Ernesto Valverde vuelve al lugar en el que comenzó su pesadilla con el Barça: "La memoria es selectiva..."
El técnico no quiso recordar aquel tropiezo con el cuadro catalán, del que los protagonistas le sacan la cara: "No hicimos nada de los que no pidió".
Roma.- Ernesto Valverde es un tipo peculiar. Celoso de su intimidad, la imagen de hombre tranquilo y equilibrado, a veces incluso seco, ante los medios de comunicación no corresponden con su personalidad en las distancias cortas. Divertido y bromista, pasional también. Lo demostró en su primera comparecencia de prensa europea del curso, en el Estadio Olímpico, donde saludó al traductor, bromeó con el encargado de comunicación del club y respondió a los periodistas desplazados. En este mismo escenario, hace ocho años, sufrió una de las derrotas más dolorosas de su carrera dirigiendo al Barcelona, algo que no le gustó que se le recuerde. Con una sonrisa irónica, despejó el tema explicando que "la memoria siempre es selectiva y uno se acuerda de lo que más le interesa". "He perdido muchos partidos y en muchos campos, no llevo la cuenta de todos los partidos que he perdido", completó.
El técnico vuelve al lugar de los hechos con su Athletic, el equipo de su corazón y en el que ha construido un proyecto ganador que viene de ser campeón de Copa. Qué mejor que vencer en este estadio con los rojiblancos para sacarse la espina de aquella derrota que, quienes le conocen bien, saben que supuso el inicio de su pesadilla en Can Barça.
Obsesivo como es y competitivo como pocos, 'Txingu' entendió que en la Ciudad Eterna aquel equipo recibió un puñal que sigue apretando cada vez que el Barça compite en Europa. Fue el comienzo del fin de una era en la que reinaron en Champions con puño de hierro y, por supuesto, en el fútbol español. Lógico que en la previa de aquel duelo, la sensación generalizada fuese la de euforia y tranquilidad, pensando más en las semifinales que en la vuelta de unos cuartos de final.
Ante los micrófonos, Valverde pronunció una respuesta que se convirtió en profecía: "Claro que pienso que podemos perder. Llevo mucho tiempo en el fútbol para saber que pasan cosas extraordinarias en determinados partidos y lo que tenemos que intentar es que no pase nada extraordinario. Lo que no podemos pensar es que no van a tener esa opción y que no se la van a jugar. Un exceso de confianza nos puede costar muy caro".
Los protagonistas reconocen su culpa
"No hicimos nada de lo que pidió el mister y así nos fue. Nos pidió un gol y controlar el partido, que pasaran pocas cosas, y no metimos ni uno y a los seis minutos ya habían marcado ellos. Chutaron el doble, sacaron más córners, hicieron más faltas...", cuenta una persona del club que estuvo presente en la charla previa. "En el descanso lo dijo: si seguimos así nos echan. Y nos echaron", completa en su recuerdo.
Un gol de De Rossi a la hora de juego dejó un escenario completamente nuevo para la última media hora. Y allí, con los culés bloqueados mentalmente, Manolas se elevó para anotar uno de los goles más dolorosos en la historia reciente culé. Había pasado lo extraordinario. "Recuerdo un partido lamentable. El míster pidió que no entráramos locos, nos dijo algo así como que mejor que no pasaran pocas cosas que no nos sacaran del partido, pero la realidad es que no acabamos ni de entrar", responde un jugador de aquella plantilla.
"La cagamos contra la Roma y el Liverpool, pero era el aburrimiento de sentirte demasiado superior". Esta frase la pronunció Rakitic en una entrevista reciente con Canal Sur Radio. Unos meses antes, en Jijantes, el croata colocó esa derrota como la más dura de su etapa en Barcelona. "La peor fue la de Roma, porque lo regalamos. Sin quitar méritos al rival y felicitándolo por el partido que hizo, pero lo regalamos. Cuando no estás metido de verdad, te puede pasar. Y fue culpa nuestra". Valverde les avisó, pero sucedió la tragedia.
"Faltaban seis minutos y nos quedamos todos mirando como remataba", explica hoy un empleado del Barça a este medio. "Valverde se cabreaba, pero bueno, al final ya no puedes hacer nada. Si al final no defiendes un córner a falta de cinco minutos y llevas una ventaja de tres goles, tampoco sirve de nada romper puertas, ¿no?", insiste este trabajador del club. "Me acerqué, no le dije nada pero le di un golpecito cariñoso en la cara y me dijo: 'vaya putada, tío. Pero bueno, qué le vamos a hacer", narra.
Incluso, recuerda cuando dos temporadas después, con el equipo líder y tras haber ganado dos ligas y una Copa del Rey, la entidad blaugrana decidió despedirle tras caer en la Supercopa. Su reacción de entonces, contada por este trabajador, describe bien al Txingurri: "Le vi tranquilo incluso el día que, en el colmo de los colmos, le echaron después de caer eliminados en la Supercopa. Éramos líderes, habíamos jugado un partidazo, nos habían anulado dos goles y casi al final del partido nos meten uno de chiste. Y le echan. Estaba yo más jodido que él. 'Tranquilo esto es el fútbol, colega'".
Este jueves tiene la oportunidad de vengar aquella derrota. Y lo que es mejor, hacerlo dirigiendo al Athletic, que regresa a Europa casi siete años después con la ilusión por bandera y con muchísima ambición. "Estamos ilusionados con esta competición. Vamos a disfrutarlo y a competirlo. Es una competición bonita que queremos disputar, pero hay que quitarle dramatismo. Jugamos contra un grande de Italia y de Europa, en un gran estadio y vamos a ver si lo podemos hacer bien", respondió el técnico en la misma sala de prensa del Estadio Olímpico. Ha llegado el día de sacarse la espina.