habido momentos de sufrimiento que te los llevas a casa.
Le competisteis al Barça una final de Copa en la temporada 16-17... Esa plantilla tenía todo tipo de recursos, ¿no?
Para mí era todo nuevo: era la primera vez que llegaba a la élite, con mucha incertidumbre de si iba a tener capacidad para jugar en Primera, para adaptarme a un nuevo fútbol, un vestuario muy diferente a los que habíamos vivido antes... Fue todo rodado desde el principio. El inicio fue muy bueno, tanto a nivel colectivo como personal, y fuimos constantes durante todo el año, sobre todo desde el primer tercio de temporada, con un equipo sólido y buenos resultados.
La Copa fue un regalo, porque fuimos pasando eliminatorias, al principio contra rivales de inferior categoría, y tuvimos algo de suerte en el sorteo, cuando nos tocó el Alcorcón en cuartos de final, luego el Celta de Vigo en semifinales, con el Atlético y Barcelona en el otro lado del cuadro, los rivales más fuertes. Fue una temporada ilusionante y la Copa nos ayudó a mantener muy vivo el grupo, con rotaciones y éxito. Cuando ya llegamos a semifinales, vivimos esa sensación de: "¿Y por qué no alcanzar una final?"... Cuando lo logramos, fue motivo más que suficiente para estar enganchados y disfrutar de la temporada, con la ciudad entregada a los jugadores y al equipo. Queríamos disfrutar de la final, sabiendo la tensión que tiene una cita como esa, competirla y ver de lo que éramos capaces. No ganamos, pero guardamos muy buen recuerdo de todas esas semanas.
Te llegó la oportunidad de jugar en Primera algo tarde, porque ahora todo parece ir mucho más rápido.
Según ibas pasando etapas, esto es lo que te decía de que te pasa desde muy joven, cuando dejas el colegio para ir a Zubieta, también tienes esa sensación de no saber si podrás alcanzar el nivel de los otros chicos. Cuando vas subiendo de categorías, no sabes si podrás jugar en Segunda B. Cuando subí a Segunda con el Alavés era un poco lo mismo: "¿Seré capaz de adaptarme?". Todo este aprendizaje, toda esta experiencia que he ido cogiendo a lo largo de los años me permitió con más naturalidad y tranquilidad, también con la incertidumbre de no saber si era capaz de rendir en ese contexto, pero por mi parte no iba a faltar en cuanto a dedicación y actitud. Tenía confianza en mi capacidad y por suerte se fueron dando circunstancias, grandes grupos, buenos compañeros y un rendimiento individual que creo que ha sido bueno a lo largo de los años. Me llegó tarde, pero me llegó con mucha madurez.
¿Con qué momento te quedas de tu etapa en el Alavés?
Es muy difícil. He vivido dos ascensos con el Alavés, de Segunda B a Segunda y de Segunda a Primera División, con dos goles muy importantes en el año del ascenso a Primera. El día que subimos tuve la suerte de abrir el marcador y tres días antes, en un partido muy importante, hice el gol que nos dio la victoria, pero luego también hubo un partido y sobre todo un final de temporada que para mí fue primordial y que sin él no hubiera venido lo posterior fue la salvación en Jaén, del descenso de Segunda a Segunda B en mi segundo año en el club [el Alavés se salvó y el Jaén descendió en un final de locos, con cuatro goles en los últimos minutos]. Fue muy intenso por cómo se produjo, por cómo llegamos hasta ese partido, por la temporada, muy difícil con tres entrenadores, y por el grupo que tuvimos entonces, que todavía mantenemos mucha relación. Ese partido nos marcó muchísimo a todos los que vivimos desde dentro del club esa temporada y esas semanas. También mi debut en Primera, esa final de Copa... He sido un afortunado de poder vivir muchos momentos en una trayectoria larga, que no es tan normal en un club de Primera, y sobre todo con mi equipo.
"Hubo momentos en los que yo no rendí a nivel individual en el Alavés"
Exfutbolista profesionalMalos momentos también habrá habido...
Hay muchos momentos difíciles a nivel personal. He vivido con el Deportivo Alavés siendo equipo recién ascendido a Segunda y a Primera con lo que eso supone. Hemos tenido temporadas en las que hemos sufrido mucho por mantener la categoría, entonces hay momentos difíciles en los que no se rinde a nivel colectivo, en los que yo no he rendido a nivel individual. Como te digo, el hecho de tener esa unión con el club a nivel personal desde pequeño me ha hecho sufrirlos mucho y vivirlos muy intensamente. Recuerdo con mi mujer o mis amigos partidos en los que las cosas han salido mal, alguna expulsión o resultado que nos complicaba mucho los objetivos. Siempre hemos sido capaces de darles la vuelta, tanto a nivel colectivo, de equipo, como a nivel personal, y siempre en esas temporadas difíciles se ha conseguido el objetivo. Todo el sufrimiento merecía la pena, porque el proyecto seguía adelante.
Nueve temporadas después, te vas del Alavés para recalar en el fútbol chipriota. ¿Por qué?
El momento fue difícil, pero fue un acierto tremendo. Tú te ves rindiendo en Primera, aunque sí es cierto que ese año es el que menos participo de los años en los que estuve en Vitoria, porque no fui titular, pero es difícil a nivel personal darte cuenta de que probablemente ya no estás para el fútbol de élite, que el fútbol de élite busca ya un perfil diferente al tuyo. Entonces, para mí el hecho de salir de Vitoria fue difícil, y sobre todo darte cuenta de en qué lugar te situaba el fútbol: de las oportunidades que tenía para continuar jugando y de las que no tenía. Ahí surgió la oportunidad de Chipre [Aris Limassol], y al principio éramos reticentes a ir, porque esperas mantener un poco tu estatus y nivel profesional y aquello lo ves lejano.
Empecé a recabar información de compañeros y amigos que tenía allí y todos me hablaron muy bien. Todo ha sido muy positivo y me siento un afortunado de haber podido vivir el fútbol chipriota, de haber podido vivir allí, de la gente que he conocido, los vínculos con las personas y del éxito a nivel deportivo, que nos clasificamos para Europa por primera vez en la historia del club. A todo el mundo le recomiendo esa experiencia. Al principio era reacio, pero una vez que la he vivido, con esas características, la considero muy recomendable.
Vuelves cerca de casa, al Mirandés, e imagino que es ahí donde empiezas a replantearte cosas, ¿no?
Sí. En cuanto a rendimiento, cuando salí del Alavés no estaba muy lejos de mi rendimiento temporadas anteriores. Lo podía haber mantenido una o dos temporadas más, pero los clubes buscan otro perfil, gente más joven que les permita ser una inversión o una trayectoria más a medio plazo. Es difícil darte cuenta de cuál es tu posición con el paso de los años en la industria del fútbol. Lo vas llevando de la mejor manera posible y tuve suerte de caer en el Aris Limassol, un equipo en crecimiento, y también en el Mirandés, un proyecto cerca de casa con gente muy joven que me permitió rejuvenecerme a nivel personal, vivir un vestuario de forma diferente y con menos responsabilidad de la que había tenido en Vitoria. Tuve otro rol, pero disfruté mucho y guardo muy buenos recuerdos de Miranda también.
¿En qué consiste el podcast de fútbol chipriota del que me has hablado?
[Se ríe]. He hecho mucha vinculación con el fútbol chipriota y mantengo muchos amigos. Es un podcast muy pequeñito [This Is Mappa] en el que de vez en cuando he participado con unos amigos que hablan de la liga de allí. Yo la sigo, porque tengo muchos amigos, y me gusta verles. Tengo ciertos vínculos con el equipo con el que jugué y, ahora, pues meditando un poco a nivel profesional hacia dónde encaminarme. Quiero que sea cerca del fútbol, pero me falta encontrar el lugar en el que pueda aportar y me sienta cómodo para poder desarrollarme.