En qué quedó la Liga de Fútbol Indoor, que vio a Fran encararse con la afición del Celta y a Julen Guerrero meterle cinco a la Real
Copiada de los torneos invernales bajo techo de la Bundesliga, la competición enfrentó entre 2008 y 2013 a ex futbolistas de primer nivel.
En los días de las parabólicas y las televisiones por cable, durante los años 90, el canal alemán DSF ofrecía en pleno invierno un espectáculo con propiedades hipnóticas: el llamado DFB-Hallenpokal. Una versión reducida de la Bundesliga que tomaba el relevo durante la pausa invernal, cuando las nevadas aconsejaban detener la competición. En aquel torneo participaban todos los clubes de la liga germana y algunos de divisiones menores (el Dortmund lo ganó cuatro veces), pero en condiciones singulares: el escenario de los partidos eran recintos bajo techo, se enfrentaban equipos con cinco futbolistas por cada lado sobre un terreno sintético, con porterías a medio camino entre las de fútbol sala y las de campo grande, y la cancha incluía en las bandas y en el fondo un muro de un metro de alto con el que también estaba permitido jugar. La velocidad de la pelota, los abultados marcadores y la espectacularidad de los goles en espacio reducido contribuían a un espectáculo singular.
No eran pocos los aficionados españoles agarrados a aquellos encuentros. A sus narraciones de acento gutural, que perseguían con frecuente énfasis un fútbol acelerado, de dinámica cambiante, resoluciones explosivas y atmósfera cargada. Entre ellos estaba Álvaro Garrido, empresario a quien le pareció plausible trasponer el invento, reinterpretado a la española. Los alemanes habían empezado a jugar el torneo en 1988 bajo el auspicio de la federación alemana (DFB). El objetivo de fondo consistía en mantener a los jugadores activos mientras el comandante invierno conquistaba la nación. Se mantendría vigente hasta 2001, cuando se impuso el temor a las lesiones y los mejores equipos lo devaluaron al dejar a sus mejores futbolistas en la grada. Al año siguiente, Garrido hizo una primera aproximación con un torneo cuadrangular de Navidad en Guadalajara entre ex jugadores del Barcelona, Real Madrid, Betis y Atlético. Lo ganó el Madrid. Tuvo buena acogida. En medio del tráfago navideño y el paréntesis de la Liga, a la prensa le llamó la atención. Y Garrido pensó en algo más grande. Le daría forma en 2008: el Campeonato de Liga de Fútbol Indoor.
Durante cinco años, hasta la celebración del último torneo en 2013, la idea conquistó a estrellas retiradas del fútbol, llenó pabellones, atrajo pasionales crónicas en los medios y mantuvo el interés de las televisiones, siempre una pata imprescindible del proyecto. Para empezar, Garrido consiguió la implicación del mito por excelencia, Alfredo Di Stefano, quien asumió la presidencia de honor y apadrinó durante aquellos años cada nueva edición de la liga: "La Copa de Europa empezó como una tontería y miren dónde está ahora", diría La Saeta con entusiasmo en la presentación del primer campeonato, en enero de 2008. Enganchados al banderín de don Alfredo, las asociaciones de veteranos vieron en la Liga Indoor una magnífica oportunidad de canalizar sus actividades: una mezcla de deporte, espectáculo, diversión y, sobre todo, el reencuentro con antiguos amigos y rivales.
"Aquello estaba muy bien montado, daba gusto cómo se organizaba cada partido en los pabellones, te pagaban los desplazamientos, nunca hubo ningún problema de ningún tipo para quienes participábamos", cuenta Iván Campo, quien vistió durante esos años la camiseta de los veteranos de tres de sus equipos: el Mallorca, el Valencia y el Real Madrid. En la primera edición, extendida de enero a mayo de 2008, el elenco se limitó a los nueve clubes con algún trofeo de Liga en sus vitrinas: Real Madrid, FC Barcelona, Atlético, Athletic, Valencia, Real Sociedad, Deportivo, Sevilla y Betis. Las plantillas estaban conformadas por 25 futbolistas, aunque las convocatorias incluían a sólo 10: todos, especificaba el sistema de competición, debían ser mayores de 35 años y haber disputado al menos un encuentro en el primer equipo de sus clubes. Se admitían tres futbolistas menores de 35... aunque debían estar por encima de los 30. Eso sí, sólo dos de esos benjamines podían estar incluidos en la citación para un partido.
El listado de jugadores de los nueve clubes conformaba un retablo espectacular de nombres históricos del fútbol español del cambio de siglo. Buyo, Ramis, Karanka, Amavisca, Alfonso Pérez, Martín Vázquez y Esnaider, entre otros, en el Madrid; Busquets padre, Bonano, Angoy, Guillermo Amor, Luis Milla, Víctor Muñoz, Eusebio, Jordi Cruyff, Onésimo, Sergi Barjuan, Goikoetxea y el mismo Luis Enrique formaban en el Barça. El Atlético contaba con Roberto, Quique Estebaranz, Vizcaíno, Julio Prieto, Juan Carlos, Pantic, Moya, Alfredo...; Julen Guerrero era el mayor reclamo de un Athletic con Larrainzar, Larrazabal, Alkorta, Oskar Vales, Lizarralde o Urzaiz. En el Valencia estaban Giner, Camarasa, Mendieta, Fernando, Bossio, Djukic y el multi goleador Juan Sánchez. Alkiza, López Ufarte, Aranzabal, López Rekarte, Tayfun, Uría y Kodro vestían la camiseta de la Real Sociedad. Con el Sevilla jugaban Biri, Martagón, Prieto, Antoñito, Otero, Pablo Alfaro... El Betis reunió a Carmelo del Pozo, Jaime, Julio, Stosic, Reyes, Oli, José Mari o Sabas. Pero el primer campeón no estaba entre ninguna de esas plantillas. El rey del fútbol bajo techo iba a ser el Deportivo.
El Deportivo sumó dos títulos con un equipo que parecía una reunión de las viejas esencias del 'Superdepor': Songo'o, Naybet, Paco, Romero, Jaime, Manjarín, Fran, Mauro Silva, Djalminha...
Aquella primera Liga Indoor la ganaría el conjunto de Riazor con una deliciosa reunión de las viejas esencias del Superdepor: Songo'o, Naybet, Paco Jémez, Nando, Romero, Jaime, Manjarín, Fran, José Ramón, Mauro Silva, Bebeto, Djalminha, Hadji, Bassir... Y al frente de todos ellos, Arsenio Iglesias. Los gallegos acabaron el campeonato invictos, con siete victorias y un empate, y en la prensa no faltaron los ditirambos ni el recuerdo de batallas pasadas a la hora de glosar la victoria, saludada con el inevitable estribillo de Queen: "Los coruñeses hicieron sonar el We are the champions en casa de su bestia negra de 1994, el Valencia", subrayó la crónica de La voz de Galicia. Las referencias al dramático penalti de Djukic en el desenlace de aquella Liga perdida por el Depor trufaban las glosas del título bajo techo, logrado además en ausencia de algunas figuras mayores: Donato no pudo asistir porque se sacaba el título de entrenador esos días en Madrid, Fran andaba tocado, Djalminha y el Turu Flores habían viajado a sus países. Aun así, constató el cronista, "sin maletines por medio, los blanquiazules apenas tuvieron problemas para derrotar a un conjunto levantino que estuvo muy lejos de la calidad mostrada por los gallegos". Todo esto, escrito sin acritud. Y sin firma.
La figura del Deportivo en la final fue un defensa, Romero, quien hizo ocho goles de los 21 anotados por los hombres de Arsenio. En el lado perdedor quedó, sin embargo, uno de los futbolistas que mejor explotó las posibilidades del juego bajo las reglas de la Liga Indoor: Juan Sánchez, pichichi de ese torneo y, en realidad, de unos cuantos más: "Ya no sé si gané cuatro o cinco veces el trofeo de máximo goleador", recuerda el ex delantero de Valencia y Celta. "Hacía poco que me había retirado, porque dejé el fútbol en 2006 y aquello empezó en 2008. Físicamente estaba todavía bien y por mis características me adaptaba a la dinámica: era un fútbol rápido, de mucha ida y vuelta, se podía jugar con las paredes y había que moverse bien en esos espacios reducidos... A mí me encantaba", admite al recordarlo.
Aquel primer año la competición se disputó en 17 jornadas, con dos encuentros en cada una de ellas salvo la última, cuando se jugaron cuatro. Todos contra todos, la mitad de encuentros en casa y el resto a domicilio. Los partidos iban rotando de sede y la organización trasladaba de ciudad en ciudad tres terrenos de juego portátiles, que se montaban en cinco horas en el pabellón que acogiera el encuentro. "No debía de ser fácil darle forma a aquello, había que disputar los partidos en pabellones en pueblos o ciudades pequeñas y llevaba un buen montaje", reconoce Iván Campo. Football Indoor Events, la empresa fundada en 2003 por Álvaro Garrido, se ocupaba de la compleja logística: en aquellos años no abundaban en España las canchas preparadas para la práctica del fútbol bajo techo, de modo que debían adaptar los polideportivos para meter un terreno de juego de césped artificial de 40x20, rodeado del perímetro con el murete de un metro de altura y dos porterías de tamaño intermedio: cinco metros de largo por 2,35 de alto.
El resultado fue magnífico en las primeras ediciones: "El Depor metía cinco o seis mil personas en Riazor contra el Madrid o el Barça", recuerda Juan Sánchez. Y eso a pesar, o tal vez fuera una de las claves del éxito, de la movilidad constante de la competición por los más diversos escenarios. El Real Madrid jugaba sus partidos como local en el Pabellón de la Luz de Tres Cantos, en el Polideportivo David Santamaría de Guadalajara, en Torrelodones o en El Sargal de Cuenca. El Barcelona se instaló en el pabellón municipal de Calafell y en Martorell. El Atlético, en Torrejón de Ardoz y en la plaza de toros cubierta de Moralzarzal. Hasta en Castro Urdiales apareció como local para medirse con el Athletic. El Valencia jugó en el Cabanyal, pero también en Gandía, en Ontinyent y en Torrent. El Sevilla recibía a sus rivales en el Centro Deportivo Amate de la capital andaluza, como el Betis, pero también en localidades como Cantillana o Alhama, en Granada. El Athletic usaba La Casilla, en Bilbao, donde también fue local alguna vez la Real Sociedad, que también se trasladó a Irún y otras localidades. El Deportivo fue el más estable, instalado para lograr dos títulos en su fortín del pabellón polideportivo de Riazor.
"Para pitar era muy bonito, porque te reencontrabas con grandes jugadores en un entorno distinto, sin esa presión... Ahora, luego querían ganar todos: al futbolista no le gusta perder ni al mus"
Ex árbitro"Aquello no era sencillo: había que hilar muy fino, hablar con los ayuntamientos de pueblos o ciudades pequeñas, que los pabellones tuvieran una cierta capacidad. Era complicado", recuerda Robert Fernández, histórico centrocampista del Valencia, el Barcelona y la Selección, quien tomó parte en las primeras ediciones. Los presupuestos rondaban el millón de euros el primer año. La organización se encargaba de todos los aspectos logísticos, desplazamientos, alojamiento en establecimientos siempre de nivel superior, etc. Football Indoor Events pagaba directamente a los clubes y estos distribuían el dinero a sus asociaciones de veteranos para los gastos. "He visto pocas ligas tan bien organizadas como esa", concede Rafa Guerrero, quien arbitró encuentros a lo largo de las diversas ediciones de la Liga Indoor. Los colegiados, vestidos a franjas blanquinegras a la manera estadounidense, también empezaron siendo ex profesionales bien conocidos, con el soniquete familiar de sus dos apellidos: Ansuategui Roca, Japón Sevilla, Losantos Omar, Puentes Leira o Esquinas Torres... "Para arbitrar era lo mejor", cuenta con entusiasmo Rafa Guerrero. "Porque te reencontrabas con futbolistas a los que habías conocido a lo largo de tu carrera en Primera División, pero en un entorno completamente distinto: era muy bonito volver a verlos jugar sin la presión que tenían en sus años de profesionales".
Una opinión compartida por Robert: "Yo me había retirado hacía algún tiempo ya, pero el Valencia reunió a una serie de futbolistas y lo mejor era eso: reencontrarte con ex compañeros y rivales, volver a ver a la gente. Creo que la mayoría lo enfocábamos un poco por eso, estar juntos, recordar... y por el gusanillo del fútbol, que siempre está", explica el ex futbolista castellonense. "Eso sí -aclara Rafa Guerrero-, luego ahí nadie quería perder ni al mus. Recuerdo algunos partidos bravos de verdad, un Atlético-Real Madrid, también un Real Sociedad-Barça... ufff, eran partidos intensos, el juego muy rápido, con mucha animación en la grada. Pitábamos dos árbitros, uno en cada mitad de la cancha, aunque también hice algunos yo solo", cuenta el ex colegiado.
La cuestión de la rivalidad deportiva podría parecer menor a simple vista en un contexto como este. Pero todos la recuerdan como una de las características definitorias del éxito del torneo. La algarabía y la disposición de los aficionados las demuestra por ejemplo la grabación de un aficionado en un partido con Julen Guerrero haciéndole cinco goles a la Real Sociedad. La grada acaba por entrar en éxtasis con cada tanto de su ídolo y la pasión reverbera entre los muros del pabellón de La Casilla. Es verdad que los futbolistas disfrutaban del reencuentro con ex compañeros y rivales, pero la propia dinámica acelerada del fútbol en un campo de dimensiones acortadas y la natural competitividad de los ex profesionales alejaban aquellas ligas de cualquier partido festivo al uso. Por más que todos se conocieran de cien batallas mucho más relevantes, el fuego interior de la competitividad no se había apagado, ni mucho menos. "Los futbolistas se lo están tomando tan profesionalmente a pecho que, en fin, ya ha habido también algunos piques... inevitables por las fricciones lógicas del juego, que hay que sancionar también con el mayor rigor profesional", contaba Álvaro Garrido en su primer balance tras la edición inicial.
Fran yéndose expulsado de un Depor - Celta con toda la grada gritando como loca en un polideportivo abarrotado.
— Samu Valcárcel (@samuvalcar) September 10, 2024
Aura. https://t.co/jJksVxVwZT pic.twitter.com/xmTLnZgx2T
"Para el espectador era muy bonito porque la pelota estaba mucho en juego, había mucho balón directo y las fricciones se producían con facilidad y frecuencia", reconoce el goleador Juan Sánchez. "Todo el mundo que ha sido profesional, es competitivo -subraya Iván Campo-. Pero hay que tener claro dónde estás en cada momento, saber que ya estás retirado y que no hace falta complicarse la vida ni entrar en disputas. Lo primordial consistía en disfrutar y pasarlo bien, pero claro... si vas pasando fases, pues no quieres perder. Y si llegas a la final, no te cuento". Y si no, las viejas rivalidades trasladadas a un escenario diferente, como en aquella victoria del Celta en As Travesas frente al Deportivo (6-4), con Fran expulsado encarándose con la afición viguesa de camino a los vestuarios. Como dijo un comentarista de la Televisión de Castilla-La Mancha con ocasión de la final entre Barcelona y Real Madrid de 2012, los partidos de la Liga Indoor empezaban entre risas y saludos de amigo, pero luego eran "como poner a cocer las gambas: que conforme sube la temperatura se van poniendo rojas y calentitas". Una analogía tan castiza como precisa.
La competición generó interés desde el primer momento y eso se apreció en su atractivo para patrocinadores y televisiones. El montaje obligaba a generar ingresos considerables para mover toda la estructura de la competición. Álvaro Garrido confesó esas complicaciones en el arranque de la segunda temporada, pero los apoyos económicos llegaron a tiempo con el soporte de Placo, empresa dedicada a soluciones constructivas en yeso. Durante los tres años siguientes, hasta la edición de 2011, la competición pasó a llamarse Liga Placo de Fútbol Indoor. Además, Football Indoor Events logró el apoyo de Canal+ Fútbol, cuyas transmisiones en directo los viernes y los posteriores diferidos y redifusiones relanzaron la notoriedad de un torneo vistoso, que encontró el apoyo de ayuntamientos y comunidades autónomas. También de muchas televisiones autonómicas. La marca Fútbol Indoor se registró en España y en toda Europa, porque Garrido pensaba más allá: organizó un primer Mundial en Jerez con las selecciones de España, Holanda, Brasil y Argentina, Maradona incluido. Y llevaba en la cabeza una versión tipo Copa de Europa, con clubes como Oporto, Liverpool, Milan, Bayern, Ajax... Hubo una cierta fiebre aquí y allá. En Italia, la actriz Sofía Loren iba a amadrinar un triangular con los rossoneri, el Barça y el Madrid, con ocasión de la puesta de largo de un crucero de MSC, la naviera que patrocinaba al multi campeón italiano.
En casa, mientras tanto, la segunda edición de la Liga Indoor la ganaría el FC Barcelona. Al calor de la competición principal empezaron a jugarse también una Copa de España y, más tarde, la Supercopa entre los dos campeones. En 2010 el ganador de la liga volvió a ser el Deportivo de La Coruña. Y en 2011 apareció como patrocinador principal Fertiberia, la marca de fertilizantes cuya sonoridad perdura en la memoria de los aficionados e incluso de los propios futbolistas. Cuando recuerdan aquello, todo el mundo habla de la Liga Fertiberia. Con el impulso económico se acometió también una ampliación para integrar hasta 20 equipos, los clubes situados en las veinte primeras posiciones de la clasificación histórica de la Liga española. Ese año Sporting, Espanyol, Celta, Málaga, Osasuna, Mallorca, Las Palmas, Real Zaragoza, Valladolid, Oviedo y Racing se unieron a los once fundadores. El sistema de competición se transformó en una liguilla en una fase regular con cuatro grupos. Los dos primeros accedían a las eliminatorias de cuartos y de ahí fueron saliendo las semifinales y el encuentro por el título, disputado ese año por Mallorca y Sporting: ganaron los asturianos por 4-11, con un equipo hecho de nombres como Sergio Sánchez, Abelardo, Tomás, David Cano, Rubén Blaya o Tati.
"Físicamente era muy exigente: cambios continuos de dirección, arrancadas, frenadas, jugabas con la pared... Yo me lesioné un gemelo en una de esas y sólo pude jugar dos partidos"
Ex futbolistaEn 2012, sin embargo, hubo que desandar el camino y los participantes bajaron para quedarse en doce. Quizás un síntoma de cierto desgaste del modelo. Aquella penúltima edición la disputaron Real Madrid, Barcelona, Valencia, Atlético, Espanyol, Sevilla, Deportivo, Celta, Sporting y Málaga. Pero, además, aparecieron dos clubes extranjeros: el Oporto de Vítor Baía y el América de México. El torneo no pudo tener una final más emblemática, con el enfrentamiento entre Barça y Real Madrid en Las Rozas, curiosamente unas horas antes de que los primeros equipos se enfrentaran en el choque por excelencia de la Liga española. En la versión reducida ganaron los madridistas por 7-1, con Amavisca en el papel estelar -el cántabro fue otro de los jugadores que mejor se adaptó al formato y ganó algún trofeo al más valioso- y un Koke Contreras que le puso los guantes a buen número de las intentonas del Barcelona. El más feliz, sin embargo, pareció ser el árbitro, a la vista de sus declaraciones al final del encuentro: "La ilusión de toda mi vida: pitar la final de la Liga Fertiberia de Futbol Indoor. Un sueño hecho realidad, además en un partido lleno de fair play", celebró Juan Carlos Berzosa Dámaso. Aquel día colegiado y hoy, andado el tiempo, utilero de las selecciones inferiores en la RFEF.
Un poco como ocurrió con los Hallen-Masters alemanes, las plantillas se habían ido desprendiendo de la mayoría de los nombres más conocidos de los primeros años. En las agrupaciones de veteranos suelen reunirse futbolistas de épocas diferentes y con edades, estados de forma y concepciones diversas de su implicación. La exigencia de la Liga Fertiberia, además, no admitía medias tintas, algo que destacan todos los implicados. Chucho Solana, por ejemplo, formó parte del bloque conformado por el Real Zaragoza para su participación una temporada: "Jugué muy poco, creo que un par de encuentros, porque el ritmo era muy alto: tenías que estar en buen tono, recién retirado", cuenta el ex futbolista de Real Zaragoza y Real Madrid, en cuya estructura de cantera trabaja desde hace casi diez años. "El fútbol en esas canchas era físicamente muy exigente. Cambios continuos de dirección, explosivos, jugabas con las paredes... Eran acciones y movimientos muy rápidos y violentos: frenadas, arrancadas, idas y vueltas; y en una de esas me lesioné un gemelo y no pude jugar más".
Iván Campo había dejado el fútbol profesional en 2009, tras un último paso por el AEK de Larnaca en Chipre, tras haber estado cinco años en el Bolton Wanderers y otro en el Ipswich Town. Cuando se incorporó a la Liga Indoor no le costó mucho darse cuenta de la realidad: no se trataba de una mera pachanga. En esa versión, el fútbol se hacía tan rápido como extenuante: "Yo empecé a jugar justo después de haberme retirado. Me llamaron los veteranos del Valencia y del Real Madrid para participar y me apeteció, pero no sabía lo que me iba a encontrar. Pensaba que sería como el fútbol sala de toda la vida, pero no...", reconoce el ex defensa: "El balón no salía nunca, pegaba en las bandas, seguías. Y yo decía: ¡pero esto qué coño es! No se paraba en ningún momento, era un deporte a nivel físico bastante duro". Juan Sánchez recuerda que los partidos se hacían largos: "Duraban 30 minutos y eran muy intensos. Resultaba más divertido para los jugadores de ataque que para defensas y porteros, porque había muchos remates, jugadas de uno contra uno, chuts desde media distancia: un continuo ida y vuelta, muy espectacular para el público".
Ese tempo acelerado, sin embargo, se iba cobrando su precio: "Las asociaciones de veteranos empezaron a contar con gente cada vez más joven para aguantar el ritmo. "Al principio en el Valencia nos reunimos un grupo de futbolistas atractivos, que llamaban a la gente: jugábamos en Gandía y venía mucha afición a vernos porque había ex internacionales, jugadores con nombre... Luego eso fue decayendo y se perdió", cuenta Robert Fernández. Seguramente, junto con Paco Buyo y Víctor Muñoz, tres de los más veteranos entre los muchos ex profesionales que tomaron parte a lo largo de las cinco ediciones.
"Al final hubo muchos jugadores que ya no querían participar: era exigente, ponías tu imagen pero el jugador no ganaba nada. Me parece respetable, era cosa de cada uno: a mí me habría encantado que siguiera"
Ex jugadorAnte la creciente dificultad para juntar todas las piezas (pabellones disponibles, el apoyo de las instituciones para asumir los gastos por acoger partidos, las dificultades de los equipos para encontrar futbolistas de primera línea) las normas también perdieron rigor. En 2012 las plantillas admitían ya a dos futbolistas cuyo único requisito consistía en haber formado parte de la cantera, incluso sin haber disputado ningún encuentro con el primer equipo. Además se engrosaron los planteles con otra excepción aún más generosa: también estaban autorizados a jugar profesionales pertenecientes a la estructura del club, aunque no hubieran jugado ni en la cantera ni en el equipo principal de la entidad. Es decir, entrenadores de cualquier escalafón del organigrama, directores deportivos, preparadores, etc. "Aquello empezó con grandes nombres y generó mucho interés, pero terminó de forma diferente: con todos mis respetos, no es lo mismo para el público ver jugar a futbolistas que han sido internacionales, aunque estén ya retirados, que a gente más joven pero menos conocida. Las asociaciones buscaron eso... puede que te hiciera ganar, pero para mí dejó de tener sentido", opina Robert.
"Era complicado de mantener -corrobora Chucho Solana-. Una competición como la Kings League, por ejemplo, que está planteada de otra manera, hay parones constantes, es más espectáculo que otra cosa... puede funcionar. Pero esto era distinto". Iván Campo también ve una relativa lógica en la curva descendente de la Liga Fertiberia antes de su desaparición: "Durante algunos años tuvo un tirón muy bueno, el apoyo de Fertiberia, las televisiones; pero se hacía cada vez más difícil organizar los eventos, buscar sedes, etc. En fin, todo tiene un comienzo y un final", concluye el donostiarra.
A Juan Sánchez le habría encantado que aquella aventura continuase: "Yo, si pudiera, seguiría jugando", reconoce. "Y si no, estaría ahí, apoyando a los jóvenes y tratando de ayudarles". Pero entiende el proceso de desgaste de una competición basada en la participación de ex profesionales cuyas vidas van cambiando y se alejan de manera progresiva del fútbol: "Llegó un momento en que muchos ex jugadores preferían no participar, porque no se veían ya en condiciones, porque tenían otras prioridades o porque simplemente no les apetecía. Yo lo entiendo, el jugador no ganaba nada: te ponías ahí, dabas tu imagen... Me parece respetable, era decisión de cada uno. Te enfrentabas con rivales y veías a muchos futbolistas que a lo mejor eran del filial o que, en cualquier caso, no habían llegado a estar en el primer equipo".
La última Liga Fertiberia la ganó en 2013 el Celta, al imponerse al Valladolid por un ajustado 9-8 en la final, en Puertollano. Víctor y Jacobo Campos dirimieron en aquel encuentro no sólo el título, sino también el trofeo al jugador más destacado del torneo, adjudicado finalmente al futbolista vigués. Fran Caínzos, Fidalgo, Chuchi Macón, Juan Carlos, Marcos, Fidalgo... fueron quienes con sus nombres y su esfuerzo pusieron las últimas gotas de fútbol de la Liga Indoor, con un encuentro definitivo ganado por la más exigua diferencia. Su celebración subraya el final de una aventura simpática por el planteamiento, osada como negocio y muy bien resuelta en lo organizativo, que animó el panorama futbolístico con un formato diferente durante los días más ásperos de la crisis financiera global. "Fue una pena, no era fácil y menos en aquellos años", considera Juan Sánchez. "No sé por qué se perdió -lamenta a modo de conclusión nostálgica Rafa Guerrero-. Pero era muy bonito".