RADIO

"¿Pero cómo voy a anunciar un tractor?, se quejó. A los cinco minutos, Pepe Domingo Castaño lo tenía todo listo"

Amigos y compañeros de Pepe Domingo Castaño recuerdan con Relevo la figura de la leyenda.

Pepe Domingo Castaño, en una imagen de archivo. /
Pepe Domingo Castaño, en una imagen de archivo.
Jordi Cardero

Jordi Cardero

El sábado por la tarde, un niño con la camiseta del Mallorca visitó los estudios de la Cope. Lo primero que hizo al llegar fue preguntar dónde estaba Pepe Domingo Castaño. "Está malito de la garganta", le respondieron. Unas horas después, tras siete décadas cosiendo distintas generaciones que vieron cómo su voz se convertía en un amigo más, fallecía. "No soportaría que estuvierais tristes, melancólicos... Odiaba la radio de la tristeza", decía Manolo Lama tras el primer Tiempo de Juego sin el ¡Hola, holaaa!.

Su voz, como todos los recuerdos que dejó, retumba hoy en la cabeza de miles de personas. Sus amigos y compañeros le definen como alguien que celebraba la vida cada día. Decía que a partir de los 65 haría lo que le apetecería y fichó por la COPE a los 67. Y lo que quería era hacer radio.En honor a las eternas sobremesas de comidas y cenas que organizaba, estas son algunas anécdotas de quienes se cruzaron por su camino.

"Se ha ido una leyenda, no solo de la comunicación, de la publicidad, del espectáculo… sino del país. Ha sido una de las personas más influyentes de España. Nos lo ha contado todo como nadie", explica José Manuel Oliva, de COPE Sevilla. Pepe Domingo se inventó un lenguaje y se dedicó a disfrutar de él durante toda cada día de su vida.

Una de las personas que más tiempo pasó con él es Jorge Armenteros. Se conocieron en el Nebraska y Pepe le propuso comer juntos. Armenteros comenzó a visitar la redacción, le gustó a Pepe, comenzó a colaborar con él y terminaron formando una dupla histórica. Y llegaron el Piponazo, el Banco San-tan-der, una Estrella, el Cuponazo, los cromos... Uno puede leer una de estas palabras y que su cerebro reproduzca en bucle los anuncios de Pepe Domingo.

«Pepe, vamos a anunciar un tractor»

"Pepe, vamos a anunciar un tractor", le dijeron una vez desde el departamento de publicidad. "¿Pero cómo voy a anunciar un tractor?", se quejó. Fue a comer con la empresa, se entendieron y al regresar ya estaba todo en su cabeza. "A los cinco minutos ya lo tenía todo preparado: música, texto... Es un genio", comenta en presente un emocionado Armenteros. En la mesa conservaban todos los productos que anunciaban: una bolsa de pipas, los cromos, una Estrella Galicia... y hasta una motosierra de juguete.

"Era generosidad en estado puro. Daba igual que fueses Paco González o un becario recién llegado", relata Miguel Aguilar, que entró a la COPE como becario. Pepe se encargaba de que a nadie le faltara nunca de nada. Los becarios eran parte de una familia que nacía delante de los micrófonos de Madrid y se expandía hasta donde llegaran las ondas.

Por la mesa de Pepe han pasado miles de personas. "Ponerte delante de un mito me impresionaba. La primera vez que me puse delante de él me dijo: 'Tranquilo, Pacojo. Lo vamos a hacer dialogado y va a quedar muy bien. Tú pierde los nervios y ya está", le aconsejó al periodista de la SER. Sus recuerdos le brotan de forma alegre.

«Un chorro de energía»

Pacojo terminó recogiendo el testigo que dejaba Pepe por las mañanas. "No recuerdo nadie que se pusiera los auriculares a tanto volumen. Eso también le hacía escuchar su voz, mantener ese tono potente, inconfundible. Cuando llegaba tras él tenía que bajarme el volumen porque si no era imposible. Sabía que allí se había sentado Pepe, aquello era un chorro de energía. Que era lo que era él", expone el periodista. Define a Pepe Domingo como "La Radio, en mayúsculas".

Quien también comenzó desde abajo fue Fernando Evangelio, a día de hoy una de las referencias periodísticas a nivel futbolístico. "Imagínate que tienes 13 años, eres absoluto admirador de un programa de radio y la grandísima estrella de ese programa es de tu familia. Que le admiras tanto que parece que te habla a ti y está contigo. Y luego imagínate que entras a la universidad, empiezas a hacer periodismo y terminas con la suerte, el honor y el privilegio de acabar trabajando para él, de compartir el día a día con él", expone Evangelio.

"Le admiras tanto que parece que te habla a ti"

Fernando Evangelio Periodista de COPE

De entre todos los recuerdos de sus amigos, tan sólo hay uno en el que aparezca un Pepe enfadado. "Cuando grabábamos los villancicos de Navidad le sacábamos de quicio. Cantábamos tan mal, tan descoordinados… Había días que se desesperaba. Era maravilloso. ¿Ya estás mamoneando?, nos decía". Lo recuerda entre sonrisas Pilar Casado, que cubre el baloncesto en la COPE. A pesar de que físicamente no coincidieron demasiado, apunta Pilar que nunca faltaba el mensaje de Pepe para felicitar su aniversario y su santo. "Es un ser humano maravilloso. No conozco a nadie que no le quiera", comenta.

Pepe es un gallego de nacimiento y madrileño de adopción. En la capital le vivían en el día a día. Pero su voz y su cariño se expandía por todo el mapa. "Siempre se preocupaba por la gente de provincias, para que los que no participamos a nivel nacional nos sintiéramos incluidos", recuerda Andrés Ocaña desde el sur. Una de las citas obligadas de Pepe cada año era visitar la Feria de Sevilla. "Invitaba a toda la redacción de deportes. Jamás nos dejó sacar la cartera. Fuera en un restaurante de mesa y mantel, como si fuera una boda, o en una taberna. Quería que estuviéramos siempre todos. Era feliz rodeándose de su gente", relata. También se unían Los del Río, con quien se inventaba coplas mientras sonaba la música.

"Te enamoraba, te conquistaba. Tenía ese poder. Es un elegido"

Helena Condis Periodista de COPE

Desde Barcelona también llegan ecos de sus recuerdos. "Todo lo que hacía lo convertía en oro: cantaba bien, revolucionó la radio, la publicidad, escribió un best seller… Era amigo de sus amigos. Cuando vino a promocionar el libro nos reunió en un restaurante. Era el que más celebraba escucharse. Te enamoraba, te conquistaba. Tenía este poder. Es un elegido, tiene un alma especial. Perdemos a un padre radiofónico, un pilar fundamental de la radio", cuenta Helena Condis.

Las eternas sobremesas

"Pepe era radio, ilusión y vida", comenta Manolo Oliveros. "Y sobremesa", añade. "Invítame a un sitio donde vayamos todos, los 20 o los 30 que seamos, pero que tengan tequila", le pedía Pepe a Oliveros. El tequila, siempre Don Julio. "Te tumbaba", recuerda un emocionado Manolo. Sus ganas de disfrutar de la vida traspasaban las fronteras. Cuando presentó en Londres su libro Hasta que se me acaben las palabras cumplió con la promesa de llevarse a 20 de sus amigos. "Estábamos todos los jóvenes cansados y le veías a él con una copa en la mano, bailando, cantando… Fue el último en volver al hotel. Ese era Pepe Domingo Castaño", cuenta Miguel Aguilar. "Mientras a mi familia no le falte de nada, a los amigos les invito yo", solía decir Pepe.

Cuando en Padrón, su pueblo, decidieron poner su nombre a una calle, Pepe se resistió. "Si queréis ponerle nombre a algo, ponérselo a la plaza donde jugaba a fútbol de pequeño", recuerdan sus amigos. Dicho y hecho. "Le recuerdo con una inmensa felicidad el día que descubrió la placa", explica Santi Peón, de COPE Galicia. "Me quedaré siempre con sus palabras de ánimo. Me lo decía todos los veranos: eres muy bueno, no pierdas la ilusión", recuerda un Peón instalado ya en ese verano eterno que prometía Pepe.

Amar la radio y saborear la vida

"Me ha dejado dos enseñanzas: amar la radio y saborear cada segundo de la vida", cuenta Oliva. Detrás del ¡Hola, hola! que Condis define como "una inyección de adrenalina" se escondía la misma persona que vivía delante de los micrófonos. Entre bastidores, era lo que aparentaba. "Mi madre falleció hace 16 años. Desde entonces celebro Nochebuena en su casa con su familia. Pepe es mi segundo padre", explica Armenteros.

"Ha exprimido la vida hasta el final y sin hacer sufrir a la gente", valora Oliveros. Se marcha un periodista que trascendió. Pronto y sin avisar, porque las últimas veces no avisan. Una voz se apaga pero quedará tatuada en las paredes de la memoria de miles de oyentes. Su tono, su música, sus bromas. "Quiero llegar a los 30 como Pepe llegó a los 80: con esa energía, esa vitalidad... con todo", cierra Miguel. La Radio en mayúsculas, ahora desde arriba.