BARÇA 1 - REAL MADRID 2

Bellingham basta para remontar un Clásico en el que el Barça perdonó

El Real Madrid se llevó el partido sobre la bocina y los blaugrana terminaron recordando todas las oportunidades desperdiciadas.

Bellingham celebra uno de sus goles en Montjuïc./GETTY
Bellingham celebra uno de sus goles en Montjuïc. GETTY
Jordi Cardero

Jordi Cardero

El Barça estuvo toda la semana agarrándose a la ilusión de los canteranos, como el que se despierta de un buen sueño y trata de dormirse de nuevo para recuperarlo. Se agarró a la juventud, a cuando parece que los ideales durarán eternamente. Era la puerta hacia saber que se le podía competir al Real Madrid. Los blaugrana trataron de doblegar el tiempo y alargar las horas para que los lesionados llegaran a punto. Xavi al final salió con lo puesto y dando un vuelvo a la pizarra.

El Madrid se presentaba al Clásico martilleando al ritmo de Bellingham, sin demasiada purpurina. Con vocación funcionarial. Nunca tuvieron los blancos la necesidad de dominar para someter. Tampoco en este Clásico. La hora de hacerlo les termina llegando siempre. Puntualidad británica, la de Jude. Terminó llevándose el Clásico sobre la bocina. Y el Barça recordando todas las ocasiones desperdiciadas.

El Barça empezó bien el partido, el primer gol definió el estado de ánimo con el que llegaban al Clásico. Con ilusión y sin ponerse techo. Gündogan se adelantó a la aletargada defensa madridista para dar la primera bofetada. Tras el gol, Gavi, el corazón del equipo con el balón, pedía calma al equipo. El fútbol del canterano ha crecido a pasos agigantados. Lo ha hecho al lado de la maestría de Gündogan. Gavi sigue manteniendo ese fuego interior cuando tiene que presionar, el alma de central al que le va la vida en cada balón. Suyo fue el robo que terminó en un balón al palo de Fermín.

El Gavi vs Bellingham: la batalla del Clásico

En el duelo entre Bellingham y Gavi estuvo la batalla que empezó a decantar el partido para los catalanes. Tiene el inglés elegancia británica en su juego. Un andar zidanesco que le hace parecer ajeno a lo que le rodea. Como si jugara un partido y el resto, otro. Su talento le permite desaparecer porque es capaz de cambiar resultados de manera tiránica. Gavi comenzó ganando el duelo. Con su corazón blaugrana en la mano, embarrándose para defender y con esmoquin para atacar. Quitó al Hey Jude para bailar como Mick Jagger. Nadie parecía reparar en la ausencia de Pedri.

El Madrid comenzó a crecer el partido sin encontrar una forma concreta. Más a golpe de orgullo que de fútbol. Intentó llegar a Bellingham y a los desmarques de Vinicius, siempre perseguidos por las voraces piernas de Araujo. Por cada pérdida del brasileño, una recriminación al árbitro en lugar de correr hacia atrás. Empezó a bailar sobre la delgada frontera entre la presión del público rival que le caldea y el irse del partido habitual cuando Ronald se planta delante de él. No fue más que un actor secundario.

El Barça no corría riesgos de Ter Stegen y trataba de apalancar el partido en territorio blanco. Los blaugrana atacaban más pensando en los riesgos que podía ocasionar una pérdida que con voluntad de ir a por el segundo. Crecían en Cancelo, en las carreras de Balde y cuando encontraban a Fermín entre líneas. El fútbol del canterano es irreverente, siempre es el mismo. Juegue en campos de Primera Federación, en Dallas o en Montjuïc.

Un Barça mucho mejor al descanso

Al descanso se llegó con un Barça dominante desde el balón y un Madrid impotente, falto de recursos para acercarse a Ter Stegen. Los blaugrana pidieron penalti en un claro agarrón de Tchouameni sobre Araujo que Gil Manzano no señaló. Y la segunda empezó como la primera. A la salida de un córner, Iñigo Martínez remató al palo y Kepa le sacó un buen pie a Araujo en la segunda jugada. Comenzó a sobrevolar en Montjuïc la sensación de estar perdonando. Ancelotti reaccionó rápido: Camavinga por Mendy. Quería decantar el campo hacia Ter Stegen.

Con el paso de los minutos, el Madrid comenzó a vivir en territorio blaugrana. Hasta el momento, el Barça había impedido que los blancos pudieran correr. Ancelotti optó por el camino de Joselu. Hasta que Bellingham pegó un sablazo. Gavi le había borrado en el primer tiempo. No se hizo pequeño, se erigió cuando más lo necesitaban los blancos. El Barça comenzó a perder el orden y Xavi optó por agitarlo dando entrada a Raphinha y Lamine Yamal. Los catalanes volvieron a acercarse a Kepa.

Los últimos minutos del partido estuvieron marcados más por el temor a encajar un segundo gol que por la valentía de ir a buscar la victoria. Hubo errores en el bando culer fruto del vértigo del escenario. Hasta que volvió a aparecer Bellingham. En el primer gol, con un tiro desde lejos. Su quinto gol desde fuera del área este curso. En el segundo, presentándose en la zona de los hechos. Domina todos los registros. El Madrid se llevó un Clásico tirando de aura. Del aura de Jude. Al Barça le sobró fútbol y le faltó gol.

- Ficha técnica:

1 - Barcelona: Ter Stegen; Araujo, Christensen, Iñigo Martínez, Balde; Gavi, Fermín (Oriol Romeu, min. 72), Gündogan; Cancelo (Lamine Yamal, min. 76), Ferran (Lewandowski, min. 61) y Joao Félix (Raphinha, min. 76).

2 - Real Madrid: Kepa; Carvajal, Rüdiger, Alaba, Mendy (Camavinga, min. 52); Tchouaméni, Valverde, Kroos (Modric, min. 63), Bellingham; Rodrygo (Joselu, min. 63) y Vinicius (Lucas Vázquez, min. 93).

Goles: 1-0, min. 6: Gündogan. 1-1, min. 68: Bellingham. 1-2, min. 92: Bellingham.

Árbitro: Gil Manzano (comité extremeño). Mostró cartulina amarilla a Fermín (min. 17), Ferran (min. 46+) y Carvajal (min. 61).