Un golazo de Krejci en el descuento rescata al Girona y amarga al Villarreal

Marcelino no se fiaba un pelo de la versión mostrada por el Girona en Champions porque sabía que poco tendría que ver el equipo que visitaría La Cerámica. El submarino amarillo mostró lo mejor de sí en la primera parte y en el inicio de la segunda, pero se desvaneció cuando dejó de correr. El entrenador groguet marcó el partido desde los vestuarios y Míchel viró el rumbo desde la pizarra para puntuar en un campo que también quiere ser de Champions.

[Consulta la clasificación de LaLiga]

El Girona entró al encuentro presionando muy arriba sobre la salida del Villarreal y complicando a los de Marcelino, que no encontraban a Parejo para poner cordura a tanto ida y vuelta. Diego Conde se tuvo que estirar nada más comenzar el partido cuando Bryan Gil buscaba su palo zurdo, pero aquella fue la única ocasión de los de Míchel en la primera parte.

El conjunto groguet reaccionó de forma inmediata al dominio de la posesión del Girona montando transiciones fugaces que desarmaban a los visitantes. Parejo trazó un puente aéreo hacia Baena y el ex gironí partió en dos a los de Míchel en cada arranque. Así se abrió el marcador pasados los veinte minutos de partido, cuando un centro del interior lo cazó al vuelo Yeremy Pino. La madera escupió el cabezazo del extremo y Barry cazó el rebote para empujar el balón al fondo de la red.

Aquello no sólo sirvió para que el submarino amarillo se adelanta en el marcador, sino para que entendiera el tipo de partido que más le convenía. El Girona quiso imponer su estilo monopolizando el balón y jugando a las cuatro esquinas, pero salvo un disparo de Danjuma jamás volvió a incomodar a Diego Conde en la primera parte. Los de Marcelino, en cambio, dibujaron autopistas en cada contraataque y tuvieron en las botas de Pape Gueye y el propio Barry el segundo tanto del partido. Sólo la falta de finura y un par de acciones sensacionales de Krejci mantuvieron el marcador al descanso.

El paso por vestuarios reforzó la idea de los de Marcelino y Baena reventó el partido en la primera acción de la segunda parte. Yeremy Pino robó un balón en banda derecha y lo cambió de banda para un Baena que dejó atrás a Arnau con el control y fusiló a Gazzaniga con la pierna mala. Míchel ya había introducido a Abel durante el descanso minutos más tarde metió a Stuani para virar el plan de partido.

Miguel se echó el equipo al hombro e interpretó que su equipo debía mirar más al área para, al menos, finalizar jugadas tras tanto dominio. El uruguayo tuvo una ocasión inmejorable dentro del área pero vio como Diego Conde respondía con los pies. Aquello acabó en un saque de esquina lanzado por Bryan Gil y despejado por Barry que se encontró Van de Beek dentro del área. El neerlandés remató de primeras un balón que se desvió en Sergi Cardona y se acabó colando para dar vida a los de Míchel.

El Girona se asentó en el partido con la doble punta Stuani - Abel y consiguió frenar la autopista que se generaba en cada transición del Villarreal cuando Yeremy se marchó tocado. Parejo fue el siguiente en abandonar el terreno de juego con molestias y el cuadro de Marcelino comenzó a hundirse sobre su propia portería. Stuani creyó hacer justicia tras una jugada tejida entre Portu y el propio Abel, pero su gol, en los primeros minutos del descuento, no subió al marcador por fuera de juego.

No se rindió el Girona y encontró premio en el 97'. Blind colgó un balón al área que peinó Krejci y bajó Stuani de cabeza. La pelota quedó muerta en la frontal y el propio Krejci, que estaba acabando el partido de delantero porque tenía molestias, le pegó con el alma para firmar un golazo que empataba el partido.

Marcelino vio las dos caras de su equipo en un mismo duelo. El que tiene espacios para correr y encuentra a Baena en transición es asesino; el que se echa atrás y fía todo a su defensa de área es casi suicida. Los de Míchel sufrieron ante el primero y sometieron al segundo hasta encontrar el premio. Tras casi decir adiós a la Champions entre semana, este punto vale oro para aspirar a jugarla un año más.