Manuel Ruiz de Lopera, un presidente de otro fútbol
El expresidente bético, que falleció en la noche de este sábado 23 de marzo, será recordado por la salvación del club de su desaparición, sus éxitos deportivos pero también por su lado oscuro.

Un presidente de otro fútbol. Un hombre de negocios de otra época. Un hombre hecho a sí mismo que acabó adueñándose del club de sus amores, del que se acabó creyendo su salvador. Todas esas afirmaciones caben para Manuel Ruiz de Lopera (Sevilla, 1944-2024), que ha fallecido en la ciudad hispalense este sábado, en su casa de la calle Jabugo, donde tantas guardias periodísticas se realizaban antaño esperando sus palabras sobre un fichaje, una salida o la situación económica del club. Ha dicho adiós a los 79 años, tras complicarse su estado de salud en los últimos días, después de que permaneciera ingresado recientemente por una diverticulitis y problemas renales.
Criado a sí mismo en El Fontanal, desde muy joven Lopera se dedicó a los negocios. Desde la venta de televisores a lavadoras o sillones, pero siempre con un gran olfato para hacer dinero, lo que le permitió ir acumulando una gran fortuna aunque fuera a costa de su fama de ditero. Luego llegarían sus inversiones inmobiliarias, que multiplicarían sus números. Creyente, cada viernes visitaba los templos sevillanos. De la Esperanza Macarena al Gran Poder. Gran contador de historias, reales e inventadas, pero de las que difícilmente podía escapar la sonrisa del oyente.
Lopera lo fue todo en el Betis. El equipo del que era aficionado desde muy joven y al que ya primaba en la década de los 70', cuando regalaba televisores a los futbolistas por ganar partidos. Su entrada en el Betis se produjo en 1991, de la mano de Hugo Galera Davidson, entonces presidente y que siempre lamentaría aquella decisión. Un año más tarde, Lopera se adueñaba de la entidad en la reconversión como Sociedad Anónima Deportiva -el Tribunal Supremo sentenció hace semanas que nunca pagó la mayor parte de aquellas acciones-, con lo que gobernó el Betis durante 18 años.
El Villamarín como termómetro
Del 'Hola, hola, hola Don Manuel' que se escuchaba cada 15 días en el Benito Villamarín al 'Lopera, vete ya', un grito que se hizo alarido un 15-J de 2008, cuando miles de béticos se lanzaron a la calle para pedirle su salida del Betis. En medio, una época dorada en la que construyó, de la mano de Lorenzo Serra Ferrer, uno de los mejores equipos de la historia del club. Tras sellar el ascenso a Primera en la 93-94, con el balear ya en el banquillo, el Betis finalizaría como tercer clasificado al año siguiente, en un equipo en el que destacaban Pedro Jaro, que fue Trofeo Zamora, Vidakovic, Alexis o Ángel Cuéllar. Los fichajes de jugadores como Alfonso Pérez Muñoz, Finidi George y Robert Jarni, y la irrupción de otros como Roberto Ríos, hicieron al Betis uno de los equipos de moda. Y con Lopera siempre protagonista, ya fuera con los suyos o en las ondas, donde comparecía en el programa de José María García.
Siento mucho el fallecimiento de nuestro presidente durante muchos años,Ruiz de Lopera .Mis mas sentido pésame a su familia y a todo el Beticismo ,siempre lo recordaré por las cosas buenas que hizo por el @RealBetis D.E.P pic.twitter.com/Td0aRiLqaG
— Alfonso Pérez Muñoz (@alfonsito0007) March 23, 2024
Ese Lopera de los éxitos, que realizó el fichaje más caro del mundo con el brasileño Denilson, también escondía su lado oscuro. Problemas con los contratos de los jugadores y otros de dudosa legalidad, nula inversión en la cantera, enfrentamientos con políticos y periodistas… Todas esas situaciones quedaban a un lado ante el populismo del entonces máximo dirigente, que entonces todavía contar con el favor del beticismo. Ni el inesperado descenso del 2000 pudo con Lopera, que ese mismo año inauguraba la mitad del nuevo estadio con su nombre. "Estábamos en la UVI. Nadie daba un duro por nosotros. Aquí os entrego un Betis libre, limpio, en Primera" o "Me estoy dejando la sangre por mis béticos", fueron algunas frases de esos discursos que encendían a las masas.
Con el regreso a Primera llegaría otra época de bonanza deportiva. De la mano de Juande Ramos regresó a Europa nada más ascender, con esa quinta de canteranos que encabezaba un tal Joaquín. Con Víctor Fernández cuajó partidos para el recuerdo aunque sin alcanzar grandes éxitos, que sí llegarían de nuevo con la vuelta de Serra Ferrer. El título de la Copa del Rey de 2005 -quizá la deuda por aquella final del 97- y la clasificación para la Liga de Campeones fueron la cima del Betis de Lopera, que tras la salida del balear al año siguiente iniciaría una caída en picado. "El Betis será lo que don Manuel quiera", dijo Serra como anticipo a lo que vendría después.
Menos éxito deportivo, menos económico
Ese descenso del rendimiento deportivo iría unido de los problemas extradeportivos. Grupos de béticos, encabezados por ese propio Hugo Galera que lo había llevado al Betis, comenzaron a denunciar en los juzgados las maniobras oscuras de Lopera. El descenso a Segunda de 2009 supuso un varapalo deportivo y económico y no subir al año siguiente acabó desembocando en la intervención judicial de la juez Alaya y el concurso de acreedores solicitado por Luis Oliver. Lopera ya era historia en el Betis, aunque su presencia seguiría vigente hasta el pacto que le firmaron entre los actuales dirigentes y gran parte de las asociaciones que habían luchado contra él.
En los últimos tiempos su presencia pública había disminuido. Problemas de salud lo habían llevado a pasar muchas horas en su domicilio de la calle Jabugo, ese mismo en el que ha fallecido, que fue oficina del Betis y por el que pasaron cientos de jugadores y representantes. Con fama de duro negociador, con reuniones que se alargaban hasta altas horas de la madrugada o con peticiones extravagantes. Pocos se libraron de esas tretas de Lopera, que lo mismo te enviaba a Albacete tras amenazarte con jugar en Rusia, que te imponía o negaba un fichaje.
Así era don Manuel, como se conoció en el fútbol. Un personaje hecho en la calle y que alcanzó la cima de la popularidad con su Betis, del que se adueñó para convertirlo casi en una cosa personal. ¿Dónde estaban ustedes en el 92? Pues allí apareció Lopera para erigirse en salvador y comenzar una leyenda que resistió 18 años en el poder, pero que quedará para siempre.