A este Barça ya no le respeta nadie
Primero fue el Shakhtar, un equipo que necesita cinco horas de autocar y otras tantas de escalas para salir de su país por la guerra con Rusia. Después fue el Amberes, colista del grupo que llegaba sin ganar un solo partido en Champions. Y este miércoles, en el último encuentro de 2023, ha sido el Almería, que hace números para ser el peor colista de la historia de la Liga y que tuteó al Barça hasta el final. Y nuevamente enseñó sus carencias, aunque los tres puntos se quedasen en Montjuïc gracias a Sergi Roberto, héroe inesperado, como aquella noche ante el PSG en la remontada del Camp Nou.
A este Barça, que en apenas dos semanas empezará a jugarse los títulos, no le respeta nadie, como si su historia y su grandeza se hubieran ido empequeñeciendo en una temporada llena de sinsabores, lesiones (Pedri, la última) y debates sobre la figura de Xavi, sobre una defensa que ya ha recibido más goles que todo el curso anterior (21) y sobre un ataque señalado, en el centro de la diana, especialmente Joao Félix, sustituido al descanso sin pena ni gloria. El Barça vive en la histeria.
El Barça fue un desgobierno sobre el césped, a lo que se le añade la poca eficacia (¿calidad?) de sus delanteros, lejos de los grandes goleadores de los que ha presumido la entidad desde hace tiempo. El equipo de Xavi no para de traicionarse a sí mismo, sin mejoras colectivas, como si reseteara después de cada partido y no guardara los datos en su disco duro. Ocurrió cuando los azulgrana perdían el balón. Lejos de la agresividad de antaño, el Almería salió con criterio después de quitarse los nervios iniciales, incluso progresó y llegó a área por el costado izquierdo, siempre un metro por detrás los jugadores del Barça, desactivados, sin capacidad de replegarse y detener las transiciones rivales.
Dos goles que son más de dos goles.
— Relevo (@relevo) December 20, 2023
La U.D. Almería es el primer equipo almeriense que marca dos goles al Barcelona en su campo.
📌Ni A. D. Almería, ni Polideportivo Almería lo habían conseguido antes pic.twitter.com/kQ4p8MDz7N
A años luz del orden y el juego de posición de La Masia, el juego del Barça no fluye como el cauce de un río, más bien es una cascada de emociones, de arrebatos, de Araujo rematando de nueve o Sergi Roberto marcando de córner al primer palo. Actos más de orgullo que de planteamiento, de pasión que de lógica del juego. El Barça convierte cada partido en una montaña rusa, un intercambio de golpes en el que no resulta excesivamente ganador porque tiene mandíbula de cristal y sus puños han perdido punch.
Lejos de disipar alguna duda, el partido ante el Almería deja más. Todos se le suben a las barbas a los azulgrana, incapaces de vivir una jornada cómoda, presos de los nervios y momentáneamente silbados por los aficionados, ese entorno que también opina y que ve que el deseo de Laporta ("podemos repetir los mismos títulos o ganar más que el año pasado") está lejos, muy lejos de cumplirse. El Barça acabó pidiendo la hora ante el colista, que le hizo dos goles. Una mueca antes de viajar a Dallas...