REAL MADRID 3 - BARCELONA 1

El Madrid convierte al Barça en un juguete

Fiesta en el Bernabéu con una victoria clara de los madridistas ante un Barcelona que no sale del hoyo

Benzema y Vinicius celebran uno de los goles /GETTY IMAGES
Benzema y Vinicius celebran uno de los goles GETTY IMAGES
Hugo Cerezo

Hugo Cerezo

El Clásico volvió a quedarse en el Bernabéu, como el liderato y la felicidad, así vive el Madrid, al que no le afecta ni perder a piezas clave como Casemiro o los dimes y diretes de Benzema. Ganó al Barça mereciéndolo, por mucho que el arreón final azulgrana le acercara al empate. Durante mucho partido no hubo mayor color que el blanco, superior en el fútbol y en lo físico, también en la pizarra. El Bernabéu acabó siendo una fiesta, preludio del Balón de Oro que este lunes se va a llevar Benzema. Todo lo contrario que el Barça, a las puertas ya de una crisis.

El Clásico fue de Vinicius, el corazón del Madrid. Todo lo que sucedió para bien de los blancos en la primera mitad fue por su culpa. Es un lanzallamas permanente, un jugador incendiario, cuyo techo es espacio desconocido. Desniveló el partido desde lo futbolístico y lo emocional. Primero, atacando la espalda de un Sergi Roberto que en nada recordó al Araujo del curso pasado en ese mismo carril. A la primera, levantó al Bernabéu. A la segunda, tumbó al Barça.

Kroos, como en aquel Clásico prepandémico, lanzó a Vini al espacio, un erial a la espalda del Barça. Voló Jr. para que el rechace de su remate, desviado por Ter Stegen, cayera en los pies de Karim Balón de Oro Benzema. Disparó y embocó para que ya en el 10' mandara el Madrid, que ya no soltó el liderato.

Despertó el Barça

El Madrid había entrado mejor, fútbol lubricado con balón, sólido sin él, juntas las líneas. Pero con el gol dio un paso atrás. El Barça, con Balde temblando a cada choque con Fede Valverde, no se encontraba, seguramente huérfano de la energía y la rabia de Gavi. Pero a través de un Pedri demasiado intermitente se activó para generar una ocasión clarísima que el VAR hubiera anulado porque Lewandowski, que perdonó en línea de gol, estaba en fuera de juego.

 

Enlazó un cuarto de hora dominante el Barça, con De Jong dando sentido y profundidad. Sergi Roberto llegó a línea de fondo y Dembélé cabeceó alto. Ancelotti levantó más la voz que la ceja para abroncar a Vini por no perseguirle. Y el brasileño, cuando más enlazaba pases los azulgranas, el llamado control de partido de Xavi, encendió otra vez Chamartín protestando una falta insulsa y viendo la amarilla. Se acabó la siesta.

Acto seguido, un balón tan mal defendido por Eric, otro día para olvidar del central, como bien atacado por Vinicius fue el origen del 2-0. El Vini de hace dos años se la hubiera jugado. Pero este no, este es un futbolista mayúsculo. Templó, esperó, y el balón acabó en el fusil que Fede Valverde tiene como empeine derecho. El segundo, garganta uruguaya gritando madridismo, puño charrúa al mentón azulgrana. Solo una jugada rápida de De Jong, con un remate bajo que mejor no comparar con el de Valverde de segundos anteriores, fue noticiable antes del descanso.

Imperial Kroos

A la vuelta, Benzema marcó un golazo que volvió a evidenciar la escasa jerarquía de la defensa del Barça, reculando hasta que Karim la puso pegada al palo. Era el 3-0 en el 51', instantes con los que alguno soñaría con un 5-0, pero era fuera de juego. En cualquier caso, la tarde era blanca, hasta con olés acompañando una serie de pases, ovación tremenda para Kroos, señorial e impoluto, cómo no va a seguir jugando más allá de 2023.

El triple cambio de Xavi llegó a la hora de juego, sin Ansu, con Gavi. Raphinha, Busquets y Balde dejaron el césped con un halo de haber perdido la titularidad para lo que viene. Por la inercia, los azulgranas empezaron a acumular llegadas, activado con Fati, que primero lo intentó desde lejos y después voló para irse de Valverde y provocar el gol de Ferran. El 10, visto lo visto, debe ser titular en este equipo. Rozó el empate con un remate acrobático que salió llorando. Justo antes del 3-1 de Rodrygo, que cerró de penalti de VAR una tarde blanquísima, con el Bernabéu botando sobre un Barcelona que llegó noqueado a la capital y sale casi K.O., en una inercia tremendamente negativa que coloca a Xavi en entredicho.