El Athletic sana las heridas del derbi ante un Almería sin horizonte
Los leones se reponen de la goleada sufrida contra la Real, mientras que los andaluces se van al parón con tan solo una victoria en diez partidos.

San Mamés citaba a dos equipos con necesidad de redimirse. Pero la desigualdad de escenarios, y el gran fútbol de Valverde, acabó determinando la balanza para los leones con los goles de Guruzeta, Dani García y Sancet. Porque el Almería no consiguió dejar a un lado la losa que arrastra a sus espaldas, para incluso, cargar con más negatividad y desesperación a toda la cúpula indálica.
Esta jornada, previa al parón, llega con la necesidad de cierta tregua de jugadores y técnicos. Más aún, en aquellos que ya acumulan lesiones o malos resultados. Algo que los leones empezarían maldiciendo con la lesión tempranera de Yeray. Pese al bajón inicial de perder al central, no tardaría en aparecer el primer gol. Un mal rechace del Almería entregó la posesión a los leones, a través de una gran jugada de Nico Williams, para que Yuri sirviera en bandeja a Gorka. Cuarto gol del atacante, que está rindiendo a las mil maravillas, y que puso su nombre en la historia al ser el gol 6.500 del Athletic en partidos oficiales.
Sin embargo, los almerienses darían un paso para romper el dominio, pero empezaron a lamentarse de los problemas en ataque. Combinación de Ramazani, que estaba como un rayo por la banda, con Embarba, que no encontraría destinatario en el área. Y, en ese momento, el Almería volvió a sentir los síntomas de la frustración que protagoniza este arranque en liga. Contestaría Ander Herrera, con una peinada al primer palo que golpeó al poste bajo el suspiro de La Catedral. Los de Valverde, sumado a las numerosas pérdidas urcitanas, empezaban a oler la sangre. Y dieron un paso adelante, circulando a placer y rompiendo líneas con la inspiración de Sancet y los Williams. Minutos de fútbol más armónico que teñían de negro el horizonte de Alberto Lasarte. Sancet, fruto del subidón de la convocatoria con España, intentó aumentar distancias antes del descanso con dos ocasiones claras.
El Almería se fue al túnel de vestuarios casi celebrando la mínima distancia en el marcador, no reflejada en la amplia superioridad del conjunto vasco. Y, tras la salvada de Kaiky en el área al arranque del segundo acto, consiguió dar un paso adelante para imprimir orden y verticalidad en su juego. Los de Valverde, que bajaron la intensidad en la presión, se guardaban para las contras de Nico y Guruzeta. Pero la poca determinación de los visitantes acabaría ayudando a que la balanza se desequilibrara por completo.
Un centro cargado de música del capitán De Marcos acabaría en la red tras un testarazo de Dani García, que llegó sin grandes dificultades al área. Alberto Lasarte buscó sanear los problemas en ataque, con Marciano y Arribas. Y Valverde, la fatiga, dando cabida al vigor de Villalibre y Beñat Prados. El que sacaría energías para romper el partido por completo sería Nico Williams, con un carrerón que deja el regalo que necesitaba Sancet para completar un partido redondo. Aprovechó la poca exigencia de los defensores en el área para subir el 3-0 que sentenciaba definitivamente el encuentro. Los rojiblancos no salen solo con tres puntos de La Catedral, porque se cargan de más confianza y buen fútbol para coger fuerzas de la mejor forma posible en el parón. Pero, por el lado de los indálicos, sólo existe la desilusión. Mucho que replantearse en estos quince días, necesitando de forma urgente la llegada de un nuevo entrenador que consiga recuperar jugadores para cambiar el chip del colista.