Luis le hubiera dicho mirándole a los ojitos: "Greenwood, o como se llame, me parece que además de bonito usted es bueno"

En la fiesta de Antoine Griezmann, en pleno festejo por su logro de alcanzar o superar los goles de Luis Aragonés, además de intentar dar los tres puntos a su equipo, se coló un invitado sin entrada. A Luis no le hubiera importado la sorpresa. Los extremos siempre fueron su debilidad. Incluso le hubiera llamado y le hubiera mirado a los ojitos. "Usted, Greenwood, es bonito, pero, creo, que también es bueno. Le seguiré vigilando desde allí arriba". Y seguro que lo hace.
Un futbolista desemejante, distinto, diferente, diferencial que dicen ahora los modernos, iluminó el gran partido del Metropolitano. Tiene tres nombres de pila por falta de uno. Mason-Will-John y se apellida Greenwood. 22 añitos. De origen jamaicano, pero nacido en Inglaterra. Llegó al Getafe a ultimísima hora cedido por el Manchester United con un pasado personal todavía por aclarar. Llevaba semanas amagando su calidad con cierta intermitencia, pero dejando huellas solidas por las que pisar. Tres tantos y cuatro pases de gol asomaban detrás de sus carreras en velocidad, de sus unos contra uno, de su doble perfil diestro y derecho.
¿Es diestro o zurdo? Nadie lo sabe. Ni sus compañeros ni Bordalás. Y mucho menos los defensas del Atlético, que solo pudieron verle el dorsal, el 12, durante todo el partido. ¡Qué manera de conducir el balón! Ambidestro total. Velocidad con el balón pegado y frenada para cambiar de dirección. Lino, Hermoso, Riquelme... tendrán pesadillas en los próximos días. Salieron de Iñaki y Nico Williams y se metieron en este inglés que pide paso para la Eurocopa si su seleccionador solo tiene en cuenta sus virtudes futbolísticas.
Aunque los ojos se fueran obligatoriamente a esa banda derecha, la actuación colectiva del Getafe no puede pasar inadvertida. Pocas veces había visto a un equipo de Bordalás proponer tanto juego y ser tan ambicioso. Ya lo había insinuado el sábado en Sevilla, pero ahora estaba enfrente un Atlético que, sin hacer muchos méritos, se había puesto por delante dos veces en el marcador (1-0 y 3-1). Desde el balón, con un Milla soberbio y un Mayoral omnipresente en todas las acciones de ataque, se comió a los de Simeone, aprovechando su superioridad numérica por la expulsión de Savic. El montenegrino merece un duro castigo interno por su segunda tarjeta. Nada que ver con el central que fue.
Las sensaciones ofrecidas por el Getafe, su presión adelantada, su defensa colgada del 'achique' que provocó 10 fueras de juego rojiblancos, su sentido de la profundidad quedaron respaldadas por unas estadísticas que pocas veces habrá podido mostrar. Además de ganar en las faltas (14 por 7), algo habitual, se impuso en la posesión del balón (59 por 41); en los remates (29, nueve de ellos a puerta); en el lanzamiento de córners que certificaba su dominio territorial y su mayor presencia en el campo enemigo (12 por 1).
A partir de ahora, además, este Getafe que transita por la zona tranquila después de unas temporadas de zozobra esconde un aliciente más: Greenwood. Si se muestra en toda su plenitud, como en el Metropolitano, merecerá la pena invertir 90 minutos más la prolongación de turno en seguir viéndole jugar. Cuando un futbolista es capaz de tirar de repertorio en un escenario de los grandes, es que todo lo exhibido lo lleva dentro. Además, lo venía anunciando partido a partido: "soy muy bueno, por algo debuté en Old Trafford en 2018, cuando solo tenía 18 años, y por eso me vestí de 'red devil' en 129 partidos y marqué 35 tantos y dí 12 pases de gol antes de caer en las tentaciones que le pudieron buscar la ruina... Tengo velocidad, tengo regate, tengo remate y la Liga es mi nuevo paraíso".
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