Darío Ramos, el 'otro' Vallejo de la cantera del Zaragoza que tampoco cuajó en el Real Madrid: "Sientes que estás de relleno... Es un hotel de cuatro o cinco estrellas"
El portero, que se formó en la cantera del club maño, pasó por los filiales de Real Madrid, Albacete, Getafe y Osasuna.

En las palabras de Darío Ramos (Valencia, 1999) se aprecia un tono diferente. A sus 25 años, parece haber alcanzado la madurez necesaria para repasar su hasta ahora corta pero intensa carrera sin apenas titubear, consciente de que ha sido difícil ("he tenido muchas lesiones, pero no puedo echarle a eso la culpa..."), pero con la certeza de haber disfrutado cada etapa. Él mismo lo reconoce: "Lo valoras en el momento, pero más con el tiempo". Osasuna y Real Madrid, dos de los cinco filiales por los que ha pasado, se ven las caras este sábado en El Sadar (16:15), en una visita siempre complicada para los blancos.
Su historia es algo atípica, ya que antes de enfundarse por primera vez la casaca del Zaragoza, probó suerte con "el frontón", todavía en Valencia: "Soy de un pueblo pequeñito de Valencia y hay mucha tradición de jugar a frontón pese a lo pequeño que es, porque en invierno no hay más de 200-300 habitantes". Sin embargo, acabó decantándose por el fútbol al ser "el deporte más popular entre los niños del colegio". Nunca sintió especial predilección por la portería ("al principio me daba igual"), aunque con el paso del tiempo los tres palos se convirtieron en hogar: "El primer recuerdo que tengo es cuando me ponía de portero en la puerta de una falla en Valencia, en el barrio de Benicalap. Mi primer club, que era un club de barrio, ya cuando toda mi familia se mudó a Zaragoza, fue el Balsas Picarral y les dije que podía jugar de portero, de jugador, de lo que quisiesen".
Con sólo nueve años, su vida cambió cuando el Zaragoza se fijó en él para sus categorías inferiores. "Entré con los de un año más y yo, siendo benjamín, no era consciente. Recuerdo Zaragoza como el lugar en el que me formaron a nivel deportivo y a nivel persona, y tuve la suerte de tener muy buenos entrenadores, en especial Raúl Valbuena, al que considero mi mentor. Lo tuve cuatro años: dos como segundo y dos como primer entrenador. Es con quien más he aprendido, porque él fue portero profesional, y me enseñaba, exigía y apretaba. Cuando eres pequeño, piensas que se está pasando contigo, pero ahora, con perspectiva, le tengo mucho que agradecer", recuerda. Su periplo en la cantera del club baño, del que resalta "su metodología y entrenadores, porque son muy buenos y te marcan, saben instruir muy bien a los jóvenes", duró seis años.
Fichaje exprés por el Real Madrid
En las categorías inferiores del Zaragoza, Darío Ramos se desquitó, en parte, de una timidez que todavía conserva y, respondiendo a la confianza de sus entrenadores, irrumpió como uno de los porteros con mayor potencial del club maño. Precisamente su rendimiento y proyección llamaron la atención de un Real Madrid que no se lo pensó: "Me pasó todo de un día para otro. Estaba haciendo la pretemporada con el filial con César Lainez, yo tenía 15 años, y de un día para otro, de entrenar un día a que me dijesen al día siguiente 'Darío, te tienes que ir, que ha venido a por ti el Madrid y va a pagar la cláusula', casi sin darme opción. Si viene el Madrid, te tienes que ir".
En aquel momento, de hecho, el Zaragoza atravesaba un momento económico delicado, de ahí que el fichaje de Darío Ramos por el Real Madrid supusiera una inyección en todos los sentidos. "Fue bastante inesperado... En ese momento, por la situación económica del club, vino bien que se pagase mi cláusula. Yo no tuve tiempo de un interés, unas negociaciones, un proceso largo... No, fue de un día para otro. Fue como un shock en ese momento. Luego ya con el tiempo fui tomando conciencia", agrega. Ese mismo verano, Jesús Vallejo, con el que el valenciano ha compartido fotos en redes sociales, también se convirtió en nuevo jugador del conjunto merengue.
Sin embargo, y pese a no arrepentirse de la decisión, reflexiona: "No estaba preparado para irme de casa más que para irme a una cantera como la del Real Madrid. Tu vida cambia: estás acostumbrado a vivir con tus padres, a estar en casa, con tus amigos de toda la vida... Te vas para allá y son todo gente de fuera, muchos de ellos ya llevan varios años en la residencia y pues eso... No es lo mismo un niño de 15 años que sale de manera inocente fuera de casa a alguien que ya lleva cuatro o cinco años fuera y está más hecho".
"En el Zaragoza me sentí más importante, más protagonista... En el Real Madrid eres uno más"
Futbolista del CD Arenteiro"En el Zaragoza te sientes más importante, más protagonista en todos los aspectos, y en el Madrid eres uno más, esa es la gran diferencia. Tuve momentos de dudar sobre si había tomado la decisión correcta, pero ahora, a toro pasado, lo veo como que forma parte del proceso de curtirte como persona, como ser humano... Aunque tienes el apoyo de la familia, las cosas te las tienes que resolver tú solo. En algunos momentos lo pasé mal, pero me curtió para ser ahora mismo la persona que soy", expresa, rememorando lo que sintió en sus primeras semanas en Valdebebas, a donde llegó en categoría juvenil con el cartel de portero prometedor y con condiciones físicas para llegar a la élite.
"En Valdebebas estás viviendo en un hotel de cuatro o cinco estrellas. Los medios que tiene un Juvenil A del Real Madrid son equiparables a los de un equipo de segunda división de la Liga española. Y, entonces, claro... Una vez sales de ahí te das cuenta de que la realidad es otra, porque los medios son de megaestrella ahí. Aunque yo era consciente de que eso no era lo normal, es difícil serlo del todo en ese momento, porque de que te lo cuenten a verlo después... Hay una diferencia", añade sobre las instalaciones del club blanco y, también, sobre la residencia.
Pese a no gozar de un rol protagonista, algo que sí esperaba en un inicio cuando llegó a las categorías inferiores del Real Madrid, tiene claro que "el Madrid es el mejor escaparate del mundo, porque a pesar de que el porcentaje de jugadores que llegan al primer equipo es muy reducido, el porcentaje de los que llegan al fútbol profesional es grande". En su caso, las lesiones ("me lesioné dos veces del menisco") jugaron un papel determinante en su etapa con la casaca merengue, privándole de disfrutar de una regularidad cada vez más necesaria en las grandes canteras. Sin embargo, él le quita importancia y asume parte de la culpa: "Las lesiones, obviamente, son un obstáculo, pero tampoco son un impedimento. Se junta todo: las lesiones no me ayudaron, pero tampoco creo que no llegara a dar el salto por eso... Si al final no llegué tan alto y demás es porque no consideraron que tuviese el nivel. Hay que aceptarlo. Fran García tuvo un montón de lesiones de hombro, de clavícula, y ahí está".
"Cuando volví de la lesión [de menisco] sentí que la confianza del club en mí no era la misma. También hay otros chicos que lo estaban haciendo bien y la del Madrid es una cantera muy competitiva. Eché de menos alguna oportunidad más, pero el tiempo pasa y el fútbol no espera a nadie", apostilla, también sobre su etapa como mirlo blanco. En su caso, no dispuso de apenas minutos y, al volver del percance que sufrió en el menisco, su papel fue residual: "Hay tres porteros [hace alusión a su etapa en el Juvenil A] en el equipo y casi siempre vas tú desconvocado, hay veces que falta un portero en el Castilla y vas para no jugar... Sientes que estás de relleno".
Tres filiales más y un hobby atípico
Después de tres temporadas en la cantera del Real Madrid, Darío Ramos recaló en calidad de cedido en la cantera del Albacete, en lo que recuerda como un año "muy feliz a nivel personal", con un único 'pero': "A nivel deportivo pude estar mejor, tuve mucha participación en cuanto a minutos, pero llevaba dos años sin jugar demasiado, entonces eso me pasó factura. Es un año que me gustó, era la tercera división manchega, y aunque son ligas de menos nivel, si eres joven y demás te curten. Me sirvió de aprendizaje para cuando luego fui a Getafe".
Algo más de un año después, el portero valenciano aterrizó en la disciplina del Getafe para recalar en su filial. Allí, con más minutos y protagonismo, recuperó sensaciones y se reencontró con su mejor versión: "Estuve a buen nivel y lo hice muy bien, aunque estuve bastante lesionado. Me pasó factura eso [las lesiones], pero pude jugar a gran nivel". En el cuadro azulón coincidió de manera aislada con Bordalás en los entrenamientos del primer equipo y considera que "es un tío al que merece la pena hablar". Además, añade: "Da charlas largas e intenta inculcar a sus jugadores el esfuerzo, trabajo... Pelear siempre. Es un entrenador con el que estás a gusto y disfrutas".
En 2021, tachó de su lista su cuarto y último filial: se incorporó a la disciplina de Osasuna Promesas con el objetivo de seguir creciendo y, por fin, disfrutar de una temporada "sin lesiones". Del club rojillo pone en valor "la calidad humana de los jugadores" e insiste: "Cuando me retire estoy casi seguro de que donde más amigos y amistades voy a conservar es en Osasuna, porque estuve tres años ahí y viví cosas que no había vivido nunca". En su caso, por ejemplo, llegó a debutar con el primer equipo navarro en un encuentro de Copa ante el CF San Agustín de Guadalix en 2021. "El hecho de, fuera de lo que es el fútbol, juntarte con un grupo de doce o trece personas con las que compartes tu forma de pensar... Casé mucho con el club y su gente, y la confianza que se le da a los jugadores de la casa para tirar para arriba".
"Me identifico mucho con ese carácter navarro aguerrido, luchador..."
Futbolista del CD Arenteiro"El carácter, ese carácter navarro aguerrido y luchador... Me identifico mucho con él", asegura, con una sonrisa de oreja a oreja que evidencia que, tal y como él mismo ha expresado, sintió Osasuna y el osasunismo como su casa durante las tres temporadas en las que militó en la entidad rojilla. En la actualidad, alejado del 'mundo' de los filiales, Darío Ramos es feliz en el Arenteiro de Primera Federación: "Obviamente este año ha sido un cambio bastante grande en eso [conocer el fútbol de verdad lejos de un filial], pero creo que estos clubes tienen un valor extra en el sentido de que se tienen que esforzar más para alcanzar el nivel de los filiales".
"El Arenteiro está en ese proceso de adaptarse a las categorías que ha ido alcanzando y creo que se están haciendo las cosas bien, poco a poco. Somos un equipo que jugamos muy bien al fútbol, disfruto vivir el día a día y verles jugar en Espiñedo. Es un club pequeño que ha conseguido competir a equipos como la Ponferradina, Andorra, Cultural... Estoy orgullosísimo", menciona. Su caso, ahora, es singular: se encuentra en pleno proceso de recuperación de una lesión de la que, por ahora, no ha recibido ningún diagnóstico. "Desde principio de temporada sufro esta lesión, una inflamación que no sabemos de dónde viene. Ha sido duro... No he tenido un diagnóstico claro, pero me gustaría recuperarme y recuperar la normalidad", explica.
De manera paralela a la práctica del fútbol y, ahora, a la recuperación de una lesión que todavía desconoce ("soy optimista..."), ha descubierto un hobby cada vez más común entre los futbolistas: las finanzas. Pese a estudiar "Educación Física en la Universidad Camilo José Cela", también realizó "un pequeño curso de finanzas en la Universidad Europea" que le ayudó a formarse en una rama que considera "muy útil": "Estoy bastante enfocado en el tema financiero, viendo que la vida en general está complicada en el tema de los salarios, que no son extremadamente altos y la gente joven creo que podemos sacarle una rentabilidad [a los conocimientos sobre finanzas]. Es algo en lo que no nos forman en la escuela, pero me gusta bastante, me ocupa cierto tiempo en mi día a día y he descubierto una pasión".
Con apenas 25 años y cuatro filiales a sus espaldas, Darío Ramos finaliza la charla recordando sus entrenamientos con el primer equipo del Real Madrid, en los que compartió portería con Keylor Navas y Kiko Casilla: "De verles, aprendes. Son porteros que han estado muchos años a alto nivel... Kiko a nivel personal es top, siempre muy majo y te trataba superbién. Hemos intercambiado algún mensaje. Entrenar con Keylor era un lujo... Era rapidísimo, con el pie también muy bien. Destacaría la serenidad de ambos, porque a nivel de entrenamiento no te sientes inferior a ellos, pero en la serenidad que tienen a la hora de afrontar la competición ves que es donde marcan la diferencia".