QUIERO SER COMO

Los peores momentos de Nahikari en el Real Madrid: "Es el cómo te hacen sentir. No es que molestes, pero sientes que no pintas nada"

La atacante española habla en 'Quiero ser como...' de su dolorosa salida del Real Madrid.

Nahikari García, durante un partido con el Real Madrid. /Getty
Nahikari García, durante un partido con el Real Madrid. Getty
Mayca Jiménez

Mayca Jiménez

Una Nahikari antes y después del Real Madrid. Una carrera de éxito que se desdibujó tras dos años que apuntaban a lo más alto y lo cambiaron todo. En 2021, la atacante vasca llegó al equipo blanco como una de las estrellas del momento en el fútbol español. Máxima goleadora en la Real Sociedad, con la que consiguió la Copa en 2019, y los ojos de los mejores equipos del panorama nacional tras su figura. Era también su sueño. El de una niña que siempre anheló vestir de blanco y seguir los pasos de su ídolo, Raúl González. Con el '9' a la espalda llegó a Valdebebas, pero todo lo que vivió allí estaba lejos de lo que ella misma había idealizado. Terminó saliendo, con un doloroso adiós y una mochila llena de aprendizajes. Y de todo ello, además de su gran momento en el Athletic, habló en Quiero ser Como.

Nahikari: «Es cómo te hacen sentir»QUIERO SER COMO

Durante el programa, que se emitirá este miércoles a las 22:00h en Youtube, Nahikari repasa sus momentos más duros y cómo una opinión cambió el curso de su trayectoria. "Tuve la mala suerte o coincidencia de estar en el Real Madrid con un entrenador al que no le entraba por el ojo y ya está. Son cosas que pasan. Con mi etapa en el Real Madrid he aprendido que el fútbol es totalmente subjetivo. Tú puedes ver una cosa y ella otra. Eso marca que soy mejor o peor. No", destaca de su relación con Alberto Toril, con el que no llegó a tener regularidad desde la llegada del técnico cordobés en noviembre de 2021.

La palabra "aprendizaje" se repite en bucle en una charla en la que Nahikari no duda en recurrir a este término para definir su etapa en el Real Madrid. "Me han dado muchas tortas, pero me han curtido la personalidad de tener que seguir para adelante. Yo llevaba siendo profesional desde que tenía 16 años y, aunque fuera echada para adelante, seguía siendo una niña con sus inseguridades y sus miedos. En mi llegada al Real Madrid se juntaron condicionantes complicados en mi inicio, además del inicio de temporada tan complicado que tuvimos", subraya.

El «igual no era para tanto» que sumó peso a su llegada al Madrid

Y profundiza en ello: "Por una parte, Esther venía de marcar muchos goles en el Levante. Y, por otro, yo llegaba de la Real tras una salida conflictiva. Mi nivel de exigencia en la Real se había puesto muy alto y en la última temporada no llegué a los registros porque me lesioné y jugué menos. Era como que Nahikari no llegaba en un buen momento, aunque yo veía los datos con los analistas y no era así. Se juntaron muchas cosas que, sumadas a esa sensación que tenía de que igual yo no era para tanto, generaron inseguridades. Estaba fuera de casa, que yo quería, la situación del equipo no es la mejor, pero al final se juntaron muchas cosas que no ayuda. Aun así, viví cosas que nunca imaginé".

Nahikari rememora con una sonrisa todo lo bueno que le dio su etapa como madridista. "Lo primero más importante es que vestí la camiseta del Real Madrid...", empieza, mientras enumera un sinfín de momentos que le hicieron desbloquear muchos sueños con el equipo blanco. "Mi cara estaba con la camiseta del Real Madrid en Gran Vía, que mis amigas iban y se hacían fotos", recordó entre risas.

Una sensación que contrarrestaba con su momento a nivel futbolístico. "Me sentaba en el banquillo y decía: por favor, que pasen los minutos... Es el cómo te hacen sentir. No es que molestes, pero sientes que no pintas nada. Me encantaba entrenar y el día a día, pero necesitaba el aliciente de competir. Cuando jugaba en el Real Madrid era jugar hoy, luego no. Te conectas y te desconectas. Y no somos máquinas", asegura, al tiempo que puntualiza que era feliz en el día a día, en los entrenamientos, pero necesitaba "el aliciente de competir".

La conversación con Toril acabó con un «nada»

El punto de inflexión llegó tras la Navidad de 2023. "Creo que fue después de mi última concentración con la Absoluta, volví al Real Madrid, jugué un par de partidos y partir de ahí desaparecí", indica una Nahikari a la que costó encontrar una explicación a la situación que estaba viviendo en el Real Madrid.

"Encima se dio que nos desconvocó para el Clásico a Lucía y a mí. Yo no sabía qué pasaba y hablé con él. Le pregunté si había algún problema y, por su parte, nada. Que eran cosas futbolísticas. Cada uno es como es, pero a mí me gusta ir de cara y la sinceridad. Si tus palabras no se sujetan con tus hechos, ahí ya has perdido a la otra persona. Son cosas que pasan. He vivido la parte más fría del fútbol", apunta.

«Qué pasada. Cómo puede influir una persona en tu trayectoria»

"¿El ser un número?", le preguntamos. "Eso es", confirma. Y se lamenta de que las cosas hubiesen sido diferentes si hubiese tenido más protagonismo en el Real Madrid: "Mi madre no tiene ni idea de fútbol y me decía: "Qué pasada. Cómo puede influir una persona en tu trayectoria". No solo en la mía. Cuántas jugadoras habrá como yo. Hay veces que lo pienso y me duele. Otras, pienso en la suerte que he tenido de tener entrenadores que confiaban en mí".

Con todo ello, y con la autocrítica de que su primer año no fue el esperado e hizo todo lo posible para que la situación cambiara en el segundo, Nahikari se marchó "muy tranquila" del Real Madrid. Además, admite que no guarda rencor y que hay muchas personas a las que les tiene mucho cariño en el Real Madrid.

"Yo trabajé para tener muy buenos números y, aun así, no jugaba. Llegó un momento en el que les daba números, que era lo que querían, y no bastaba. Cuando lo que dices y haces no se sujeta, ya no hay nada que tenga sentido. Da igual lo que hagas. Son gustos y hay que aceptarlo. Es duro porque era lo que soñaba. Lo peor es idealizar algo y fue muy decepcionante", sentenció Nahikari, que vio como el castillo de arena que había construido se desmoronaba con una facilidad desoladora. Y, lo peor, es que nada podía hacer para evitarlo.