La incertidumbre en el fútbol mundial por el caso Diarra: "La esclavitud está abolida, no puedes obligar a nadie a trabajar"
Una jornada de la AFE para tratar de comprender las consecuencias de una histórica sentencia del TJUE deja muchas reflexiones y unas cuantas preguntas abiertas.
Los politólogos definen el 'efecto Bruselas' como la capacidad que tiene la UE de imponer su marco legal fuera de sus fronteras. Ocurre en multitud de cuestiones, muchas empresas tienen que adaptarse a las normativas de la UE, que suelen ser más estrictas, si quieren acceder a un mercado económicamente próspero y con más de 500 millones de personas. Es algo que se puede ver en cuestiones como la política de protección de datos, regulaciones de sustancias o alimentos, y también en el deporte. El TJUE, que es el tribunal más importante de la UE, cambió el mercado del fútbol con la sentencia Bosman, un terremoto que rediseñó el deporte mundial y ahora una nueva sentencia, la de Lass Diarra, amenaza con otro cambio ¿tan drástico como el anterior?
Probablemente no, pero sí importante. En el sindicato español de jugadores, la AFE, son uno de los grandes interesados en saber por dónde va esta historia, y por eso mismo convocaron unas ponencias en su sede con algunos de los nombres referentes del derecho deportivo y el mundo sindical en el fútbol como oradores. Las conclusiones dependen mucho de quién sea el que en ese momento tiene el micrófono y van en un espectro amplio, desde los que aseguran que esto es un terremoto hasta lo que lo plantean como una cuestión de matiz. En todo caso, es complicado conocer las consecuencias exactas de una sentencia hasta que no empieza a ser aplicada.
Abrió fuego Juan de Dios Crespo, uno de los abogados deportivos más prestigiosos de España. A él le correspondió hacer la presentación del caso, la parte más factual de la sentencia. Explicó que algunas de las cuestiones tratadas por el TJUE, como la no retención del Certificado de Transferencias, en la práctica ya se llevaban a cabo con normalidad. Otras de las peticiones del tribunal son de mayor calado, especialmente las que tienen que ver con los artículos 17.2 y 17.4 del reglamento FIFA de traspasos que se refieren a la rescisión de los contratos. Sobre todo eso pivota ahora mismo la cuestión.
En el caso de Lass el Tribunal de Mons que pidió consulta al TJUE sobre un fichaje frustrado con el Charleroi. La norma decía que el equipo belga tenía que hacerse cargo de la indemnización que reclamaba el Lokomotiv, su club anterior, lo cual en la práctica detuvo al club de realizar el fichaje. Hasta el momento, la normativa consideraba que el jugador era quien tenía que demostrar que su rescisión del contrato con el club anterior no había sido inducida por el nuevo equipo por el que fichaba. Y eso es lo que el tribunal ha considerado contrario a derecho. Ahora, si un jugador rescinde su contrato, el siguiente club no será responsable de la indemnización que pudiese derivarse del conflicto laboral del jugador con el equipo de procedencia. Una reducción automática de riesgos.
En la práctica, esto va más allá. Con una reformulación del sistema de transferencias, que en mayor o menor medida se va a tener que llevar a cabo, se tiene que replantear el procedimiento para rescindir los contratos y, específicamente, para calcular las indemnizaciones en caso de romperlos. Esta es la madre del cordero, pues para algunos representantes de los sindicatos, como Lucien Valloni, el sistema siempre se ha utilizado contra el trabajador y beneficia sobradamente a los clubes.
"Hacen falta cambios en el reglamento de la FIFA. La esclavitud está abolida, no puedes obligar a nadie a trabajar, pero si tienes que pagar 11 millones no te puedes ir... Es desproporcional", explicaba Valloni, líder del sindicato suizo.
Es cierto que en España no existe este problema o, para ser más exactos, el problema es otro. Como explicó en la mesa redonda Rodrigo García, abogado de la firma Laffer, el decreto 1006 que regula los traspasos en España, y que, por lo tanto, es de obligado cumplimiento, en la práctica ha instituido las cláusulas de rescisión. Estas, más por cómo se usan que por su redacción, suponen que el jugador no tenga prácticamente opciones de desvincularse unilateralmente de un contrato pagando una indemnización. ¿Está eso acorde al derecho europeo? Por lo menos lo está hasta que un jugador valiente y un abogado valiente decidan contestarlo en los tribunales para ver si esas cláusulas, con frecuencia exageradas y nada relacionadas con los emolumentos del jugador, son realmente un sistema que permite la libertad del trabajador.
Porque esto, al fin y al cabo, no deja de ser un tema laboral, por más que para muchos aficionados —y también algunos dirigentes— los futbolistas no dejan de ser un colectivo de privilegiados y millonarios. No es del todo cierto, puesto que estas legislaciones implican a muchos más jugadores fuera de los famosos, y en todo caso ganar mucho dinero no excluye de los derechos del trabajador.
La compensación es el centro de todo esto. Valloni cree que el precio justo de una rescisión es pagar lo que queda de contrato. Crespo frunce el ceño cuando es esa la propuesta, pues entiende que algo así daría todo el poder a los futbolistas y dañaría irremediablemente tanto el mercado del fútbol como a los clubes, que quedarían sin control de los jugadores. Alguno de los ponentes señala también a que puede haber problemas con la cantera, pues si el jugador puede salir de su contrato con cierta facilidad ¿qué incentivo tiene un club para formarlo?
Ese es el centro de la discusión, ¿cuáles son las provisiones que tiene que establecer FIFA para esto? Se habla de cuestiones subjetivas —¿Cuál es el valor real de un jugador?— y objetivas —la edad o el tiempo que le falta de contrato al futbolista— y se recuerda que ya hay otros lugares en el fútbol, como el mecanismo de solidaridad, en los que se ha conseguido articular un sistema válido para todo el fútbol mundial. Ese es el nuevo objetivo.
La voz de la FIFA
Esa es la ecuación que hay que resolver y el balón está en el tejado de la FIFA. Emilio García Silvero, su jefe de legal, se conectó desde Miami para dar luz sobre en qué momento estamos y cuál es el camino que están recorriendo hasta solucionar este problema.
Arranca con un "es un tema apasionante" que bien podría ser un eufemismo porque, aunque la FIFA tiene un análisis más benévolo que otros actores de la sentencia —reafirma que tiene derecho a regular el mercado de traspasos—, todo cambio es de alguna manera un problema.
"Esta sentencia, que es muy importante, abre la posibilidad de reconfigurar parte del sistema de transferencias. Los jugadores son libres de romper su contrato, pero sometidos a las consecuencias financieras que se deben establecer. Ahí estará la piedra filosofal de la disputa. Lo que queda claro es que debemos poner en marcha una nueva configuración respecto al cálculo", señaló el dirigente de FIFA.
Esa nueva configuración empezará a pensarse en un periodo de consultas que se cerrará el 15 de noviembre. En el organismo rector del fútbol mundial señalan con orgullo que el debate ha abierto más que nunca, que todo aquel que tenga una idea puede aportarla y que se está tratando de ser lo más abierto y permeable posible.
Una segunda fase llevará a algo más concreto entre los actores habituales del fútbol: "FIFA ha abierto un proceso para escuchar a todos los operadores del mundo del fútbol: ligas, clubes, sindicatos, confederaciones, etc. Intentaremos construir una reforma del artículo 17 que satisfaga a todas las partes".
En la conversación salió que, actualmente, la FIFA no está resolviendo algunos de los casos de arbitrajes que tiene abiertos, pues sería un poco absurdo hacerlo sin tener cerrada la normativa. Además, se espera que haya algún acuerdo de transición para el mercado de enero, algo provisional para que las transferencias que se lleven a cabo en ese periodo se vean respaldadas al menos en parte. La idea es que todo este conflicto esté ya plenamente solventada y aceptada por todos de cara al próximo mercado de verano.