REAL MADRID

El inexplicable misterio del gol en el último minuto del Real Madrid: "¿Dónde demonios está ese gen?"

El periodista Alfredo Relaño presentó su último libro en compañía de leyendas blancas como Jorge Valdano, Vicente del Bosque o Carlos Santillana.

Un instante de la presentación del último libro de Alfredo Relaño. /RELEVO
Un instante de la presentación del último libro de Alfredo Relaño. RELEVO
Manuel Amor

Manuel Amor

Del Bosque dirige, Valdano asiste, Santillana martillea. Podría ser el epílogo de una remontada del Madrid de los 80, pero fue parte del eje argumental que acompañó la presentación del último libro de Alfredo Relaño: En el último minuto. El título, ideado por un culé, ofrece una cierta idea de su contenido, pero nadie descifró mejor que Valdano la intención de la obra: contar con palabras una historia cimentada en números y en acontecimientos sin fundamento.

La Librería Lé, en pleno corazón de Chamartín, se quedó pequeña para acoger el evento. Y no era para menos. Pocas veces un lugar tan pequeño reúne tanta grandeza. Relaño, presidente de honor del Diario As y eminencia en el oficio del periodismo, quiso aguantar a la llegada de Del Bosque ("lo esperaba aquí y no está"), pero abrió fuego ante la disculpada tardanza del campeón del mundo. Él presidía la mesa; a su derecha, Valdano; a su izquierda, Iñaki Gabilondo. Difícil imaginar un trío mejor para explicar algo que no tiene explicación.

El libro va de eso: de contar las gestas del Real Madrid en Europa, las que a alguno ya le suenan a añejo (la del Derby County en el 76, el 6-1 al Anderlecht en el 84, la del Gladbach en el 85 y la del Inter en el 86) y las que pasaron ayer (PSG, Chelsea y City y la tormenta perfecta en Concha Espina). Y de encontrar respuesta a la primera pregunta que lanzó al aire Gabilondo: "¿Dónde demonios estará instalado ese gen?". Nadie pudo contestar porque nadie lo sabe.

Los jugadores del Real Madrid celebran la remontada ante el City y el pase a la final de la Champions.  REUTERS
Los jugadores del Real Madrid celebran la remontada ante el City y el pase a la final de la Champions. REUTERS

Bernabéu, Di Stéfano y los 'quitaboinas'

Las figuras de Santiago Bernabéu y Alfredo di Stéfano sirvieron para retroceder al inicio del todo. Para Valdano, La Saeta colocó la piedra clave. "A los que le vieron jugar no les hables de Maradona, ni de Pelé, ni de Messi. Cuando el fútbol empezaba a repartir posiciones, él las ocupaba todas". Relaño le rebatía: la primera la puso Bernabéu. "En plena Guerra Civil, quitándose el cemento con el aeropuerto de Barajas, terminó construyendo un estadio para 120.000 personas. Eso es imaginarse el futuro".

No hacía falta demasiada discusión. Los dos estaban de acuerdo en la misma idea: sin ellos no habría libro. Bernabéu y Di Stéfano fabricaron la primera Orejona, en 1956, la segunda, en el 57, la tercera, en el 58, la cuarta, en el 59, y la quinta, en el 60. Sus milagros han trascendido de generación en generación y han terminado por empapar cada esquina del globo.

Los jugadores del Madrid se abrazan tras consumar la remontada ante el Monchengladbach, en 1985.
Los jugadores del Madrid se abrazan tras consumar la remontada ante el Monchengladbach, en 1985.

"El Madrid jugó el otro día con 11 extranjeros, pero son chicos imbuidos por el legado histórico que conocen. Esa es la grandeza: se hace carne en chicos que vienen de la otra parte del mundo", transmitía Gabilondo, con un palo guardado para las quejas de Ancelotti mientras rememoraba los duelos contra su Real Sociedad en el viejo Atocha.

"El Madrid ha conservado el mismo rasgo que mostraba en los campos de fuera del Bernabéu, cuando no sabíais la leña que se repartía. Había hasta ondulaciones en el campo, como para que otros se quejen ahora…". En aquellos tiempos, el Madrid generaba la misma "admiración imponente" en sus rivales. Ni los quitaboinas de San Sebastián podían frenarles. "Llamábamos así a los defensas porque pegaban unos pelotazos que se iban a la grada y le quitaban los sombreros a la gente. Pero ni así", contaba entre risas una de las voces más reconocibles del periodismo español.

Las remontadas de antes y los milagros de ahora

Cuando finalizaron las alocuciones protocolarias, Relaño llamó al estrado a Santillana. Seguía buscando una explicación. "Si hubiese un ranking de expertos en remontadas, tú estarías el primero". Pero él, uno de los mejores delanteros de la historia del club blanco, tampoco tenía la respuesta. "Hacen falta buenos jugadores, suerte, fe…". Su Madrid tenía algo más que todos esos argumentos.

"Cuando perdíamos fuera de casa, llegábamos al vestuario y nos mirábamos: '¡La puta madre, en Madrid nos los comemos!'". Y así pasó tantas y tantas veces. Santillana recordaba especialmente la del Inter en el 86, cuando Juanito pronunció aquella frase para la posteridad ("90 minuti en el Bernabéu son molto longo") después de que los blancos cayesen por 3-1 en el Meazza. "Es inolvidable: Juanito trepaba las vallas como un mono y le chillaba en la cara a Altobelli".

Hugo Sánchez, ante el Inter, en la remontada de 1986.
Hugo Sánchez, ante el Inter, en la remontada de 1986.

Aquella solo fue una de muchas. Había convicción, pero también un plan. "Existían varias reglas: teníamos que hacer las tres primeras faltas y que fuesen duras, amenazar a los rivales de cuentistas y que cinco jugadores se fuesen a por el contrario y otros cinco a por el árbitro, y disparar las tres primeras veces a portería". Así pasó esa vez: Santillana marcó el 4-1 en la prórroga y los nerazzurri se volvieron con el rabo entre las piernas a Milán. "Decíamos que un gol tardaba mucho en llegar, pero que tres venían muy rápido", apuntillaba Del Bosque.

El de Santillana del Mar, eso sí, encuentra serias diferencias entre las gestas en blanco y negro y las de color. "Nosotros hacíamos remontadas, ahora se hacen milagros. Y explicar milagros sí que es un problema. Esto se ha convertido en un asunto casi teológico". Seguían buscando la respuesta. Para Valdano, el miedo escénico es "reducir mucho el fenómeno". Hace falta carácter ("un jugador del Madrid que no concibe que la derrota es inconcebible dura poco", decía Del Bosque), convicción ("el último minuto no le pertenece a nadie, pero el Real Madrid tiene más derecho", Valdano) y, según Santillana, un poco de azar. Relaño se lo rebatió al instante. "Es así: para remontar sabíamos que teníamos que arriesgar y que los rivales se iban a quedar dos o tres veces solos", dijo el exdelantero. "Sí, pero muertos de miedo", remató el autor de En el último minuto.

La ayuda de la vergüenza

"El jugador del Madrid es muy vergonzoso", aseveraba Valdano, "le da miedo perder". En realidad, cada una de las remontadas se hace posible porque detrás se esconde una derrota gruesa. "Y eso, el Madrid, no lo puede permitir", confesaba Santillana. "Remontábamos en defensa propia. El luto en este club dura 24 horas".

Relaño también veía pistas en el público. "La afición que va a ver la Liga y la Copa de Europa es distinta. A los partidos domésticos acuden seguidores capitalinos y antipáticos. A la Copa de Europa viene mucho público de fuera, peñas que esperan durante mucho tiempo ese momento". El primer gol siempre lo mete el Madrid. El segundo, "el público". "El 1-0 supone la paralización del rival. El 2-0 está chupao".

Y así se llegó a la Decimocuarta, con el PSG de Messi, Neymar, Mbappé y Catar entrando en trance en Chamartín. A ellos y a Guardiola les pasó lo mismo que a todos los presentes en Lé: no encontraban explicación. Cuando Ancelotti sentó a Kroos, Casemiro y Modric contra el City, Valdano pensó en voz alta: "Nos meten diez". El resto es historia. Como la que cuenta Relaño en un libro que ya es un imprescindible para todos los que creen en los milagros.