OPINIÓN

Con Messi, la FIFA se empeña en demostrar que su Mundial de Clubes no es una competición seria

Messi, con la camiseta del Inter Miami, saluda a Gianni Infantino. /AFP
Messi, con la camiseta del Inter Miami, saluda a Gianni Infantino. AFP

A final de esta temporada hay un Mundial de Clubes, pero todavía no está claro quién lo televisará. Dicen que hay muchos postores y mucho dinero, pero no se ha firmado un solo contrato que lo corrobore. Es el último estrambote de la FIFA, que quiere sumar a sus balances económicos algo más que el muy lucrativo Mundial de selecciones. Colocar una competición nueva en el calendario no suena muy sensato en un mundo ya sobresaturado de fútbol, pero nadie es capaz de resistirse a un poco más de dinero. Desde luego no la FIFA de Gianni Infantino.

Exprimir cada centavo implica más y más fútbol, pero también escoger a los protagonistas más prestigiosos. Como bien sabe la UEFA, que también tiene su parte de culpa en la congestión del fútbol, no es solo más lo que importa, es clave también que entren en liza cuantos más equipos de postín mejor. En el campeonato, que se disputará en Estados Unidos, van campeones europeos, asiáticos, africanos y sudamericanos suficientes para que la nómina sea brillante, pero faltaba hasta esta semana un representante del país organizador para redondear la cifra. Ha sido, por supuesto, el Inter de Miami, porque si hay opción de que juegue Messi ¿cómo resistirse?

La diferencia entre una competición seria y una pachanga reside en la reglamentación. Si todo está sujeto al mérito la cosa funciona, y todo decae cuando entra en juego la arbitrariedad. El Inter de Miami entra, según la explicación de la FIFA, porque es el campeón de la liga regular de la MLS y en la competición hay una plaza reservada para el país organizador.

Esto hubiese sido óptimo si esa justificación hubiese llegado hace unos meses, pero no fue así. En este caso se ha hecho al revés, se ha buscado un criterio que se ajustase al equipo que la FIFA quería tener, el que más vende de todos. Porque, en realidad, el campeón de la MLS no es el que más gana en la liga regular. Como en el resto de torneos estadounidenses, el campeón se definirá en un playoff. De hecho, hay dos conferencias en la liga regular y, como ocurre en la nueva Champions, cada equipo juega partidos distintos, no es un calendario equilibrado.

Pero si se espera a esa postemporada se corre el riesgo, claro, de que entre otro equipo y en la FIFA no quieren jugársela a que termine en el gran partido algún equipo mucho menos atractivo, como podría ser el actual campeón, Columbus Crew. Tener a Messi siempre pesará más que darle el puesto al equipo del Cucho Hernández.

La FIFA no ha elegido a un campeón, sino a un equipo concreto. Desde que se conoció que había un cupo para el país organizador se barruntaba que iba a ser el Inter de Miami el equipo escogido. Quedaba por saber cómo lo iban a justificar, y han encontrado este criterio como podrían haber sustanciado su decisión en que el elegido iba a ser el conjunto con la camiseta más rosa. Lo importante siempre fue más el quién que el cómo.

No es la primera de la FIFA en esta competición, pues se han ido haciendo trampas a sí mismos desde mucho tiempo atrás. El caso más evidente es la curiosa elección de equipos que se ha hecho en Europa, que es donde actualmente reside el poder en el fútbol mundial. La UEFA, que es la confederación que rige las competiciones del continente, tiene un ránking con sus competiciones que, en teoría, iba a ser el elegido como criterio para entrar en el Mundial de clubes.

El problema es que, en algún momento del camino, hace cosa de un año, alguien cayó en la cuenta de que ese criterio iba a dejar fuera a algunos de los equipos más atractivos del continente. Como el ránking UEFA valora también la Conference o la Europa League, de España iban a ir el Real Madrid... y el Villarreal. Drama en Zúrich ¿se quedan fuera el Atlético y el Barcelona para que entre un club de una ciudad pequeña y con un historial deportivo evidentemente menor que el de los gigantes?

Ni hablar. Nuevo ránking, sacado de la manga, nuevo orden y nuevos equipos. Como cada país solo puede llevar dos clubes, el Atlético acompañará al Real Madrid. Se lo jugó con el Barcelona en la pasada Champions y terminó ganando en la fotofinish. Los rojiblancos ganarán así un buen dinero, pues se supone que esta competición será de lo más lucrativo para sus participantes. Un dinero que, por supuesto, no verá el Villarreal. Ni el Columbus Crew.

Es difícil saber ahora mismo, en octubre, cuál es la diferencia real entre el Mundial de Clubes patrocinado por la FIFA y las pachangas de pretemporada que llevan cada año a los mejores equipos del mundo a Estados Unidos. Es esencialmente lo mismo, el organizador elige a los equipos por criterios económicos, no deportivos, y les pone a jugar en pleno verano. Al final se da una copa, en este caso con rango oficial, pero con la misma falta de seriedad.

Todo esto está sujeto a una guerra de mayor calado. Sacarle rentabilidad al ocio cada vez es más complicado, y el fútbol ya no crece como crecía antes. Los derechos de televisión, que es de lo que vive cualquier deporte, llevan un tiempo de estancamiento. Se gana mucho dinero, pero mucho no es suficiente, cualquier empresa moderna si no crece se deprime. Y como ahora mismo no se paga más por el mismo producto solo queda reinventar el producto. Y si para hacerlo más atractivo hay que recurrir a la creatividad reglamentaria, pues se hace.

La FIFA vende desde hace meses que este verano habrá un Mundial, pero las ligas y los sindicatos se han puesto con todo para evitarlo. Eso es lo que se dice a gritos, pero no es solo eso. La UEFA sospecha que la FIFA —con la que históricamente tiene una relación tirante— está más a favor que en contra de la Superliga, por aquello de que el enemigo de tu enemigo siempre es tu amigo. No van a llegar a abrazar el nuevo invento, pero quizá sí a ponerse de perfil. Y, con eso, si la batalla va a más, puede llegar a valerles.

Llegará el Mundial y encenderemos la televisión, lo seguiremos como si fuese algo serio e importante. Pero no lo es, la FIFA lo ha dejado bastante claro por el camino.