Cuando los atléticos abarrotaron Butarque en un Leganés - Tenerife: "Era una locura; tenías a dos aficiones en contra"
Con motivo de la visita de los de Simeone a Leganés, los exfutbolistas David Charcos y Miguel Merino recuerdan el vital duelo entre pepineros y tinerfeños que hicieron que el Atleti siguiera un año más en Segunda.

¿Se imaginan un partido en el que la mayor presencia de aficionados en las gradas no fuese seguidora de ninguno de los dos equipos que están compitiendo sobre el césped? Cuesta imaginárselo, pero el estadio de Butarque lo presenció in situ hace unos años. Concretamente, el 17 de junio de 2001 cuando Leganés y Tenerife se vieron las caras en el feudo pepinero. Último partido de la temporada, los que más animaban a los locales eran los seguidores del Atlético de Madrid. Sí, como leen. Con motivo de la visita de los de Simeone este sábado al sur de Madrid, retrocedemos en el tiempo para entender por qué había tanta presencia colchonera en un encuentro donde no había ningún conjunto que luciera las rayas rojiblancas.
"¿Que si me acuerdo de todos los atléticos que había en las gradas? Te diría que de lo que más. Cuando acabó el partido es cierto que la fiesta por lograr el ascenso fue muy chula, pero durante los 90 minutos tenías a dos aficiones en contra".
David Charcos estuvo aquella tarde de 2001 en las gradas de Butarque. Futbolista en aquel entonces del Tenerife, pese a estar lesionado, el central se desplazó hasta la capital de España para arropar a sus compañeros en un encuentro vital para el devenir del club. Empatados a puntos con el Atlético, pero con el valor de los goles a favor de los isleños, si estos ganaban al Leganés eran equipo de Primera División. El otro escenario que también podía darse era que si el equipo dirigido por Rafa Benítez perdía o empataba y el Atleti conseguía el triunfo ante el Getafe, serían los madrileños los que regresarían a la élite del fútbol español. "Vaya partido de infarto", recuerda Charcos.
«No pensábamos que iban a llenar Butarque de aquella manera»
Con un Coliseum Alfonso Pérez abarrotado de seguidores del Atleti, los que no consiguieron acceder al estadio tenían claro que su misión pasaba por infiltrarse en las gradas de Butarque para tratar de desconcentrar a su rival en la lucha por el ascenso. "Les daremos lo mínimo", llegó a asegurar el por entonces presidente del Leganés, Jesús Polo, en referencia al número de entradas que podrían a disposición del Tenerife. Así fue, y cerca de 6.000 gargantas atléticas invadieron el estadio del Leganés.
"Nos dijeron que vendrían seguidores del Atleti, pero no pensábamos que iban a llenar el estadio de aquella manera. Nosotros no teníamos tanta afluencia de público y cuando vimos aquello… Fue una experiencia única y espectacular".
Miguel Merino comprobó en sus propias carnes aquella marea rojiblanca. Jugador del Leganés, salió de inicio en aquel duelo con tintes de una final de Champions. "Veías un runrún en la grada que en otros partidos no teníamos. Era raro porque, como te decía, en Leganés no estábamos acostumbrados a tanta afluencia de público y aunque nuestros aficionados sí que animaban, el ver las gradas abarrotadas, y con ese ambiente fue especial para nosotros".
"Aquello era una locura, parecía el Vicente Calderón", señala David Charcos. "Yo, que justo estaba sentado detrás del banquillo del Tenerife porque no podía jugar, miraba a los lados y lo que se veían eran banderas del Atleti. Cuando estás allí no eres consciente de toda la tensión y la cantidad de aficionados atléticos que había, pero cuando luego vi las imágenes en la tele... En el campo eran once contra once, pero teníamos a dos aficiones en contra".
Si a unos cuantos kilómetros de Leganés los hinchas colchoneros se dejaban la vida para animar a su Atleti ante el Getafe, a la misma hora, en Butarque las gargantas atléticas retumbaban incluso más.
En Leganés, la fiesta fue del Tenerife
Con el Sevilla ya ascendido y con el Betis dependiendo de sí mismo, el Leganés, que ya no se jugaba nada, resultó ser el juez que decidiría qué otro equipo acompañaría a los dos clubes andaluces a Primera. "Esa semana, me acuerdo que algunos amigos aficionados del Atleti me decían que teníamos que ganar. Yo les decía que no se preocuparan, que íbamos a hacer todo lo que estuviera en nuestra mano. No nos pueden reprochar nada porque a punto estuvimos de hacerles un favor", cuenta Miguel Merino. El padre del futbolista del Arsenal y de la Selección Española, Mikel Merino, habla incluso de cierto componente de presión los días previos a ese Leganés - Tenerife.
"En esas situaciones, el jugador está en el punto de mira de mucha gente y a veces tienes una presión extra que te impide jugar a tu máximo nivel porque hay muchos intereses. Muchos equipos se juegan mucho y tú estás mirado con lupa. Tu profesionalidad está expuesta y no digo que esté en entredicho, porque todo el mundo quiere hacer su trabajo lo mejor posible como nosotros quisimos hacerlo. Era una semana especial porque había mucho ruido mediático. Los periódicos estaban muy pendientes de esa última jornada y nosotros teníamos que dar una imagen acorde a lo que habíamos hecho durante toda la temporada. Competimos muy bien y salimos del campo con la conciencia bastante tranquila. Lo dimos todo hasta el último momento".
El Atleti se adelantó en Getafe por mediación de José Juan Luque en el minuto 55. En Leganés, en ese instante, los nervios y el ruido de los transistores empezaron a apoderarse de los jugadores del Tenerife. "Viendo a los equipos que esa temporada había en la categoría de plata, nadie se imaginaba que nosotros llegaríamos a la última jornada con opciones de ascender. Cuando marcó el Atleti recuerdo esos minutos con muchísima tensión", recuerda David.
Con el Leganés decantando el ascenso del lado colchonero, un golazo de falta de Hugo Morales en el 72' provocó un cambio de guion. El Tenerife era ahora el que subía a Primera y los atléticos tenían que hacer un último esfuerzo en las gradas de Butarque. Y a punto lo consiguieron después de que el Leganés estrellara un balón en la madera en los minutos finales.

Pero el árbitro pitó el final y la euforia se desató en el césped de Butarque. De nada sirvió el triunfo del Atleti en Getafe. El Tenerife volvía a la élite y los atléticos se marchaban de Leganés cabizbajos y con la tristeza de que su equipo se quedaría un año más en Segunda.
Una tarde que siempre será recordada como la invasión atlética en Leganés. Veinticuatro años tarde, los del Cholo podrían salir este sábado del feudo pepinero a cuatro puntos del Real Madrid y a nueve del Barça.