Resulta curioso que quien mejor entienda el Guardiolismo sea Gündogan

Cuando llevas tanto tiempo viendo tu imagen deformada y el espejo solo te devuelve aquello que tú proyectas, la crítica que nace desde dentro siempre está bajo sospecha. ¿Por qué lo hará? Es bueno recordar que el Barça de Xavi se ha ido haciendo fuerte en base a un discurso altamente peligroso en el que el principal culpable de los males futbolísticos del equipo han sido, sobre todo, los medios de comunicación. Con ese enemigo común construido alrededor del equipo a modo de escudo y repelente, cualquier atisbo de crítica que nazca desde dentro es puesto en cuarentena. El Barça es un equipo que no está acostumbrado a la crítica porque la ve como un objeto de destrucción y no de construcción.
"Everything was in our hands and we just gave it away."
— CBS Sports Golazo ⚽️ (@CBSSportsGolazo) April 16, 2024
İlkay Gündoğan spoke with @GuillemBalague to discuss what went wrong for Barcelona 😔 pic.twitter.com/GIs5uoI1O1
Gündogan llegó al Barça de una cultura completamente distinta. Una en la que la barriga llena, con un triplete recién ganado, era sinónimo de hambre y ojos inyectados en sangre. El Guardiolismo es el gran Tesoro del FC Barcelona porque en él se refleja aquello que el Barça fue y predicó ser, incluso después de su marcha en 2012. Se puede hablar de estilo, de posesión, de disparos, regates o pases al cuadrado. Pero lo que define al ADN que Pep instaló como un mantra no es otro que el de amar la victoria por encima de cualquier otra cosa. Guardiola y quienes le siguen veneran la victoria porque en ella está todo, y para ganar no hay mejor forma que la de estar siempre en disposición de hacerlo. Y Gündogan, llegando a la cuna del Guardiolismo, se encontró con un club al que ya no le queda nada de lo que el de Santpedor refundó. Quedan sus palabras a modo de eslóganes molones.
La sorpresa fue mayúscula cuando, de una crítica de dos minutos en la que el alemán desgranaba el partido, hablando de distintas acciones del mismo, el ruido solo se volcó en lo evidente: que dejar a tu equipo con 10, con una hora por jugarse, es un error. "Araújo ya lo sabe, ¿para qué lo dice?" En el eterno debate sobre si decir o no decir, sobre si lavar la ropa dentro o hacerlo fuera, lo único a lo que no se puede discutir es que el Barça, como club, hace tiempo que esquiva la crítica como vehículo constructor y que Gündogan no hizo nada más que señalar con tranquilidad una situación del juego que condicionó al equipo al igual que después apuntó a cómo la falta de concentración llevó al Barça a no defender a Vitinha en el 1-3.
El primer paso para recuperar el orgullo es alejarse de ese silencio implícito que rodea al desastre, como si señalar el error, que forma parte del juego, fuese un sacrilegio y no un deber. Cuando todo el mundo sabe, porque lo ha visto, lo que ha sucedido, ¿qué sentido tiene no hablar de ello para no señalar a nadie? No hay mejor señal de madurez que la de hablar de los errores en público, sean tuyos o ajenos siempre que te competan, y marcar así un nivel de exigencia acorde con la historia de este club. Resulta curioso que quien mejor entienda el Guardiolismo sea un alemán que acaba de llegar al Barça y no quienes, desde el silencio cómplice, dicen entenderlo tanto.