Lo echaron dos veces por bajito y sufrió pasar de Guardiola a Bordalás: "Cuando jugaba a un toque, uno me premiaba y otro me castigaba"
Abraham González repasa en Relevo su carrera con Lillo, en el Barça, Espanyol y sus años en México.
Abraham González (1985) no hubiera imaginado los recuerdos que le ha brindado el fútbol en 19 años de carrera cuando Albert Benaiges, exresponsable de la cantera del FC Barcelona, le dijo que no seguiría la siguiente temporada "por bajito". El de Cornellà era un niño de 12 años y tuvo que reinventarse en la Ferran Martorell y el Horta, porque dio pasos atrás al no crecer en estatura, pero de juvenil y con la ayuda del representante Rafa Anguita llegó a Segunda División. Fue discípulo de Lillo, enamoró a Guardiola, fue soldado de Bordalás y creció en el Espanyol más con Aguirre que con Sergio González hasta que se marchó a vivir la penúltima etapa de su carrera a México. Allí se consolidó como uno de los mejores jugadores del torneo. Y se retiró tras pasar por Chipre.
A su espalda, más allá de los recuerdos y de las amistades, 315 partidos de Segunda B a Primera de 2004 a 2016, en España, y 216 más entre México y Chipre. Un futbolista que ahora mata el rato en la Kings League -aunque se ha roto la rodilla entera e inicia con una sonrisa el momento de la operación- y a quien le gustaría ser director deportivo. Abraham repasa su excelente carrera en Relevo.
Empecemos por el comienzo. ¿Cómo llegas de niño al Barça y por qué diste tantas vueltas?
Mi caso es raro. No tengo familiares deportistas ni futbolistas. Soy de Cornellà, vivía junto al antiguo campo de la Via Férrea. El primer deporte que practico fue el tenis. Mi padre me apuntó porque no le gustaba el fútbol. Se me daba bien, pero era caro, cuando tenía que subir de nivel, no podíamos. Luego me apunté a natación. Y se me daba bien. Pero de frente estaba el campo de fútbol, y yo insistí en jugar a fútbol. Estuve dos años en el Cornellà con Rodolfo Borrell, que llegó a estar en el City, pero antes se va a la cantera del Barça y me lleva con dos más. Estuve dos años pero me echaron por bajito. Me lo dijo Albert Benaiges.
¿Es duro que te lo digan así?
Es un trauma. Era infantil. Entonces me fui a la Ferran Martorell, aún jugábamos en Esplugues en el campo del Rayo Amarillo. Y me echan también por bajito. De cadete me voy al Horta, y estoy tres años. Pensaba ya que no me dedicaría a esto. Y el hermano de Albert Villarroya, mítico entrenador de la base del Espanyol, me lleva al Juvenil A de la Ferran Martorell de nuevo. Y me sale un buen año.
¿Y tenías representante?
Rafa Anguita me ve un día. Salíamos de noche y apareció entre dos coches. Nos dio un susto, estaba con mi madre. Y le dijimos que sí. Y fui al Terrassa a Segunda División con Enrique Martín. Y entrené una semana y me dijeron que sí. Así que pasé en un santiamén a Segunda A. Y justo llega Lillo. Con él muy bien. Estaban David Charcos y David Gallego, que también llevaba Anguita, y me ayudaron mucho. Era un vestuario muy complicado.
¿Por qué?
Se llevaban mal entre ellos.
¿Y triunfaste?
Con Lillo jugué más de 20 partidos. Era un entrenador que quizás nos daba demasiada información. Sabe mucho. Me encanta su estilo pero en aquella época podría sobrecargar. Pero me enseñó mucho como pivote, nos explicaba. Y Guardiola estaba jugando en Qatar, y allí la liga dura menos. Y vino a entrenar un mes.
Y tras eso llegas al Barça...
Guardiola ficha por el Barça B y me llama para el de Tercera. En el fútbol todos somos parecidos, hay que tener suerte. Allí me cambió todo.
¿Cómo recuerdas aquel año en Tercera?
Se trajo a Tito Vilanova, que fue lo mejor que pudo hacer, porque conocía mucho la Tercera. Fichamos a tres o cuatro jugadores que ya habían jugado en esas categorías, como Guerra, Torres, Chico Flores, Eneko, yo... Y luego los Pedrito, Busquets, Víctor Vázquez, Víctor Sánchez... Íbamos a campos muy pequeños como Manlleu, Cassà de la Selva. Y conseguíamos competir y jugar a fútbol. Guardiola es un genio.
"El 'Sport' me hace una entrevista y dice que soy el nuevo Iniesta. Y Guardiola me dice, 'mira, él estuvo en el banquillo, pues tú también estarás'"
Se han escrito miles de artículos sobre Guardiola, y además ahí están sus logros y su legado, pero ¿qué es lo que te impresionó a ti?
Todo lo que te dice, pasa. Si haces esto, sucederá esto. Y pasaba. Él sabía todo al descanso. Es un fuera de serie. Yo jugué todos los partidos de titular. Y, de golpe, me hace una entrevista el Sport y pone 'el nuevo Iniesta'. Y me dice Guardiola, 'mira, Iniesta estuvo en el banquillo, pues tu también estarás'.
¿Pasaba frecuentemente?
Otro ejemplo era Guy Assulin, porque su padre siempre venía a los entrenamientos. Y decía 'mi hijo tiene dos piernas, y Messi una'. Y le dijo que hasta que su padre no se fuera no iba a jugar. Luego nos organizaba cenas, nos las pagaba. El grupo estaba muy feliz.
¿Cuidaba mucho el grupo?
Nos llevó a la Dolceta, porque le gustaban los caracoles. Luego al Asador de Aranda. Y recuerdo que le comenté que unos tíos tenían un restaurante en Gracia, de arroces, y nos llevó allí a todos. Era un genio, era especial, fue una pasada. Lo lleva dentro. Tenía ese carácter, es muy listo. Cuando luego llegó al primer equipo seguro que hablaría con Xavi, Puyol... Quiere un vestuario sano. Y se informa bien.
¿Qué te contó él que no habías escuchando antes?
Algunas cosas se quedan grabadas, pero buscaba el dos contra uno en todas las zonas del campo. Y laterales que manejaran el balón para meterse dentro. Todo estaba pensado para generar espacios.
¿Y cómo hace aquello de que eres el mejor jugador que él había visto jugando a un toque?
Guardiola en un entrenamiento me dijo que era el mejor en posesiones de balón que había visto... claro, solo llevaba un año. Me gusta jugar así, como él. Tuve a Bordalás, por ejemplo, a quien admiro pero no es lo mismo, y me castigaba por jugar al primer toque. Me sacaba un minuto de los ejercicios... y Guardiola me premiaba. Bordalás me decía que mis compañeros no entendían lo de jugar al primer toque. Guardiola lo veía todo rápido, como con Pedro y Busquets. Quiero ver a estos dos, que estaban en el C. Con Busquets nos llamó la atención a todos. Jugó de delantero y metió dos goles. Luego ya lo puso de pivote. Siempre estaba bien colocado, ya sabía dónde tenía que ponerse. Y hacía mejor a todos.
Y pasa entonces de Guardiola a Bordalás...
Bordalás es un tío curioso. Hace poco vi su fotografía y pensé que está mejor ahora que antes. Le ha gustado cuidarse. Bordalás mata por los suyos, pero como rival te sacaba de quicio. Al lateral o al extremo los torturaba. Decía 'a este lateral lo expulsarán o lo sacaré del partido'. Él te sacaba lo máximo.
¿Muy defensivo?
Competir muy intenso y sacar al rival del partido. Ese era su lema. No era tan defensivo, hacíamos muchas ocasiones, estuvimos a punto de subir a Primera con el Alcorcón. Pero sí le gustaban los jugadores defensivos. Me ayudó mucho a adaptarme a todo tipo de estilos, de entrenadores... Me gusta el balón pero también presionar y correr. Al final acabé jugando con todos.
Tiene un máster en gestión de grupos. De Guardiola a Bordalás y luego a Aguirre...
He tenido entrenadores curiosos. Es un genio en la gestión de grupos. Por eso funcionan, porque él da todo por ti. En prensa siempre te protege, es muy honesto, te lo dice todo a la cara. Te cabreas, pero a la larga lo agradece. La táctica era de Casilla a Stuani, que la gana de cabeza, y ahí decía 'disfrutar'. No lo compartes, pero te convence. Te trata como si llevaras 15 años en Primera. Un tío muy cachondo.
¿Tu primer año en el Espanyol fue el mejor?
Mi primer año quizás fue el mejor, sí. Formamos un grupo majo. Tenía amistad con Casilla, que coincidí con él en el Cádiz, y con Víctor Sánchez. Luego con Javi López, David López, con Raúl Rodríguez, Víctor Álvarez... Éramos gente joven de Barcelona con un buen ambiente.
Es curioso que tu primer año con Aguirre fuera el mejor cuando después llegó Sergio, con el que en teoría, por perfiles, tendrías más opciones.
Con Sergio creía que iba a jugar más. Recuerdo que al comienzo me costó. Hablé con él, porque lo conocía por amigos en común. Iba entrando. No sé si hubo un malentendido, pero nunca lo hablamos. Y me dejó seis partidos sin convocar. No me dio explicaciones. Mis compañeros no lo entendían. Vamos al Vicente Calderón, me pone de inicio, perdemos 1-0 y me señala en el vestuario. Caicedo, Víctor Sánchez... Se extrañaron. Me dolió eso. Y me dejó sin convocar. Luego viene la Copa, pasamos rondas, lo hago bien y ya me pone en LaLiga. Me lesiono, me dice que no me preocupe que me lo he ganado, que volveré a jugar, pero no me pone. La sensación fue rara. No lo entendí.
"No sé si hubo un malentendido, nunca hablamos. Sergio González me dejó seis partidos sin convocar. La sensación fuera rara"
¿Y nunca supiste el porqué?
Hay más. Hay una anécdota. Sergio compaginaba el Espanyol con la selección catalana. Me dijeron que íbamos a ir tres a la catalana. Echan a Sergio y viene Galca. Y el primer día ganamos y digo en prensa que el cambio a mí me ha ido bien porque he jugado más. Y al día siguiente me dicen que ya no estoy convocado con la catalana, que irá Joan Jordán. Me quitó. No entiendo el porqué.
¿Pero cuál fue el detonante?
No sé lo que él pensó. Nunca dije nada. Quizás creía que estaba enfadado o algo. Tenemos amigos en común, pero nunca lo llegué a saber. Luego con Galca llegué jugando pero salió lo de México, creí que era una oportunidad personal y deportiva y me fui.
Y al margen de los pocos minutos con Sergio González, la afición la tomó contigo. ¿Encontraste explicación a eso?
Fueron malos entendidos de la gente. Mis tíos tienen el bar Sarrià 82, mi familia es perica, y cuando escucho que el Espanyol me quiere, dije que sí, que no quería saber nada más, que firmara ya. Me molestó luego cuando hubo un runrún conmigo. Yo había mamado el Espanyol. Por haber estado en el Barça y por culpa de una entrevista, la gente interpretó que era culé. Y una parte de la afición me llegó a silbar. No entraba en mi cabeza, no le di más vueltas.
¿Lo pasaste muy mal?
Recuerdo un partido contra el Levante que llovía mucho, entro en la segunda parte y cantaban 'Barça' cada vez que la tocaba. Llegué al vestuario y lloré, tuvieron que venir a consolarme. Me dio rabia, no lo entendía.
Después de su marcha, el Espanyol vivió un bonito año en Europa, pero luego llegaron dos descensos y la situación de desidia actual. ¿Cómo era el primer Chen?
Recuerdo que los capitanes hablamos con él. Estaba Mao Ye, Perarnau -exdirector deportivo- Javi López, Víctor Sánchez y yo. Nos habló del proyecto, que contaba con nosotros. Luego ya no tuvimos más contacto.
Antes de que llegara, sufristeis por cobrar...
Sí, pillé una época complicada. Los capitanes intentábamos que los empleados cobraran. Los jugadores teníamos cojín. Los premios se retrasaron, pero con Chen todo fue al día, sabíamos que había una red. En ese momento hay que agradecérselo. Salvó al club, sí, pero debes estar implicado o que tengas a alguien de confianza que sepa de fútbol. No quiero rajar del equipo, pero bajar dos veces en siete años... es complicado. Lo mejor es que venga alguien que quiera hacer bien las cosas.
Aunque has vivido en infinidad de equipos en España, como Barça, Alcorcón, Cádiz o Espanyol, en México has dejado huella. ¿Es un país peligroso para un futbolista?
Es un país pasional, pero me impresionó para bien. No tuve problemas. En Pumas, que es un histórico, sí que vinieron aficionados a los entrenamientos a hablar, pero sin agresividad. El fútbol es lo principal, es familiar, y los estadios se llenan. Hay niños, mujeres, abuelos... Es algo social y está arraigado.
La agresión a Aguirre con México, la batalla campal de Querétaro...
Recuerdo ese partido de Querétaro, estaba un excompañero y su familia en la grada. Hubo momentos duros. El problema son las bandas que se meten en los campos y se pelean, pero por suerte yo no lo he vivido.
¿Y no tuviste miedo al comienzo?
Estoy en el Espanyol, feliz y en mi casa, y puedo renovar. Cuando sale México, primero tenía miedo. No es Europa, donde puedes ir tranquilo por la calle. Es cierto que en mis cuatro años nunca pasó nada. Me aconsejaron que hiciera vida normal, que no demostrara que tenía mucho dinero porque los delincuentes están pendientes. Hay muchos secuestros... Pero no tuve problemas. Contraté un chófer y nunca me pasó nada. Me fui porque el Veracruz no me pagó en seis meses y denuncié y volví, sino habría seguido. La experiencia, la vida, la comida...
¿Y el fútbol?
Físicamente es mucho más duro. Juegas a 2.100 de altura muchas veces, luego vas al nivel del mar, luego al desierto o a la selva... Tienes que acostumbrarte a todo. Técnicamente hay calidad, pero flojean tácticamente. Aquí nos enseñan desde pequeños a pensar, allí no.
¿Se nota mucho la altura?
Lo notas al subir escaleras, te cuesta respirar. Notábamos con Pumas que los rivales bajaban la intensidad. Cuando llevas tres o cuatro semanas el cuerpo se acostumbra.
Y, como español, ¿allí eras capitán general?
Valoran mucho el fútbol español. Me sentí muy querido. Lo siguen. Les gusta mucho. Ahora está Rubén Duarte, que se ha ido a Pumas. Tienen poder económico para traer jugadores. Hay equipos como Tigres o Monterrey que fichan jugadores del Inter o de la Fiorentina. Muchos mexicanos no vienen a Europa por el sueldo. Muchos argentinos o brasileños van primero allí y luego a Europa.
"En México me aconsejaron que hiciera vida normal, que no aparantara tener mucho dinero y no tuvo problemas"
Tu hablas de la falta de táctica, ¿por eso se explica que su selección no arranca?
Deberían traer entrenadores españoles para sus canteras. La potencia de los jugadores es enorme, pero no les enseñan nada. Paco Palencia quería enseñarles la salida de balón a jugadores de 30 años y nunca habían escuchado esa palabra. Es lo único que le falta, la verdad.
¿Te costó el proceso de la retirada?
Tuve suerte, y siempre lo digo. Decidí retirarme cuando quise. Pude seguir un año más en Chipre, pero se me juntaron la cabeza y el corazón. El año anterior estuve unos días sin equipo, y me fue duro. Llevaba siete años fuera de casa. Hice cálculos de mi carrera, que son 19 años de profesional, y llegó el momento de dejarlo. No me costó. Tenía ganas. Si estoy en casa ahora no lo echo de menos, aunque a veces ves partidos de nivel y si echas en falta algo, pero estoy contento del paso que he dado.
¿Es un momento que compartes con otros futbolistas o que vives en soledad?
Lo hablo con los que más confianza tengo. Pero hay mucha variedad. Lo difícil es no encontrar equipo, porque es el fútbol el que te deja a ti, tú no quieres. Hay muchos casos. Piqué, por ejemplo, se retiró en buen nivel porque mentalmente estaba preparado y era lo que tenía que hacer y lo que sentía.
¿Cuál es el mejor jugador con el que has jugado?
Siempre digo Sergio García. Es brutal. Una calidad increíble, era jugador de Atlético o Sevilla. Es un tío familiar, y estaba a gusto aquí. Su nivel era brutal. No parecía rápido, pero su cambio de ritmo era muy bueno. Si el partido estaba difícil era darle el balón a él y ya lo ganaría. No se la quitabas. Era completísimo.
Y ahora, ¿qué harás?
La Kings League ayuda al retiro. Y eso se echa de menos, que son los vestuarios, el competir los domingos, y eso te suaviza. Empecé de comentarista deportivo, algo que no me planteaba pero me está gustando. Y acabé el curso de director deportivo. Y me veo encarado ahí, gestionar las áreas de un club, pero pisando el césped.