FÚTBOL

Yo jugué con Claudio Bravo: "Un día me dijo: '¿Tú me has dado la mano y deseado los buenos días? Pues eso se tiene que hacer siempre'"

Compañeros del exportero chileno durante su etapa en Europa recuerdan con cariño a la leyenda sudamericana. No olvidan su gol de falta, su respeto y "que era un adelantado a su época".

Claudio Bravo con la selección de Chile./Instagram
Claudio Bravo con la selección de Chile. Instagram

Dio el salto al viejo continente a los 23 años y se quedó durante 18 más. Claudio Bravo marcó una época, sobre todo, en la liga española, donde defendió la elástica de dos históricos del fútbol nacional antes de embarcarse en una aventura en Mánchester. Engordó su palmarés y volvió a demostrar al mundo el gran portero que siempre fue, para acabar su carrera en Heliópolis, donde también dejó una huella imborrable.

El pasado 27 de agosto colgó los guantes de manera definitiva, siendo su último torneo, como no, defendiendo la camiseta de su país. Bravo es leyenda en Chile, al igual que en España. Sin embargo, qué mejor que conocer de primera mano cómo era aquel portero que sorprendió por su habilidad bajo palos… y en el área rival, cuando se convirtió en el primer portero en anotar un gol con la Real Sociedad.

Claudio Bravo llegó a Donostia en el verano de 2006. Su fichaje sorprendió a propios y extraños. Un portero chileno para colocarse bajo los palos de una portería histórica como la txuri urdin y que casi siempre había estado cubierta por porteros de la casa. Más allá de su gran trayectoria, su gol de falta fue algo que jamás olvidarán en San Sebastián: "Era una cosa de la que siempre habíamos hablado. Un día, en un entrenamiento, le pregunté: ¿'Chile', no te atreverías? y él me respondió: 'Joder, pero tenemos que medir bien los tiempos, que sea al final del partido, una última jugada y que no nos pillen a la contra'. Y quedamos en que un día lo íbamos a hacer", recuerda para Relevo Diego Rivas, que llegó a la Real el mismo verano que Bravo. "Íbamos 0-0 contra el Nástic. Era un domingo por la mañana. Vi la falta y le dije que se animara. Él, al principio, no quería. Lo único que le dije fue: 'Chile, por favor, que coja portería'", recuerda entre risas.

Llegados el mismo verano, formaron una amistad que todavía perdura. "Como guardameta, no lo voy a descubrir. Todo el mundo sabe. Fue de los primeros porteros que jugaba muy bien con los pies. Era un adelantado a su época", resalta a la hora de hablar del chileno. "Como persona, un fenómeno, un amigo de sus amigos. Es una persona entrañable, muy familiar. Lo que necesites y que esté en su mano, te lo va a dar. Es como se le ve jugando, muy comprometido y muy amigo de sus amigos", reitera.

Su gen competitivo le vino muy bien a una Real que estaba viviendo un periodo de muchas dudas. "Lo que tenía era esas ganas de triunfar, de ser cada día mejor y eso, poco a poco, fue calando en todos nosotros. Nos lo fue contagiando a todos. Llegaba al vestuario, se ponía la camiseta y estaba concentrado en el trabajo. Poco a poco fue contagiando al grupo y todos nos apoyábamos en él porque era un líder", significa uno de los miembros de la ONU. "Estábamos nosotros, Antoine, De la Bella, Carlos Bueno, Jonathan Estrada... Éramos casi todos de la misma edad, vivíamos cerca, casi siempre en contacto. Era por eso por lo que había más afinidad", explica.

Con Martin Lasarte se convirtió en titular indiscutible en la Real. "Compatibilizamos bien por aquello de ser sudamericanos", recuerda. "Había mucha gente joven y esa responsabilidad que tiene el que viene de fuera, no sé si de tirar más pero sí de una manera diferente. Claudio, en eso, fue muy responsable. Conseguimos el objetivo de ascender y de mantenernos en Primera. Claudio fue un factor muy importante", destaca el entrenador uruguayo, que recuerda "a la perfección" la jugada en la que Bravo se convirtió en el primer portero goleador de la Real.

"Estábamos todas las semanas con eso de que no metíamos goles de falta. Hubo muchas charlas al respecto porque probaba uno y nada, probaba otro y más de lo mismo. Y llegó el partido frente al Nástic. Faltaba nada para terminar el primer tiempo. Le hicieron una falta a Antoine en el borde del área. Alguien gritó que se acercara Claudio, porque él entrenaba faltas durante la semana. Cada vez que le pegaba era un cañón. No sé si el que gritó lo hizo medio en serio medio en broma, pero me miró y le dije que fuera y, por suerte, terminó en gol", agradece. "Si no llegar a meterlo, estaríamos hablando de otra cosa bien distinta. Ganamos con ese gol", puntualiza el ahora entrenador de Nacional.

Para el juego de aquella Real, Bravo era el portero idóneo. "Salir jugando desde atrás o en largo depende de los mimbres que tengas. Había partidos en los que para salir jugando no había tanta dificultad, pero en otros sí, porque las características de los jugadores no eran esas. Teniendo a Claudio, que te ponía el balón donde quería, era una maravilla. Hicimos muchas cosas con eso", rememora. Aparte de su golpeo, en opinión de Lasarte, Bravo "era muy bueno en el arco. Te daba mucha seguridad", significa.

Y por encima de todo, "una cosa que hoy empieza a desaparecer. Él tenía don de mando", remarca. "Tenía la característica de ser extrovertido, gritar, ayudar a su defensa, arreglar algún problema que podía haber. Era como tener más de un jugador", argumenta Martín Lasarte, que destaca también, como no podía ser de otra manera, su "impresionante" gen competitivo. "Yo me iba de Zubieta, pero lo hacía después de armar la tarea del día siguiente, ducharme, ir por los vestuarios, hablar con Piu (el médico), Loren... Me iba dos horas después y estaban en el campo Bravo, Bueno y Antoine con una máquina de lanzar balones... Como si fueran niños pequeños, divirtiéndose, pero al final, compitiendo. Era muy competitivo", sostiene sobre un Bravo que coloca en el 'top 5' de jugadores más importantes en la historia del fútbol chileno. "No es poca cosa", valora.

Tras un paso exitoso por el Barcelona de Luis Enrique, Messi, Neymar, Suárez e Iniesta entre otros, Bravo se marchó al fútbol inglés. Un Manchester City 'naciente' le esperaba. Allí se encontró con Nolito, quien también le recuerda en Relevo: "Llegamos juntos. Era buen tío, nos reíamos muchos. Era buen portero y buen tío". Con Guardiola a los mandos, el club de Mánchester se españolizó rápidamente: "Hablábamos español todo el mundo, Zabaleta, Caballero, Silva, Jesús Navas, él, yo… De Bruyne también hablaba español. Y yo quería aprender inglés… (risas)".

Además de defender la camiseta del Manchester City, Nolito y Bravo pasaron por el Barcelona y eso les unía. Fue algo que el de Sanlúcar de Barrameda detectó en seguida: "Él también pasó por el Barça y es listo. Tampoco le hizo falta mucho tiempo para adaptarse, era inteligente. Fue hace tiempo y sólo un año, pero lo pasamos muy bien".

Su último baile fue el Betis. Claudio Bravo recaló en Heliópolis con 37 años y se encontró una afición entregada. Bajo sus guantes se cocinó la gran etapa que vive hoy en día el club verdiblanco. Con Manuel Pellegrini en el banquillo, su gran valedor, logró darle a la entidad la tercera Copa del Rey de su historia.

Alejandro Daza, canterano por aquel entonces, coincidió apenas una semana con Bravo, pero ya le bastó para quedarse con dos detalles de por vida. Ahora defiende la portería del Logroñés, en Segunda Federación, y habla en Relevo sobre el chileno: "Estuve poco con él, pero era muy buena gente. Todo el rato me daba consejos y me ayudaba. Cuando lo vi por primera vez me preguntó si tenía guantes y botas, y me regaló dos pares de cada. A mí me trató muy bien".

Uno de sus compañeros en la primera plantilla fue Edgar, ahora jugador del Almería. El catalán recuerda en Relevo una anécdota que define a la perfección a Claudio Bravo: "Cuando yo volví de la cesión de Oviedo, yo era más tímido. Uno de los primeros días me cogió en el gimnasio de broma, pero muy serio, y me dijo '¿Tú me has dado la mano y deseado los buenos días? Pues eso se tiene que hacer siempre'. Desde ese día lo hice siempre porque se hacía respetar mucho. Es una persona que transmite mucho. Todos los consejos que me dio favorecieron la comunicación conmigo. Me ayudó mucho como jugador".