Cuando los inaugurales eran semifinales: un 4-5; España, sin Franco, gana su único estreno; las sospechas de la moneda al aire de Italia...
Los partidos que abren la competición ya no tienen el morbo de los de antes. Solo una vez en la historia el encuentro que abrió el torneo fue el mismo de la final: Portugal-Grecia en 2004.

La Eurocopa llega a su decimoséptima edición, todas ellas, evidentemente con su partido inaugural. Aunque la realidad es que los de las cinco primeras ediciones (1960-1976), con cuatro selecciones en la fase final, no tengan nada que ver con los de ahora que, por ejemplo, se reúnen 24 como en tierras alemanas. La tradición señala que ese primer partido lo disputa siempre la selección del país anfitrión, aunque a lo largo de la historia ha habido dos mínimas excepciones.
En la edición de 1976, se jugaron las dos semifinales a la misma hora: Checoslovaquia-Holanda (3-1) y Yugoslavia-Alemania Federal (2-4). La casualidad quiso que el primer gol de ambos encuentros, se marcara en el mismo minuto, el 19. Ondrus para los checos y Papivoda para los anfitriones. La segunda excepción se vivió en la edición siguiente, la de Italia 1980, en la que la squadra azzurra como organizador se clasificó de oficio para una fase final ya con ocho participantes. Los anfitriones jugaron el segundo día contra España (0-0) y el inaugural lo disputó el campeón en ejercicio, Alemania Federal contra Checoslovaquia. Por supuesto, la edición de 2020, que se disputó en 2021, con 13 sedes para conmemorar los 60 años de la competición, se rompió con la tradición y el primer partido se jugó en Roma, como se podía haber disputado en cualquiera de los otros estadios elegidos.
Con tan solo cuatro selecciones clasificadas para la fase final, los partidos inaugurales de las cinco primeras ediciones eran realmente el primer envite de las semifinales y guardan tesoros por sí mismos que no están de más descubrir. En la puesta en marcha de la competición, 1960, la gran noticia se vivió antes de llegar propiamente a la fase final y España fue la protagonista. Con un gran equipo con el que podía haber aspirado a todo, y después de eliminar a Polonia en octavos, el gobierno del general Franco decidió abandonar el torneo antes de enfrentarse a la URSS. Su gran miedo era ver al equipo soviético y su delegación en territorio español. Los jugadores, concentrados en Madrid, esperaron hasta el último momento que el deporte se impusiera a la política, pero a pesar de las gestiones de la Federación Española y de la propia UEFA, organizadora de la competición, se quedaron sin viajar con las maletas hechas.
Luis Suárez, que ganaría el Balón de Oro ese año, siempre mantuvo que esa selección del 60 era aún mejor que la que cuatro años después conquistó la Eurocopa en el Bernabéu... ante la mismísima Unión Soviética. Suyo fue el primer gol de la Selección en la competición, en el partido de ida jugado en tierras polacas. España ganó en Chorzow (2-4) con tantos de Luis Suárez (dos) y Alfredo di Stéfano (dos) ante 100.000 aficionados. Era la primera vez que la Selección cruzaba el 'telón de Acero'. Además de ellos, las dos estrellas del fútbol español del momento, en aquella selección dirigida por Helenio Herrera, estaban los Ramallets, Gento, Jesús Garay, Kubala (jugó la vuelta)... en la que España también se impuso por 3-0. Esfuerzo inútil porque no les dejaron jugar los cuartos de final.
Con los españoles de vacaciones forzadas, el primer partido de la competición fue el Francia-Yugoslavia. Apoteósico encuentro: nueve goles (4-5) y triunfo visitante que remontó un 3-1 y un 4-2 a favor de los anfitriones con tres goles en cuatro minutos. El parque de los Príncipes enmudeció. Nunca se han vuelto a marcar tal cantidad de goles en un inaugural, ni en el torneo en sí. En la final, la URSS se impuso a los yugoslavos (2-1), que llegaron muy cansados después de su proeza.
Franco ordena y manda: de abandonar a organizar
Cuatro años después, de manera sorprendente, la Federación Española de Fútbol solicitó organizar la fase final. De renunciar a jugar en la primera edición para no enfrentarse a la URSS a pedir ser anfitrión con el riesgo que ello conllevaba. El Gobierno del general Franco, aunque él no estuviera muy convencido, consideró que era la mejor manera de demostrar internacionalmente que su política de apertura se podía medir con hechos concretos. Si no quieres sopa, toma dos tazas. Hungría y la URSS clasificadas para la fase final, además de Dinamarca. El primer partido, España-Hungría, se juega en el Bernabéu, a las 20:00 y la otra semifinal, URSS-Dinamarca, en Barcelona, dos horas y media después.
Franco no acude al palco, pero sí un joven Juan Carlos de Borbón, que acompañaba al vicepresidente del Gobierno español, Muñoz Grandes. Triunfo agónico de los de Villalonga. El gol de Pereda tuvo la réplica en otro de Bene, un futbolista excepcional, y en la prórroga, Amancio marcó el gol del triunfo. Del inaugural a la final con el famoso gol de Marcelino y el triunfo ante la URSS con el general ya en el palco del Bernabéu.
La tercera edición, encierra otra original aventura en su partido inaugural, que a su vez mantenía su categoría de semifinales. Italia y URSS se enfrentan en el San Paolo de Nápoles. El empate sin goles se alarga hasta el final de los 120 minutos y como el reglamento no tenía nada prevista para el desempate, sobre la marcha se decide que el finalista será el que acierte con la moneda al aire. De manera extraña, el árbitro, Kurt Tschenscher, decidió que el acto no se celebrara sobre el césped, sino en la intimidad de su vestuario. Allí que se recluyeron italianos y rusos en diez metros cuadrados.
El colegiado ofreció elegir al capitán soviético, Shesternyov, que no entendía absolutamente nada porque solo hablaba su idioma, momento que aprovechó Facchetti, el capitán italiano, con fama de tener mucha suerte con el juego, para gritar cruz. Mil leyendas brujulean sobre ese momento. Pero la más repetida por la prensa local fue que antes de que la moneda cayera en la palma del árbitro, Facchetti tiró para el campo con sus compañeros detrás, dándose por ganador de la lotería. Nadie supo ver exactamente si había acertado en su elección. Así Italia se clasificó para una final que ganó a Yugoslavia después de un partido de desempate.
Desde entonces, los primeros partidos del campeonato no han vuelto a encerrar tanta magnitud. Las fases finales fueron creciendo en participantes. De los ocho ya en Italia-80. hasta los 16 de Inglaterra 96, hasta llegar a los 24 de Francia 2016, cifra vigente también para Alemania 2024. La trascendencia de esa primera tarde-noche fue perdiendo valor al comenzar a disputarse la competición con fases de grupos. En el fútbol en color, se debe rescatar el partido inaugural de la Euro 2004 disputada en Portugal. Ha sido el único caso en el que el estreno lo disputaron las mismas selecciones que jugaron la final: Portugal-Grecia. En ambos partidos se impusieron contra todo pronóstico los helenos. Del 1-2 del debut, gol postrero de Cristiano para los lusos, al 0-1 de la final con el tanto de Charisteas.
Es el turno de Alemania y Escocia. Para los primeros será el quinto encuentro inaugural (1972, 1976, 1980 y 1988), para los británicos, el primero. Nunca se han visto en otra. Eñ viernes, el Allianz Arena se convertirá en el único estadio en haber albergado un partido inaugural de un Mundial (2006) y de una Eurocopa (2024).