El Gavi más centrocampista lidera la remontada del Barça
El centrocampista andaluz, amonestado en el primer tiempo, ha jugado un gran partido como mediocentro.
No hay mejor escenario para medir la personalidad de un futbolista que cuando todo empieza a caer a su alrededor y queda él ante el peligro. Es ahí, en un contexto de caída libre sin freno ni cinturón de seguridad, cuando aflora el carácter del jugador y deja en la superficie lo que lleva dentro. Gavi, que tenía que descansar ante el Celta, terminó siendo el héroe silencioso del partido. Su pase final, asistencia que recuerda a las que daba su entrenador, fue un autorregalo para señalar que si el Barça había llegado vivo hasta el final, era porque él lo había salvado.
Como en una película de terror, todo en el partido fue degenerando para el FC Barcelona. El 0-1 tempranero abría una duda que los locales tendrían que saber resolver, y a medida que avanzaba muy lento el primer tiempo, el Barça fue incapaz de darle respuesta. El 5-3-2 que planteó Rafa Benítez buscaba juntar mucho a mediocentro y centrales, con interiores haciendo recorridos siempre verticales y rara vez horizontales, y desde ahí cortar las alas al Barça y obligarle a ir por fuera, donde aguardaban Marcos Alonso y Ferran Torres sin desborde. El Celta controló al Barça. Y lo amenazó mucho más de lo que los locales esperaban. Y ahí emergió Gavi.
Gavi amonestado; un Gavi más tranquilo
En el descanso, Xavi cambió el encuentro. Dio entrada a Lamine Yamal y Araújo para pasar a dibujar un 3-4-3 puro, con Gavi y Cancelo en la base del cuadrado, y Joao Félix y Gündogan en la parte alta. Esto, que no funcionó hasta la ráfaga final, expuso muchísimo a sus centrales, que ante la doble punta visitante quedaron siempre fijados y teniendo que correr para atrás. Y a un Gavi que, amonestado en el primer tiempo, tuvo que lidiar con todo el centro del campo durante 45 minutos en los que el Barça no tuvo ningún control de la situación. Solo ante el peligro. Y ganó Gavi.
El canterano debe dejar atrás la etiqueta que lo acompaña, de forma justa pero limitante. No es solo un activo competitivo de primer nivel, un jugador que pelea y baja al barro, que empuja emocionalmente a los suyos y logra que la intensidad y la concentración no decaigan. Su fútbol está floreciendo en lo que ya se intuía: Gavi es un centrocampista para vivir tocando pelota y no moviéndose para que reciban otros. Con un jugador tan móvil como Cancelo al lado y ante la parálisis colectiva, Gavi la pidió, se juntó con Joao Félix en izquierda y buscó ser agresivo desde el pase. Mandó en un equipo en el que nadie quería mandar y todos querían sumar la jugada decisiva.
Xavi Hernández reconoció en rueda de prensa que "si hay que personalizar la remontada en alguien, es en Gavi". Joao Cancelo será la imagen del partido, porque como el equipo jugó rematadamente mal, pero es tan bueno que en dos chispazos ganó el encuentro, haciendo de extremo y de interior a la vez. Pero fue Gavi el que, para permitir que el equipo tuviese opciones cuando ya todos creían, empujó y empujó cuando nadie lo hacía. Su fútbol, al que se le mira con cierta distancia, como si Gavi solo fuera ese adolescente gamberro que corre y pelea, hizo un ruido distinto y al que nos tendremos que acostumbrar: el de un interior que la quiere, la retiene y la mueve con sentido. El pase final, maravilloso y que nadie más vio, sirve como epitafio para lo que se viene, que será mucho.