OPINIÓN

Si no se entiende así, es que no se quiere entender: a veces, hay que tirar de la puerta

Alexia Putellas atiende a los medios de comunicación en la concentración de la Selección. /RELEVO | MAYCA JIMÉNEZ
Alexia Putellas atiende a los medios de comunicación en la concentración de la Selección. RELEVO | MAYCA JIMÉNEZ

Hasta hace poco no entendí por qué mi abuela se empeñó tanto en que fuera una mujer independiente, sin que nada ni nadie me prohibiera hacer lo que quisiera. "Cuando algo no se quiera entender, tira de la puerta", me decía. Era una niña y ella ya se empeñaba en avisarme de que la vida con nosotras, con las mujeres, ha sido -y sigue siendo- injusta. Era su aviso de que nada de esto iba a ser fácil. Seguro que ella, en sus últimos años de vida, reflexionó sobre aquellas situaciones en las que le hubiese gustado gritar "se acabó". En las que le hubiese gustado no haber dado tantas y tantas explicaciones. Las mismas que hoy se le exigen a ellas, las jugadoras. Las mismas que nunca se le exigirían -al menos tantas- a ellos.

¿Os imagináis que seis futbolistas, seis, piden volver a hablar con los medios de comunicación acerca de un tema escabroso, delicado y con su carrera en juego? Difícil, ¿verdad? Ellas lo hicieron. Alexia Putellas, Irene Paredes, Athenea del Castillo, Misa Rodríguez, Ona Batlle y Cata Coll atendieron a los periodistas para responder sobre todo lo que se les quisiera preguntar. Se ofrecieron ellas mismas, sin ninguna obligación. Iban -y querían ser más-, pero finalmente se decidió que se repartieran para que hubiera también dos capitanas (Aitana Bonmatí y Mariona Caldentey) en la rueda de prensa previa a Suiza.

Estas seis futbolistas hablaron sin tapujos para intentar explicar todo aquello de lo que podían hablar, teniendo en cuenta que están en medio de un proceso judicial. Para que, los que tengan alguna duda y acaben de llegar, obtengan más argumentos de por qué todo esto es necesario. Claro que faltaran cosas que contar. Claro que habrá situaciones en las que no puedan señalar, al menos por el momento, nombres y apellidos. Por respeto y por motivos legales.

"Tuvimos reuniones, explicamos lo que sentíamos sobre lo que todo el mundo vio, pero también sobre lo que no se vio. A partir de ahí dijimos 'tenéis la información'. Ahora la RFEF tendrá que ver qué debe de hacer", indicó Alexia. La capitana de la Selección volvió a ser clara. No era algo puntual. Es algo general. Y no, no hace falta que haya un abuso sexual para que se reclamen cambios. El machismo y la desigualdad se amplía a detalles diarios, a la gestión, la logística... Porque más allá del caso Rubiales, con una situación concreta en la que se ha vivido un presunto abuso de poder, hay un sinfín de ejemplos de todo aquello por lo que se ha discriminado al fútbol femenino durante décadas.

¿Se ha mejorado con respecto a hace 10 años? Por supuesto. Faltaría más. Pero esto no significa que ya se les trate a ellas y ellos con justicia e igualdad en este deporte. Y no. No están hablando de sueldos. "Se nos ha tratado muchas veces como a niñas cuando somos mujeres adultas", denunciaba ayer Irene Paredes sobre esto. Pues eso. Sólo son profesionales que quieren ser eso, profesionales.

Puede que sea difícil comprender todo el contexto porque es muy, pero que muy, amplio, pero a poco que se le ponga un poquito de empatía, será difícil no entender lo que está ocurriendo. No mirar a estas jugadoras con admiración. Se equivocarán. Seguro. Todos tenemos errores. No obstante, nadie puede negar que han sido valientes. Tenían miedo. Y una motivación social, de aportar un granito de arena al cambio que impulsan, les llevó a dar el paso.

Algunas tienen veintipocos años y se han jugado sus carreras por el bien de todas las que vienen. "Imagínate que aquí se acaba nuestra carrera, mi carrera con 22 años. Ese miedo lo tuvimos todas", explicaba Cata Coll a la hora de hablar de ese temor que les llevó a ir a la concentración con España cuando la crisis entre jugadoras y RFEF caminaba por sus horas más críticas.

Tanto Cata como sus compañeras tomaron una decisión disruptiva para dejar de decir eso de 'siempre ha sido así'. "La sociedad evoluciona, todo evoluciona… Para mi también hay situaciones en la vida cotidiana que digo 'ostras', lo analizo, me doy cuenta e intentó corregirlo. Y soy mujer y también me pasa. Hemos crecido en un entorno así. Tampoco entiendo que haya tanto radicalismo. Simplemente una forma de aprender, de crecer como sociedad, poner de nuestra parte individualmente como colectivamente para ser mejor país", explicó Alexia Putellas.

En sus palabras, en las de todas, y perdonad la licencia comparativa, vi un poco de mi abuela. Era como aquello de ser "mujer independiente". Seguro que a ellas también le pidieron algo parecido sus abuelas, madres, tías, hermanas... Se acuerden o no. Lo de ahora es fruto de los avisos infinitos que hemos recibido todas. De ese espíritu de alerta. De ese convencimiento de que habrá muchas conversaciones incómodas para convencer del cambio. Y puede que no todas terminen de conseguir su objetivo. Por mucho que se explique. "Si no se entiende así, es que no se quiere entender", añadían las jugadoras. Hay veces que hay que "tirar de la puerta" y no seguir chocando contra un muro.