Iago Aspas pasó su peor calvario en el Celta con un dolor que le mandaba del sofá a la cama... y a la camilla
El delantero gallego vivió un auténtico martirio los últimos dos meses de esta temporada.
A pocos jugadores les gusta más una pelota que a Iago Aspas. El delantero del Celta lleva pegado a una desde que prácticamente comenzó a caminar. Primero en Moaña, la localidad que le vio crecer, y posteriormente en A Madroa, la vetusta ciudad deportiva del equipo vigués que ya solo emplean las categorías inferiores. También en sus años en Liverpool y Sevilla. El goleador gallego sonríe si tiene un balón cerca, por eso estos últimos dos meses han sido los más complicados en su carrera deportiva. Una fuerte dolencia en la espalda le apartó casi todos los días de su mayor pasión: jugar al fútbol.
Los problemas en dicha zona no son nuevos para Aspas, que a lo largo de los últimos años ha tenido algunos episodios de lumbalgia, todos ellos puntuales. Pero en esta ocasión, el problema ha sido grave y, de momento, sin solución. Poco después de regresar de su concentración con la Selección se agravaron los dolores en su espalda hasta el punto de tener que parar y no poder completar algunos entrenamientos. Su hiperlordosis tampoco le ayuda.
Pese al dolor, cada día más fuerte, el jugador quiso seguir ayudando al equipo durante el mes de abril. Bajó un poco la intensidad en los entrenamientos y comenzó a tratarse de manera más intensa con los fisios del club. Los masajes y las terapias le calmaban mínimamente las molestias, que regresaban poco después como un punzón en su espalda. Y a finales de mes, todo empeoró más.
Los dolores comenzaron a ser insoportables para él y su presencia sobre el césped de la Ciudad Deportiva Afouteza era cuentagotas. Su día a día había cambiado por completo, pasando de disfrutar junto a sus compañeros en el campo a pasar de la cama al sofá y del sofá a la camilla. Lo peor para él, tanto a nivel físico como a nivel mental, era que las molestias no desaparecían pese al descanso que le estaba dando a su cuerpo.
Médicos y fisios del Celta probaron distintos tratamientos con Iago, sin que ninguno surtiese el efecto deseado. Todo ello mientras el equipo acumulaba malos resultados y caía puestos en la clasificación. Por ese mismo motivo el jugador quiso seguir ayudando a sus compañeros y a su club. Ante el Valencia, en la jornada 34, fue sustituido al principio de la segunda mitad y desde entonces ya no fue titular nunca más, una situación totalmente desconocida para él, que apenas podía ejercitarse durante la semana. Su camino seguía siendo de la cama al sofá y del sofá a la camilla.
Para disputar algunos minutos, Aspas ha tenido que apoyarse en la medicina para soportar el dolor, y ese mismo esfuerzo le dejaba dolorido durante varios días. Se sentía en deuda con el equipo y quería ayudar de la forma que fuese, por eso pactó con Carvalhal que rebajaría mucho sus minutos sobre el campo, pero no quería borrarse. Con el Celta en una situación cómoda en la tabla, su temporada habría acabado un mes antes, pero Iago sufrió y sacrificó su salud por conseguir una permanencia que no llegó hasta la última jornada.
La espalda de Iago ha pagado el esfuerzo. El jugador sigue con muchos dolores y está estudiando los pasos a seguir para tratar de revertir su situación física. Por el momento, el descanso es obligado, pero en este inicio de sus vacaciones acudirá a tratarse a la ciudad deportiva con los fisios del club a la espera de que los problemas vayan desapareciendo. Si esto no ocurre, intentarán otros tratamientos más agresivos, pero lo cierto es que a sus 36 años, Aspas puso al Celta por delante de su propia salud.