FÚTBOL

Diego Capel: "Cuando falleció Reyes, me cambió la vida; llamaba a mi madre para decirle 'te quiero"

El internacional atiende a Relevo para repasar una extensa trayectoria con momentos duros que ha logrado superar. Con 35 años, la retirada planea sobre su mente.

Diego Capel, durante la entrevista. /Relevo
Diego Capel, durante la entrevista. Relevo
Alonso Rivero
Samuel Silva

Alonso Rivero y Samuel Silva

A Diego Capel parece que nada pueda borrarle la sonrisa del rostro, esa que aparece desde el primer saludo hasta que le toca despedirse. Y tiene motivos sobrados para, al menos, torcer el gesto ante la incertidumbre. Acude puntual al encuentro con Relevo en el hotel NH Collection de Sevilla, lugar habitual de concentración de los equipos que visitan al Betis y al Sevilla. El gesto de su boca no borra lo que dicen sus ojos y, posteriormente, sus propias palabras. Está a punto de tomar la decisión más difícil para un profesional: dejar el fútbol. El día 16 cumplió 35 años. Queda lejos aquel niño prodigio que enamoró al fútbol español, aunque lo cuenta como si hubiese sucedido ayer, como si acabase de salir del vestuario de su Sánchez-Pizjuán.

Pocos saben que aquel niño de apenas 16 años que copaba las portadas de los periódicos tuvo un breve paso por La Masia, templo de los sueños de muchos pequeños. Fue con tan sólo 12 años. En su pueblo, Albox, no había equipos federados y su tío decidió llevarlo a Olula del Río. Tras dos semanas entrenando le confirmaron que le hacían ficha. Un mes después, en un torneo andaluz, un ojeador del Barcelona le echó sus redes. Tras una prueba, en agosto viajó a Barcelona pero pronto notó que algo no iba bien. "Las conversaciones con mi madre duraban dos minutos. Enseguida me ponía a llorar. Me pasó factura y decidí volver a casa. Estaba cumpliendo un sueño, pero a la vez necesitaba estar con los míos", relata.

En aquel momento tenía la sensación de que su sueño de llegar a la élite había terminado. Esos trenes que, según dicen, pasan una vez en la vida. No obstante, no pensaba abandonar lo que más le gustaba y continuó disfrutando del balón en su hábitat natural. Pero como todo lo que le ha sucedido en su carrera, rápidamente volvió a aparecer otra oportunidad de alcanzar el profesionalismo. "Al año siguiente me llamó Pablo Blanco para hacer una prueba para la cantera del Sevilla", recuerda. De cadete al filial, casi sin digerirlo, en una entidad que pasaba momentos complicados en lo económico y con un entrenador, Joaquín Caparrós, al que no le temblaba el pulso a la hora de confiar en los jóvenes. Un caldo de cultivo ideal para Diego, que desde muy joven tuvo que soportar el peso de la presión. Y más cuando llegó su debut: 24 de octubre de 2004 ante el Atlético de Madrid. Aquel niño, de 16 años y melena rubia, cumplía el sueño de debutar en Primera. "Pasé del anonimato a que todas las personas me pararan por la calle", recuerda.

Diego Capel, en su etapa como sevillista.  GETTY
Diego Capel, en su etapa como sevillista. GETTY

"Yo intentaba aislarme de todo. Con esa edad, que te comparen con Messi, con Cristiano, que estés en boca de todos… Fue difícil. Sólo quería seguir disfrutando porque sabía que vendrían momentos malos. El Sevilla estuvo muy pendiente de todo. Después de la salida de Reyes, todos los focos estaban sobre mí, pero mis padres supieron ayudarme, y yo sólo quería aprovechar este tren", explica. Y supo hacerlo.

Diego Capel y la presión mediática a la que se vio sometido con 16 años. VÍDEO: FERNANDO FRAILE

En siete años en el equipo de su vida, ganó dos Copas de la UEFA, una Supercopa de Europa, una Supercopa de España y, como broche final, un título de Copa del Rey. Es, sin duda, el que Capel tiene marcado en su corazón. Partido en el Camp Nou ante un Atlético de Madrid que venía de ganar precisamente la UEFA y que era el claro favorito. Diego tuvo una actuación soberbia: abrió el marcador, que después cerraría otro canterano, Jesús Navas. "Mi familia estaba en la grada y en el Sevilla más glorioso de la historia fui protagonista. Hice felices a los sevillistas. Fue una noche mágica", rememora con su eterna sonrisa.

Reivindica -él que lo ha sido- el papel de los regateadores, una especie en extinción en nuestro fútbol: "Se ha perdido la esencia del extremo puro. Me encanta ver a jugadores como Bryan Gil o Vinicius. La escuela de la calle ya no existe. Si en mi época hubiera existido el VAR habrían expulsado a más jugadores. Vinicius me parece un fenómeno. Hay que proteger a esos futbolistas, aunque, a veces, él caiga en ciertos gestos que no son buenos. Tiene un crecimiento brutal. Cuando juegas en un club como el Madrid todo se magnifica, pero creo que salvo los insultos, que son condenables y hay que terminar con ellos, el resto forma parte del fútbol", argumenta.

Su rostro se ilumina cuando habla de la Selección. Aquel grupo venía de ganar una Eurocopa y Vicente del Bosque se estrenaba como seleccionador tras la cuestionada salida de Luis Aragonés. Mucho se hablaba de aquel estilo de toque y asociaciones donde parecía que el de Albox no encajaba. Del Bosque decidió apostar por Diego y además colocarlo de inicio en su primer partido. "Fue el punto más importante de mi carrera. Verme allí con Sergio Ramos, Villa, Iniesta o Xavi. No podía creérmelo. Me sentía en la cima", dijo.

Diego Capel con la selección. DIEGO CAPEL
Diego Capel con la selección. DIEGO CAPEL

Salida a Portugal

La irrupción de Diego Perotti le restó minutos, aunque Capel seguía siendo una pieza importante en aquel Sevilla. La Dirección Deportiva seguía con su modelo de vender para crecer y pensó que con la oferta del Sporting Club la etapa del de Albox había terminado. Los lisboetas apostaron fuerte por él y el miedo inicial por dejar su casa pronto se tornó en agradecimiento. "Me hubiera quedado en el Sevilla toda la vida. No pude hablar en mi rueda de prensa de despedida porque tenía enfrente mía a gente a la que consideraba mi familia, pero lo que viví en Lisboa fue mágico. Aquel recibimiento en el aeropuerto. Viví una época muy bonita. Soy el español con más partidos en el club y la gente se sigue acordando de mí. Allí conseguí dar un gran nivel", argumenta Capel, que vivió los mejores años de su carrera entre Nervión y Lisboa

Sin embargo, todo se truncó con la llegada de Bruno de Carvalho. El excéntrico presidente del Sporting, que se empeñó en realizar excesivos cambios en la entidad, perjudicaron al habilidoso extremo zurdo. Diego fue uno de los primeros damnificados. "En tres años se cargó el club. Era más aficionado que presidente. Se sentaba en el banquillo. Fueron años complicados donde él quería ser protagonista. Decidió que al ser el jugador con más salario tenía que marcharme. De repente me vi entrenándome con el filial. Los aficionados no se lo creían. No podía estar en un sitio donde el que mandaba no me quería", asegura Capel. No todo es color de rosa en el mundo del fútbol.

Diego Capel se sincera sobre su salida del Sporting de Lisboa.VÍDEO: FERNANDO FRAILE

De Italia a Bélgica

Para el almeriense fue un palo muy duro. Otra vez se sentía como en casa y por segunda vez (tras su salida del Sevilla) tenía que dejarla. Lo tenía todo, estaba aclimatado a la ciudad y las conexiones con Sevilla eran buenas. Tenía que comenzar de nuevo, en una liga nueva. Se marchaba a Italia a defender los colores del Genoa. "El vestuario me acogió de manera increíble y pude adaptarme pronto", apunta.

Su momento trotamundos no se iba a detener. El Anderlecht, un histórico de Bélgica, llamaba a su puerta. No se lo pensó. Otra vez con las maleta a cuestas, aunque deja claro que estaba un poco cansado de vivir lejos, echaba de menos demasiado su país: "La primera parte del campeonato lo juego todo, pero de repente me llegan dos ofertas de España. El club me dice que no van a dejarme salir. Llevaba muchos años fuera de mi casa y tuve ansiedad por regresar. Cuando en el último momento accedieron, se truncó todo y en el segundo tramo de la temporada perdí el protagonismo". Llegó el verano y, a pesar de las opciones de continuar en Bélgica, Capel decidió abandonar el Anderlecht y esperar ofertas: "Esperé hasta el final porque, aunque tuve ofertas, pensé que me merecía algo mejor. Me equivoqué".

Su momento más duro

Con 28 años y 12 como profesional se vio sin equipo. "Fue el año más difícil de mi carrera. Lo había tenido todo. Me levantaba por la mañana y me veía con un preparador físico entrenándome. Estuve a punto de arrojar la toalla. Se acabó. De estar acostumbrado a una vida llena de rutinas a verte con tiempo libre. No tomé la decisión correcta pero empecé a valorar otras cosas", reconoce el almeriense. La mente de Diego empezó a cambiar.

Diego Capel: «En muchos momentos, pensé en tirar la toalla».VÍDEO: FERNANDO FRAILE

La búsqueda del siguiente destino seguía pero no iba a depender de salarios u objetivos deportivos, quería disfrutar del balón. Había aprendido a valorar todo lo conseguido y su ego se había saciado. "Aprendí también que el fútbol tiene una parte de mentira. Cuando te ves en una situación en la que ya no eres el foco valoré a aquellos que me querían por lo que soy. Piensas que eres el mejor, que todo es de color de rosas y te das cuenta que lamentablemente no es así", se sincera Capel. El principio del fin se acercaba.

En un pequeño pueblo como Almendralejo volvió a sentirse futbolista. La gente estaba volcada y meses después tuvo la fortuna de encontrarse con su amigo José Antonio Reyes. Su rostro cambia y sus ojos se humedecen al hablar de él. "El Extremadura volvía al fútbol profesional, conseguimos salvar la categoría y recibimos ese mazazo. Otra vez. Ya lo viví con Antonio Puerta, pero quizás en aquel momento mi juventud me ayudó a salir del bache. Era mi compañero de taquilla y repartía alegría allá por donde pasaba. Me cambió la perspectiva de la vida. El fútbol pasó a un segundo plano. Lo más importante para mí se convirtió en llamar a mi madre y decirle que la quería. Y a mis amigos. Él estaba en un gran momento personal. Su hijo estaba iniciando sus pasos en el fútbol. Levantarme a los dos días y no verlo a mi lado en el vestuario…", recuerda con dolor.

Diego Capel, sobre el fallecimiento de Reyes: «Tuve dos o tres semanas que cada noche soñaba con él».VÍDEO: FERNANDO FRAILE

Después llegaron sus etapas en Malta y Grecia, más experiencias de vida lejos de casa, siempre soñando con volver, pero pensando que el camino se acababa, que debía exprimir cada segundo en la élite: "En esos sitios me di cuenta de todo lo que he conseguido. Esos recibimientos, esa admiración. Me hizo sentirme afortunado por todo lo que había vivido". Y es que Diego Capel lleva desde bien niño dentro de un mundo lleno de lobos. Vivió la cara amable del deporte bien joven, para ir dándose cuenta con los años de que no es oro todo lo que reluce. Antonio y José Antonio le dejaron un vacío que jamás podrá llenar. Lo fue tapando con el fútbol, sin arrugarse para viajar donde le diesen una oportunidad. El camino se va acabando. Y, al menos, luce una sonrisa franca al recordar una carrera para enmarcar.