LIGA ARGENTINA

Termina una "hermosísima historia": así construyó Gallardo su River Plate

El 'Muñeco' se despedirá del Monumental tras ocho años y medio, quedará su legado.

Gallardo ganó un título cada 30 partidos disputados. /GETTY
Gallardo ganó un título cada 30 partidos disputados. GETTY
Jordi Cardero

Jordi Cardero

La melodía del fútbol de River choca con el ambiente del Monumental. Las gradas hacen vibrar el esqueleto de cemento. Al verde llega el grito, pero no el ruido. Tac, tac, tac, tac. La música de Gallardo siempre fue el balón: un equipo ordenado pero vertical, de presión alta, vanguardista. El técnico cierra una etapa de más de ocho años en el banco de los millonarios. "Ha sido una historia hermosísima", dijo al final de la conferencia de prensa.

A Gallardo le ofrecieron lo que todo entrenador desea: tiempo. A su favor jugó que en la primera temporada ganara la Copa Sudamericana. Y en la segunda, la Libertadores. Ayer, el 'Muñeco' tomó "una de las decisiones más complicadas" de su vida. Ganó de forma sostenida, de media levantó un título cada 30 partidos jugados. Para tener perspectiva del dato, Guardiola gana un trofeo cada 24 encuentros. El catalán llegó a reclamar la nominación del técnico riverplatense para el The Best.

La renovación del plantel, un reto constante

Durante el camino, River vivió cambios constantes de cromos. No fue excusa. El reciclaje constante, con una idea que evolucionaba como base, fue el pilar del éxito. "Vivimos procesos dentro del mismo proceso, son cambios constantes. Cada seis meses tienes que ir renovando los planteles, cambiando jugadores importantes. Volver a poner las piezas en su lugar nunca es fácil. Los jugadores son distintos, las personalidades y las mentalidades son diferentes... El proceso de inyectar una idea trae tiempo", comentó una vez el 'Muñeco' en un podcast con Juan Pablo Varsky.

El fútbol argentino, y en especial River, es muy tentador a manos de los grandes presupuestos europeos. Los planteles de Gallardo han cambiado constantemente. Entre las dos finales de Libertadores ganadas, en 2015 y 2018, solo un mismo nombre fue titular en los partidos decisivos: Maidana. El 'Pity' Martínez entró desde el banco. Pasaron los años, pasaron los jugadores, pero la esencia no cambió.

Gallardo, con su segunda Libertadores.  GETTY
Gallardo, con su segunda Libertadores. GETTY

El fútbol argentino viaja distinto al europeo. El mercado veraniego del viejo continente cae justo en medio de la temporada del país albiceleste. Así pues, como pasó recientemente con Julián Álvarez y Enzo Fernández, existe el riesgo de que a un equipo le arrebaten a sus estrellas a mitad del campeonato. Gallardo se encontró en el misma dilema. El Barça lo quiso hace algunos meses, pero él se negó a abandonar su proyecto en mitad del viaje. Es un entrenador detallista, un hombre de club. Quiere tenerlo todo bajo control, tener capacidad de decisión. Fue idea suya la creación del River Camp, el centro de entrenamiento del club. Los campos de la ciudad deportiva tienen la misma semilla que yace en el césped del Monumental. Incluso la misma iluminación.

Futbolísticamente, el River de Gallardo fue un equipo más europeo que argentino. Su corazón fue el centro del campo. Por allí pasaron un Enzo Pérez que distó mucho del del Valencia -hasta llegó a jugar de portero en la emergencia-, un Nico De La Cruz indetectable para los defensas, un dinámico Exequiel Palacios o el incombustible Nacho Fernández. Gallardo apostó, con Quintero o el 'Pity' Martínez abanderando la idea, con conjugar varios 'diez' sobre el terreno de juego.

"Que la gente crea porque tiene con qué creer"

Marcelo Gallardo Entrenador de River

"Que la gente crea porque tiene con qué creer". Las palabras de Gallardo aún resuenan en el Monumental. River había perdido la idea de las semifinales, en casa y ante Gremio, por 0-1. Los brasileños se adelantaron en la vuelta. El técnico, que estaba expulsado, se comunicó durante el encuentro con el resto de su cuerpo técnico por walkie-talkie. Al descanso, River estaba emocionalmente en punto muerto. Gallardo agarró un abrigo, una gorra y, contra las normas, se coló en el vestuario. Las cámaras lo captaron. "Me tomé el atrevimiento de bajar porque creía que lo necesitaban los jugadores. Y yo también lo necesitaba. No me arrepiento", diría el entrenador. River terminaría remontando cuando el encuentro estaba a punto de morir.

La afición de River, en la Castellana, camino del Bernabéu para la final de la Libertadores. RELEVO

El partido en el Santiago Bernabéu es algo imborrable para los millonarios. "No hay nada más después de esto. No hay nada más", pronunció Gallardo al final del partido. Era una especie de fin del mundo y River sobrevivió. Cada 9 de diciembre, el imaginario colectivo millonario viaja a Madrid. Aquella Libertadores fue para Gallardo "la conquista más hermosa del mundo".

Pero todo lo bonito tiene su final. Gallardo se marcha del Monumental siendo una leyenda. Y sabiendo, también, que su carrera como entrenador no ha hecho más que empezar. Se despedirá de su gente en casa ante Rosario Central, de Carlos Tévez, que también estuvo presente aquella noche de diciembre en Madrid. Por última vez se conjugarán los gritos de la hinchada y la melodía del River de Gallardo. Termina su historia, comienza el legado.