Darder y la carrera que pudo y no quiso tener: "Yo quiero otro tipo de sentimientos, de jugar para sentir lo que siente un aficionado"
El jugador del Mallorca reivindica sus decisiones deportivas en su segundo año en la isla, todavía con el mal sabor de boca de la final de Copa perdida.
Un niño de pueblo, concretamente de Artá, 8.000 habitantes al noreste de Palma, que creció jugando con un compañero y amigo con el que 20 años después vivieron una de las noches más dolorosas de sus vidas en una habitación de hotel en Sevilla. Un crío que quiso volar como periquito, aunque tuviera que emigrar. Un adolescente que empezó a encontrar el rumbo en la Costa del Sol. Un chaval que jugó la Champions en Lyon. Un hombre que portó el brazalete del Espanyol y cuyo adiós aún supura. Un talento fino, un jugón de LaLiga, un padre de familia y un activo del Mallorca, donde regresó para ser faro y bandera, aunque le costara declinar el discurso mexicano, porque todavía quedan románticos en el fútbol. Acoplado por fin, porque también hay que adaptarse cuando regresas a casa tras una odisea, Sergi Darder (30 años) sonríe de nuevo, sin nubes alrededor, brazos de tinta y mirada limpia. El 10 bermellón siempre fue un dimoni con la pelota.
¿Mejor este año que el pasado?
Sí, sobre todo porque ya ha pasado un poco el proceso ese que necesitas para el cambio, adaptarte... Motivos que hacen que esté más a gusto, más cómodo, pero eso no significa que el año pasado estuviese mal. Simplemente que cuando ya sabes dónde vas, la temporada empieza ya habiendo conocido el vestuario, el grupo, la manera de trabajar, aunque sea con un entrenador nuevo, pero ya establecido en tu club, es más fácil empezar.
Decías en pretemporada que querías reencontrarte contigo mismo. ¿Lo lograste?
Venía de estar seis años en el mismo club, donde, a pesar de tener muchos entrenadores, conocía cómo funciona el club, los medios, la prensa, los trabajadores, el funcionamiento del día a día... Yo estaba muy atado a un sitio y llegas a otro donde trabajas diferente, con compañeros nuevos, donde pasas de ser capitán a ser el nuevo. Entonces, quieras o no, es un proceso donde el cambio, aunque parezca poco, es mucho. Y quería volver a encontrarme a mí mismo, coger confianza con la gente, saber dónde estaba. Estoy en ello y creo que ya ese cambio lo he hecho y asimilado.
¿Te cuesta rendir con entrenadores que no ven el fútbol como tú?
Me costaba. Ahora mismo entiendo mi rol, sé que ser entrenador es muy difícil porque agradar a tanta gente es muy complicado. Dentro de un vestuario hay 25 personas que pensarán diferente. Antes sí que me costaba más entender otra manera de jugar porque a mí me gustaban otras cosas. Ahora mismo simplemente lo que hago es aceptarlo, te guste más o menos intentar hacer lo que te pidan dentro de lo que tú puedas, sin perder tu esencia como futbolista, que es lo que te ha llevado a la élite. Antes a lo mejor me metía un poco más en lo que me gustaba más o menos. Ahora simplemente trato de adaptarme y ser feliz.
¿Y cómo fue ese proceso?
Yo creo que por tener tantos entrenadores. A lo mejor si tienes un entrenador siete años que te marca mucho, el cambio puede costar más. Yo, por mala suerte en ese sentido, cada año he tenido cambio de entrenador. Te tienes que adaptar otras cosas. Entonces, lo que tú vas trabajando con un entrenador que crees que es lo bueno, te lo cambian a los seis meses y tienes que adaptar otra vez. No puedes vivir del pasado, de lo que te ha gustado. Es un aprendizaje continuo donde vas cogiendo cosas de los mejores y de los que no te gustan tanto.
Con Aguirre no mezclaba muy bien la cosa, ¿no?
Pues he cogido muchas cosas buenas de él. Simplemente tenía una manera de jugar donde no se esconde que era más defensiva, menos proactiva, pero también se aprende muchísimo en el trato humano del jugador, en la gestión de vestuario. Es una persona con muchísima experiencia que tenía las cosas muy claras y no cambiaba mucho. Tenías claro que vas a a muerte en una dirección, te guste más o menos. Hace siete años me habría costado mucho más. El año pasado, más allá de que en lo futbolístico no fue mi mejor temporada, creo que aprendí muchísimo y solo puedo recordar cosas buenas.
De haber seguido Aguirre aquí, ¿te hubieses planteado una salida?
No lo creo. Yo estoy muy bien aquí. Como todo jugador que no ha tenido su mejor temporada o los minutos que él ha esperado, pues seguramente hubiera habido charlas para ver si ya no solo yo, si él hubiese confiado en mí como para seguir otra temporada juntos. Pero yo estoy muy bien aquí, sabía que no venía ni para un año ni para dos, he venido aquí para ojalá muchos años. Mi idea no era cambiar de aires por mucho que estuviera un entrenador u otro.
Cuando hablabas de que te gusta analizar el fútbol, ¿en qué lo haces?
En los entrenos, en el trabajo táctico, en ver cómo se juega. Antes me chupaba todo el fin de semana de fútbol y veía cómo jugaban los demás, los conceptos, lo que cambiaba de un equipo a otro, por qué un equipo jugaba de una manera. Siempre me gustó, pero por eso dentro del campo pensaba más de lo que debía. El fluir te lo da el no pensar y a mí el hecho de estar jugando y pensando en cosas por el equipo, en si el compañero lo hacía bien, pues provocaba que no me centrara tanto en lo que tenía que hacer yo. Y te das cuenta de que no es bueno. Puedes estar un poco pendiente pero tampoco te puedes distraer con lo que te gusta y lo que no. Me gusta mucho analizar las cosas, seguramente muchas veces equivocadamente, porque para eso hay entrenadores.
¿Cómo te das cuenta de que tienes que pensar menos? ¿Te obsesionaste?
No sé si era una cuestión ya de obsesión o qué. Llegaba a casa y, no te voy a decir que me aburría el fútbol, pero sí llegaba un momento en el que me saturaba. Cualquier cosa que te decían de fútbol era como 'no quiero hablar de ello'. Para una persona como yo, que en mi vida el fútbol está casi a la par que la familia, llegué un poco a aborrecerlo. Ahí tienes que replantearte las cosas. Te dices 'mira, me está haciendo más daño que bien'. Llega el momento en el que tratándolo con gente externa, coach, psicólogos, un poco todo, te hacen relativizar muchísimo las cosas. No consumirlo tanto hace que tu cabeza pueda tener otras distracciones, otros hobbies, dedicar más tiempo a la familia y desconectar. Al final eres más feliz.
¿Y qué vía encontraste?
Sobre todo pasar más tiempo con los niños, que están creciendo, que tienen ellos sus aficiones y actividades, que las compartes con ellos. Con eso ya desconectas, pero hace poco probé el golf y es el mejor psicólogo que he tenido. Te metes dentro y es imposible pensar en cualquier problema que tengas fuera. Entiendo que tanto deportista esté enganchado al golf. Cuando sales de ahí los problemas siguen estando si los tienes, pero en ese momento eres capaz de desconectar de todo y eso para mí, que soy una persona que no para de pensar todo el día, en qué voy a hacer mañana, en cómo mejorar, en muchas cosas, es la mejor distracción que puedo tener.
Me lo dijo Saúl en una entrevista también. Que el golf le ayudaba muchísimo.
¡Estuve con él jugando también! Es una locura, la verdad. El golf es muy difícil y a veces es frustrante porque nosotros que somos tan perfeccionistas, queremos hacerlo bien desde la primera vez y es un deporte tan complicado que muchas veces te vas a casa frustrado. Pero es un buen psicólogo.
El otra día dijo Raphinha que la profesión de futbolista te destruye. No sé si tú tienes o has tenido esa misma percepción.
Depende de cómo la vivas. A mí en parte me ha destruido. Por suerte me ha dado muchas alegrías y no la cambiaría por nada del mundo, pero si no aprendes a relativizar estoy de acuerdo que te destruye. Es una destrucción que tú mismo te estás buscando y que además tú estás disfrutando de esa destrucción. Pero si no sabes ponerle freno puede llegar a ser a ser dañina. Al final terminas dejando un poco de lado a la familia, a los niños, no terminas de ser feliz. Cuando te focalizas tanto en una cosa, te olvidas de las demás. Te puede terminar destruyendo, como todas las profesiones cuando te vuelcas demasiado en las cosas negativas. Yo tuve la suerte de volver a disfrutar del fútbol después de un momento donde no lo hacía, donde sí que me destruyó, pero ahora mismo por suerte soy capaz de decirte que vuelvo a disfrutar del fútbol.
¿Eso fue en el Espanyol?
Sí. Hay un momento donde te llega tanto el sentimiento perico, lo vives tanto, ya no solo eres un futbolista de pasada, ya quieres el bien de un club, te implicas demasiado, eres capitán… Me metí demasiado en el papel de intentar hacer cosas que no dependían de mí como jugador, sino de club, entonces son muchas cosas que es un desgaste terrible. Y además dos descensos.
¿Es un marrón ser capitán?
Si las cosas van bien es muy bonito. Si las cosas no van tan bien o estás en un club donde no esté muy estable, donde el capitán sea un poco de portavoz, donde se tiene que comer cosas que no se correspondan con lo futbolístico, es un marrón.
Qué cosas, ponme algún ejemplo.
No es agradable que vengan a ti a decirte si un jugador sale de fiesta y tú tener que ir al vestuario a comerte tú el marrón. Yo no he salido de fiesta, yo no he ido a cenar, yo no he hecho ese comportamiento malo. ¿Por qué tengo que ser yo el encargado? Para eso hay un club, para meter una sanción. O tener que ir a reuniones con aficionados o con prensa, donde tú sabes que tú no eres el culpable de las cosas y tienes que comértelas tú. Poner la cara tú por gente que no la está dando en ese momento. Hay muchas situaciones donde ser capitán es complicado, por eso valoro tanto a los que lo son. Yo no lo veía y me lo dijeron ¿eh? 'No sabes dónde te metes'. Después es verdad que tiene cosas bonitas. A mí que me gusta analizar, ver, poder hablar, es una experiencia que repetiría. Me gustaría ser capitán otra vez, pero en una dinámica como es aquí, que todo fluya solo. Que las cuatro cosas que haya ya sepas que no te puedes descarrilar, que no va a hacer falta que un capitán venga a decirte algo porque tú ya sabes lo que hay. El club te marca unos caminos y ves que hay más seriedad, ahí sí es bonito ser capitán.
No sé si alguna vez has hablado de cómo viviste que Abdón no jugara la final, como compañero, incluso como mallorquinista.
Es doloroso, pero hay que ponerse en todas las partes y seguramente el míster su razón tenía. Si yo hubiera sido el entrenador Abdón hubiera jugado. En momentos importantes del club ha sido el que ha dado la cara, ese gol, ese momento decisivo ha sido suyo… Fue un poco mi comentario en la charla que tuvimos en el descanso de la prórroga, de decir 'aprovechadlo, que tiene un don'. Después ya te gustará más, te gustará menos, pero ese don que tiene yo creo que hay que aprovecharlo en ese tipo de momentos. También insisto en que es tan difícil ser entrenador… Meterte en ese papel ya no me correspondía a mí. Yo solo puedo hablar de mi amistad. Perder una final ya es seguramente de las peores cosas que te pueden pasar en el fútbol, sobre todo en equipos que no están tan acostumbrados a jugarlas. Pero perderla y pasar la noche después del partido en la habitación junto con tu amigo que no ha podido jugarla, ver lo que le había dolido a él, un jugador que venía de Segunda B, poder llegar a ese éxito con el Mallorca, con su club, para mí como amigo era muy doloroso. Ya estábamos jodidos por haber perdido en la final, imagínate ver a un amigo destrozado por haberla perdido y por no jugarla. Era el que más quería ganar y no poder haber disfrutado ni que fuese un minutillo de la gloria esa...
¿Has dicho que en la charla tú verbalizaste o dijiste que por qué no se metía a Abdón?
No, él [Aguirre] vino como a pedir disculpas, como a dar un poco sus explicaciones en ese momento. No recuerdo muy bien cómo fue. Yo no sé si fue con el segundo entrenador o con el preparador físico, hablamos un poco de decirle, 'hostia, aprovechadlo, que tiene un don'. 'Ya, pero es que no lo vemos'. Son cosas de entrenador donde yo no me voy a meter nunca en 'hazlo o no hazlo'. Simplemente si te piden un poco la opinión de qué hacemos, pues es un jugador que puedes no verlo para 120 minutos, para 90, para 20… Pero si me preguntas a mí como si yo en ese momento fuera el entrenador, seguramente esos 10 minutillos finales se los doy porque es diferente, pensando también en los penaltis. Pero es tan difícil hablar de esos temas. Son cosas donde uno no se quiere meter, donde he sabido separar mi tema futbolístico con el de ser entrenador dentro del mismo partido. Buscas el bien colectivo, no el bien de un amigo. Es decir, si yo en ese momento pienso que Abdón no tiene que entrar, no digo 'yo lo metería'.
¿Y qué imagen se te viene a la cabeza de esa noche con él en el hotel después de la final?
Lloros. Aunque hubiese jugado 90 minutos y hubiésemos perdido, habríamos llorado todos. Con todo el respeto, si Madrid o Barça pierden una final de Copa, pues dirán 'ya ganaremos otra'. Para nosotros era una oportunidad que ojalá se vuelva a repetir, pero no sabemos si eso sucederá. Y más por gente como ellos. Yo, por mucho que sea de Mallorca, vengo de fuera, pero ellos vienen de Segunda B. Yo no he vivido esta trayectoria como ellos, como aficionado desde fuera sí porque soy de aquí, pero ellos la han vivido desde dentro. Llegar a una final desde Segunda B para ellos era algo único, impensable hace unos años. Son noches duras que se hacen más duras todavía cuando ves a un amigo destruido por doble motivo.
¿Cómo dirías que es el vestuario del Mallorca? Aquí no hay farándula ni vedetismo, ¿no?
Indestructible. Es un vestuario de poca estrella. La estrella que llega deja de serlo en el momento que entra por la puerta. Es un vestuario muy, muy, muy unido, donde saben lo que es el barro. El club ha acertado desde hace unos años al mantener bastante gente importante que no ha tenido la suerte de estar todos los años en Primera, sino de jugar en Segunda B, Segunda, subir, bajar… Eso te hace fuerte, te hace duro y valoran lo realmente importante de lo que es el club y la importancia que le dan a estar en Primera. Porque hay otros equipos, bueno, que a lo mejor un año juegan Europa, otro están en descenso, otro bajan, otro suben, que no valoran tanto porque hay mucho cambio, hacen 20 cambios en una plantilla… Entonces no ven realmente la importancia de las cosas. Aquí, al ser el bloque tan fuerte o el núcleo que llevan 6 o 7 jugadores del vestuario, que han estado en Segunda muchos años, hace que valoren mucho más estar aquí. Raíllo, Abdón, Dani, Martin… Sienten el club y siempre lo anteponen a lo individual.
¿Estás contento con la carrera que estás teniendo?
Sí, claro. Como pa no. Evidentemente tiene sus manchas negras, porque es difícil que un futbolista no las tenga. Ojalá pudiese cambiar sobre todo el segundo descenso del Espanyol, el primero son situaciones donde mi cabeza no estaba bien, entonces realmente no era consciente de lo que había, pero el segundo sí que me dolió muchísimo y ese año pues ojalá poder olvidarlo. Pero evidentemente una trayectoria de tantos años en Primera, he podido jugar en Europa, Champions, en equipos donde he querido y quiero, y eso para mí es importante. Jugar sintiendo lo que pueda sentir un aficionado. No estar cada año en un sitio diferente. Estar seis años en el Espanyol y sentirlo como un aficionado más. Y estar aquí en el Mallorca ojalá muchísimos años más, para mí eso tiene mucho valor.
¿No tienes la sensación de que podías haberte establecido en una franja de clubes más potentes? ¿Qué te ha faltado para ello?
Fue un poco el hecho de que ya estuve en un equipo así, que competía en Europa, peleaba por títulos, como el Lyon. La experiencia que tengo de ahí es espectacular, les tengo un cariño increíble, pero estar rodeado de tanta estrella, de tanto jugador top, que después de ahí pasas a equipos que compiten por ganar la Champions, hace que a lo mejor tú no te sientas tan, no te diría importante, pero sí tan especial. Y yo valoro más sentirme protegido, especial, querido en un club, que el hecho de ser el jugador número 15. Alguno podrá pensar que es ambición, no lo es, porque sinceramente siempre estoy donde he querido estar, que eso para mí es importante. Si yo me he quedado tantos años en el Espanyol es porque he querido estar ahí. Y si he venido a Mallorca teniendo equipos mejores es porque he querido venir aquí. En mi cabeza se priorizan otras cosas antes que el hecho de volver a repetir lo que ya viví en el Lyon. Ya lo he tocado y seguramente no es lo que yo quiera en mi vida. Yo quiero otro tipo de sentimientos, de vivir, de llegar a un equipo y saber que voy a sentir algo por ese equipo.
Pero cuando hablas de jugador número 15, ¿por qué no te ves para ser un jugador número 10 de un equipo europeo?
No lo sé. Seguramente las ofertas que he tenido para poder ir, no era para ser titular indiscutible en ese momento y a lo mejor mi cabeza no estaba preparada para ello o quería otras cosas. Cuando se me puso el Mallorca delante, aunque tenía otras cosas más importantes a nivel club, yo quería venir aquí. Entonces ya no escuchas otras cosas. ¿Podría haber estado en equipos que pudieron jugar en Europa? Por ofertas que he tenido puede ser. Pero no me he arrepentido ni un día de la carrera que he tenido. Cuando pasa eso seguramente es que estás en el sitio correcto. A lo mejor el año pasado podría haberme arrepentido y decir, 'hostia, tenía ofertas de ir a jugar Champions, ¿y qué hago aquí?'. Y no me ha pasado. Entonces es que has tomado la decisión correcta.
¿Y la selección es un lunar o una espinita? [no ha sido internacional absoluto]
Hace unos años, estuve bastante cerca. Me han llegado a decir 'vas convocado, enciérrate aquí en esta sala y te hacemos el vídeo', como que vas a ir, no te dicen vas a ir, pero sí que estás en la prelista y sabes que estás cerca, y después no estás y te llevas un golpe de realidad. Ahora me lo tomo de otra manera, he estado cerca y ojalá algún día llegue. Tengo el ejemplo de Joselu, que con un descenso y haciendo una buena temporada individual pero mala a nivel colectivo, después el siguiente año se va al Madrid, gana Champions, Eurocopa… ¿Por qué no con treinta y tantos años? Ojalá algún día pueda llegar, pero soy realista. Sé que es difícil, que hay un grupo fuerte, además de jóvenes, que no es que se vayan a retirar muchos en poco tiempo, pero ojalá un día llegue.
(En una segunda entrega de la entrevista hablaremos de su salida del Espanyol, de ahí el salto en la conversación a su paso por el Málaga)
¿Qué recuerdo te genera Schuster?
El mejor que pueda tener. Es el entrenador que me dio la oportunidad y que sí que de verdad confió en mí para poder jugar en Primera. Y desde el primer día además porque debuté de titular sin casi haber entrenado con él. Le dijeron confía en este chico, y él confió. Muy agradecido, siempre que me pregunten me saldrá una sonrisa. Él le quitaba mucha importancia a todo. Para un chaval de 18 años 19 que está en Primera, que está nervioso, que te metes en un vestuario con estrellas… Y él te lo relativizaba todo. 'Vas a jugar aquí como si fuese tu barrio'. Eso para un niño, no voy a decir débil pero sí tímido e introvertido, pues me dio muchísimo. Esa libertad de no ponerte la presión de 'si juegas mal te quito'. No, 'tú sal disfruta y no te preocupes que yo confío en ti y si no es este partido será el siguiente'.
Entiendo que ahí la figura de Manel Casanova (ex director deportivo de Espanyol y Málaga fallecido en 2017) fue determinante.
La que más. Me hizo el camino fácil para poder llegar. Manel es el que me ficha para el Espanyol siendo un niño; es el que cuando el Espanyol me abre la puerta a salir llama para decirme 'vente, por mucho que el Málaga B esté en Tercera no te preocupes, aquí se confía en ti'; y es el primero que habló con Schuster para decirle 'este chico, ponlo y no te equivocarás'. Cuando una persona hace eso por ti pues es el que te da la vida y te prepara el camino para poder llegar. Desde los 19 para abajo ha sido la persona más importante que tenía en el mundo del fútbol.
A la par casi que tu padre.
Sí, pero es diferente. Al final tu padre te ayuda en lo que puede. Mi padre y mi representante, que llevo desde los 13 años con él, son las dos personas con las que he tenido contacto diario y que han hecho que mi camino no se desvíe. Te vas a tomar una copa, bronca. Te vas a comprar una cosa, bronca. Me han guiado a ser la persona que soy hoy. Pero sí que es verdad, en el tema futbolístico, más allá de mi padre y mi representante, sí que te diría que Manel es la figura dentro de un club que más ha apostado por mí.
Si te pregunto '¿dónde te ves dentro de dos años?' y me comprometo contigo a no publicarla hasta que pasen dos años, ¿qué contestarías?
Aquí. No te diría en otro equipo europeo. Nunca puedes saber lo que pasa en dos años. A mí me cuesta no mirar el futuro porque soy de planificar demasiado las cosas y después no sirve para nada, de lo que tú piensas pasan el dos por ciento de las cosas. Me hace daño y me gusta, soy así de kamikaze. Intento no pensar tanto en el futuro, pero sí que me gustaría o bien estar aquí o bien probar alguna experiencia fuera. Con niños cuesta más elegir dónde tienes que ir. Me gustaría seguir aquí.