OPINIÓN

Benzema fue quien se plantó en casa y llamó a la puerta

Benzema, en su despedida con el Madrid./EFE
Benzema, en su despedida con el Madrid. EFE

No sé qué esperaban al micrófono. Ni en la despedida. Benzema fue el más romántico de todos y nunca necesitó decir ni una palabra. Todas sus declaraciones de amor fueron dentro del área. En su discurso final, ante la mirada paterna de Florentino Pérez, sólo le saltó la emoción recordando la escena que siempre cuenta: la vez que fue a ficharle su presidente.

Florentino Pérez viajó a Lyon para plantarse en una de las viviendas sociales que integran el barrio de Bron, ubicado en el extrarradio de la ciudad francesa, y llamó a la puerta de la casa de la familia Benzema. "Tenía apenas 21 años, fue a mi casa con mis padres y cuando te vi pensé 'es el hombre que trajo a Zizou, a Ronaldo y ahora me quiere'. Gracias por eso", le dedicó Karim a su presidente en su último día en Valdebebas.

Cuenta la leyenda que Karim se puso tan nervioso que a Florentino no le ofreció ni una Coca-Cola. El presidente del Real Madrid tocó a la puerta de casa de Benzema y le convirtió en su delantero. 14 años después, el francés hizo lo mismo con cada uno de nosotros. Fue tocando la puerta de nuestras casas, una a una, con el paso de los años, hasta que llamó al bloque entero de edificios.

Al principio no le dio para llegar a todas, y le echaron de muchas. Sólo convenció a unos pocos para que le abrieran. Indolente, sospechoso. Tan sutil, con la boca pequeña. Benzema arrancó en el Madrid con su repertorio de dejadas, de taconazos, la colección más bella de remates al poste. No bastó con lo bonito.

No le entendían, nunca habló, siempre fue frío; no le quedó más remedio que explicar su fútbol con goles. Rompió en una historia preciosa. Cuando los porteros rivales se quisieron dar cuenta ya estaban recogiendo el balón de sus porterías. A Benzema le dio igual que le pitasen, que no le quisieran, le dio igual hasta llevar el número nueve y no jugar de delantero centro. Siempre siguió tocando puertas, cada vez más confiado, y el domingo cerró el Bernabéu con mejor recuerdo que Cristiano Ronaldo.

Su historia sirve de ejemplo, de no rendirse, de que todas las historias terminan. Una niña trató de impedir que se fuera, y Florentino, que le quiere como si Karim fuese su nieto, le despidió con 25 trofeos. Ni con esas evitaron que Benzema siguiera siendo el mismo, un tipo único, un tipo frío, que explotó en estrella dentro del campo. Benzema, que al principio tocaba el timbre tímido, como si nadie le fuera a contestar, se quedó para siempre un hueco de nuestro sofá.