La Liga de los pisotones: la única infracción que pone a los árbitros de acuerdo

La doble sesión sabatina en la lucha por el título puede volver a tener como vencedor al equipo que no jugó, el Barcelona. Como sucediera en la jornada anterior, la 22, el gran beneficiado de los resultados del Real Madrid y del Atlético puede ser el once de Flick. Entonces sacó brillo al empate del derbi del Bernabéu y ahora, el lunes, se colocaría líder si gana al Rayo, sacando también provecho a los tropiezos de sus dos rivales directos, que no pasaron de la igualada en sus respectivos partidos de esta jornada.
La Liga en ejercicio, a falta de nuevas experiencias que puedan llegar en las próximas semanas, ya es la Liga de los pisotones. Cada vez son más los encuentros marcados por estas acciones que suelen terminar en penalti. Debe ser la única situación en la que los árbitros se han puesto de acuerdo y la unanimidad es casi absoluta cuando se produce la pisada de rigor. Solo hace falta mirar hacia atrás y, sin ir más lejos, al Osasuna-Real Madrid y al Atlético-Celta. Sendos pisotones de Camavinga y Le Normand, los dos franceses, influyeron directamente en los resultados. Ambas acciones fueron castigadas como penaltis. Y ambas resueltas en el VAR porque a los árbitros de campo se les habían pasado de largo.
Los dos partidos en cuestión, además del resultado final, también tuvieron en común que los dos aspirantes al título se quedaron con 10 jugadores y tuvieron que jugar en inferioridad un buen puñado de minutos. Los jugadores expulsados, para más morbo, eran reincidentes. Bellingham ya había expulsado por liarse con los idiomas y tirar más de la cuenta del verbo fuck y Pablo Barrios también había visto ya la tarjeta roja por no medir la altura ni la fuerza de su tackling cuando va al suelo a recuperar un balón.
Con el inolvidable Helenio Herrera en la memoria, a quien se le imputa la frase de "que es mejor jugar con 10 que con 11" que nunca pronunció, Ancelotti y Simeone interpretaron la situación de quedarse con uno menos de manera diferente. El italiano, desde el minuto 39 que se marchó Bellingham, optó porque su equipo mantuviera la disposición ofensiva que había mostrado desde el principio del partido. En todo momento pensó que su equipo tiene tanto en ataque y tan poco en defensa que, aún en inferioridad, debía atacar el área contraria antes que defender la suya. Aprovechó también, todo hay que escribirlo, que el rival, cuando empató el partido por el pisotón de rigor, dio el visto bueno al empate, en lugar de pensar que era una oportunidad pintiparada para arriesgar un poco y buscar la victoria ante todo un Real Madrid.
Por el contrario, con 80 minutos por delante, cuando se quedó con 10 por la entrada de Barrios, Simeone apostó por proteger su área antes que buscar la contraria. No es una crítica. Es una realidad. Una manera distinta de entender el juego. Mandó replegarse a su equipo, pasar de la defensa de cuatro a la de cinco y cambiar a un centrocampista de ataque, Lino, por uno defensivo, Koke. Parapetado en su 1-5-3-1 defendió el 0-0 hasta que el Celta marcó de un penalti producto de otro pisotón. Solo entonces, de la mano de los cambios, modificó su escenario. Además de dar entrada a hombres de refresco, adelantó las líneas lo suficiente como para divisar el área enemiga, que no había visto hasta entonces. Con distinto plan que Ancelotti, su cosecha final fue la misma: un punto.
Pisotones y rojas al margen, de Pamplona hay que rescatar al de casi siempre. Una vez más. A Valverde le está comenzando a dar lo mismo jugar de lateral derecho que de mediocentro o de interior, que es su verdadera posición. El uruguayo está sobrado juegue donde juegue. De hecho, con la etiqueta de lateral, ejerce de volante y de extremo. Hasta se ha convertido en el primer lanzador de faltas de un equipo donde sobran los especialistas. Suyo fue el pase del gol de Mbappé en un centro de extremo tras una incorporación profunda propia de un lateral.
Del Metropolitano, a la hora de los rescates individuales, en el terreno rojiblanco hay que conceder mención especial a un suplente que responde como un titular. El rendimiento de Sorloth, su aportación colectiva e individual, comienza a merecer un reconocimiento continuo. Sus 12 goles en los minutos que le da su entrenador le convierten en uno de los futbolistas más influyentes de la plantilla. Su tanto al Celta es propio del delantero que domina su oficio y se permite el lujo de ser autoindependiente.
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