VILLARREAL CF

La historia del Villarreal confirma por qué Roig descarta a técnicos extranjeros como Graham Potter... aunque le gusten

En 100 años sólo dirigieron entrenadores que hablaban castellano, incluidos los únicos foráneos: Leardi (Argentina) y Pellegrini (Chile).

Graham Potter, extécnico del Chelsea que fue ofrecido al Villarreal en septiembre. /GETTY
Graham Potter, extécnico del Chelsea que fue ofrecido al Villarreal en septiembre. GETTY
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Justo en el momento en el que Quique Setién empezaba a estar sentenciado en el Villarreal el pasado mes de septiembre, tras una renovación en verano sin convencimiento por parte de la directiva basada simplemente en las matemáticas, Fernando Roig Negueroles, director general e hijo del presidente, se vio con unos cuantos entrenadores para comenzar el casting en busca de un sustituto de garantías. Entonces, hubo un candidato por encima del resto que le impresionó por lo que su agencia le contó de él, por su vitalidad y debido a la mentalidad que le hacía diferente: era Graham Potter (48 años).

Ese día, podría haber cambiado drásticamente una tendencia histórica en el club a la hora de las contrataciones, pero de nuevo el idioma -y que al final el que toma las decisiones es Roig padre- volvió a ser un impedimento para que así fuera. En cien años de historia, tanto cuando se denominaba CD Villarreal desde 1923 como cuando pasó a ser Villarreal CF tras federarse en un inicio como Club Atlético Foghetecaz en 1947, sólo han dirigido al equipo técnicos de habla hispana, incluidos los dos únicos foráneos, Mario Leardi (Argentina) y Manuel Pellegrini (Chile). El archivo histórico de Aureli Sánchez, enciclopedia viviente y miembro del grupo de Amics del Villarreal, no falla. De esta manera, el inglés, el francés, el italiano y otras lenguas sólo han sido pronunciadas en el vestuario groguet por futbolistas.

La negativa para realizar el fichaje de Graham Potter, antiguo entrenador del Chelsea, se debió sobre todo a que no sabe más que un puñado de palabras en castellano. Aunque gustó mucho su perfil, esta carencia fue definitiva. Según las diversas fuentes consultadas, su llegada, con estas características, hubiera dificultado demasiado la relación entre las distintas partes. Con los directivos porque, aunque hay contados puestos de mando en la directiva, son intensos a la hora de involucrarse en el trabajo diario de la plantilla y en ellos predomina más el valenciano que el inglés. Y con los jugadores, la mayoría nacionales (15), ese distanciamiento hubiera dilatado algo más el pleno entendimiento general para alcanzar un mejor e inmediato rendimiento.

Pellegrini, Fernando Roig, Llaneza y Fernando Roig Negueroles, en una imagen de 2008.  MIKEL PONCE
Pellegrini, Fernando Roig, Llaneza y Fernando Roig Negueroles, en una imagen de 2008. MIKEL PONCE

Pese a su gran discurso y a los atractivos planes que trasladó Graham Potter sobre lo que había que hacer para remontar el vuelo en La Cerámica, la negativa a que él fuera finalmente el entrenador elegido -en beneficio de Pacheta hasta que fue destituido poco después- se debió también a que el Submarino necesitaba a una persona conocedora al detalle del fútbol español. Además, la elección también tuvo una consecuencia en cuestión de días, más allá de que, con esta tradicional costumbre de la casa, el Villarreal ampliaba una estadística curiosa. En cuanto el británico recibió el agradecimiento a su disponibilidad sin que le dieran el trabajo que buscaba, decidió que esa calabazas nos las iba a vivir nunca más por la maldita barrera del lenguaje. Así que poco tiempo después, el exjugador y entrenador que también pasó por el Östersunds sueco, Swansea y Brighton, regresó a ver fútbol en directo en España al mismo tiempo que comenzó las clases particulares con el objetivo de ampliar sus conocimientos.

Un caso extraño

El caso del Villarreal no es único en el mundo. Aunque sí es una realidad complicada de ver dentro del fútbol profesional de máximo nivel, donde hasta clubes con un potencial similar al suyo en las últimas temporadas, sobre todo en cuanto a objetivos y presupuestos para poder pagar grandes salarios a los mejores entrenadores internacionales (Real Sociedad, Athletic...), tienen más variedad y menos condicionantes a la hora de elegir a su patrón. Estos clubes con los que puede compararse, como muchos otros, han ido modificando poco a poco sus peculiar filosofía original para fijarse en el producto extranjero, tan demandado en Europa. Así llegaron, por ejemplo, Toshack, Krauss, Denoueix, Coleman y Moyes en San Sebastián, o varios a Bilbao desde Míster Pentland a Jupp Heynckes. En Vila-real, sin embargo, lo más exótico que llegó al cargo fue Osman Bendezu en la temporada 1992-93, que tenía la doble nacionalidad peruana.

El hecho de que el Villarreal, hasta los años setenta en los que juega en Segunda, hubiera sido prácticamente un equipo de ámbito regional, daba más sentido al hecho de que optara por el producto local, más conocedor de los entresijos de la tierra. Desde José Valls, que fue el primero, los técnicos de la zona eran sin duda más expertos del fútbol territorial, de los jugadores, de los estadios y del resto de condicionantes. La moda de los entrenadores ingleses que poblaron el siglo pasado los banquillos en España no llegó a El Madrigal, entre otras cosas también porque para ellos ir a un pueblo tan pequeño como Vila-real (poco más de 50.000 habitantes hoy, pero casi la mitad en plena Transición) todavía no era tan atractivo como ahora por el hecho de jugar en la élite, con sus jugosos contratos y competiciones deseables.

El Villarreal siempre prefirió optar por gente cercana, del poblet, llevando hasta las últimas consecuencias aquello de "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". De hecho, llegó a dar la oportunidad hasta a dos preparadores nacidos en el corazón de Vila-real. El más conocido y laureado fue Abelardo Rico, que logró ascender a Tercera en dos ocasiones, y Bautista Monzonís 'Bufaga', que estuvo unos meses al frente del equipo en Tercera en la temporada 1975-76 que acabó con un descenso a Regional. De Nules, al lado de Vila-real, también fue otro de los entrenadores más recordados en Castellón, Pedro El Mago Paradells.

Benito Floro, en su etapa en el Villarreal en la temporada 88-89 junto a Jorge López.  TONI LOSAS
Benito Floro, en su etapa en el Villarreal en la temporada 88-89 junto a Jorge López. TONI LOSAS

Una costumbre con respeto

Lo que está claro es que el hecho de que no haya habido en el Villarreal entrenadores que no tuvieran el castellano como lengua principal, no ha sido por falta de atrevimiento o por cuestiones discriminatorias. Ha sido una elección más como puede ser, por ejemplo, elegir mediocentros de buen pie antes que correcaminos. Así lo confirman diferentes fuentes consultadas que han trabajado a lo largo de los años en la entidad. El Villarreal siempre fue un club abierto y ejemplar. Hasta el punto de que en los años setenta llegó a tener un entrenador-jugador, una moda muy extendida en Reino Unido: José Vicente Forment, el que fuera ídolo del Valencia, formó pareja con Francisco Causanilles en el banquillo, y tenía ese doble rol.

Y el Villarreal también ha sido tan innovador como el que más. La prueba es que antes de que brillara en el Albacete -con la estrategia, la psicología y El Queso Mecánico como banderas-, Benito Floro entrenó al Villarreal con un poderoso proyecto financiado por Porcelanosa. Sólo el ruido extradeportivo, achacado en gran parte a algún que otro periodista valenciano, lo tiró abajo para lamento de los aficionados.

Aun así, lo más laureados de esta centenaria historia siguen siendo Pepe Rey, que fue quien logró el primer ascenso; Pellegrini, con aquel segundo puesto en Liga y unas semifinales de Champions a base de un fútbol espectacular; Unai Emery, tras lograr el primer título de la historia (Europa League), y cómo no Marcelino García Toral, un técnico que, por cierto, ha estado aprendiendo inglés y llegó a chapurrear en Marsella el francés. En su caso, la admiración de sebe al ascenso a Primera de 2013, a las semifinales que alcanzó de Europa League, a que metió al equipo en una Champions que él no pudo disfrutar y, sobre todo, a que ha regresado a casa.