El encaje de los Galácticos es el ejemplo a seguir para que Mbappé y Vinicius convivan en el Real Madrid
Del Bosque reubicó a Zidane en la izquierda y alimentó su convivencia con Figo. Queiroz añadió a Beckham en el centro para que jugaran todos.
Cuatro eran cuatro los galácticos del principio del siglo XX y cuatro son cuatro los galácticos del 2024. Aquellos, Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham, terminaron encajando en el puzle táctico y acabaron jugando todos juntos con un rendimiento menos reflejado en títulos de lo que se podía suponer, sobre todo en su última etapa. Estos, Mbappé, Vinicius, Bellingham y Rodrygo, también deberían hacerlo y cohabitar en un once titular. En ello están. Aquella situación debe servir de espejo en el que fijarse para el presente. La flecha a seguir. Nada que Ancelotti, con su indudable capacidad táctica como entrenador y sus dotes de gestor de egos y plantilla, no pueda solucionar.
De hecho, como ocurriera en aquellos años, la convivencia y el entendimiento dentro del terreno de juego -fuera es otro cantar- fue cayendo por su peso. Los técnicos plantearon su idea y los futbolistas aceptaron el reto. La llegada escalonada de aquellos galácticos, uno cada temporada, también favoreció para que se fueran solucionando sobre la marcha la evidente competencia interna y las presuntas incompatibilidades. Los actuales también llegaron por turnos, aunque con más diferencia de años. Vinicius fue el primero en subir al primer equipo (2018-19), Rodrygo, el segundo, al curso siguiente. Bellingham lo hizo la campaña pasada y Mbappé en la presente.
Fue Vicente del Bosque el primer entrenador en tener que encajar las piezas. En el 2000 llegó Figo, el primero de la factoría galáctica. Extremo derecho específico. Entró en el once titular sin demasiados fórceps. La temporada anterior, el Real Madrid había ganado la Champions 2000 con una mínima rotación en esa banda: McManaman había jugado ocho partidos; Geremi, tres; Guti y Seedorf dos cada uno... En la Liga, poco más o menos lo mismo.
Figo, que llegó con 28 años, en esa primera temporada, 2000-01, disputó 50 partidos y marcó 14 goles en todas las competiciones. Adaptación inmediata. Ningún problema de incompatibilidad ni de competencia directa. Siguiente curso, 2001-02, la servilleta de Zidane en Montecarlo de dos años antes con su 'yes' a Florentino Pérez se hacía realidad en forma de fichaje. Tiene 29 años. Llega desde la Juventus y su puesto indiscutible es el de mediapunta, por detrás de los delanteros, donde precisamente le había colocado Ancelotti en su época de técnico bianconero. Del Bosque continúa en el cargo. En la temporada anterior, en la teórica posición de Zidane, había rotado mucho. Con Makelele indiscutible como mediocentro, la otra plaza central del mediocampo había pasado por los pies de Helguera, Guti, McManaman, Flavio, Raúl...
La posición de Zidane y los pases de Figo
Todo parecía claro y evidente. El tándem Makelele-Zidane, en el eje central. El primero para defender y recuperar, el segundo para pensar, organizar y lanzar al ataque. Así comienzan la temporada. Los problemas eran otros. A Zizou le costó adaptarse al fútbol español y al engranaje del Real Madrid. Podría parecer imposible porque venía de un fútbol italiano más cerrado, más táctico y más defensivo. Se llegaron a decir y escribir bastantes tonterías al respecto: "El Madrid juega mejor sin Zidane". El jugador reconoció con el tiempo que él estaba muy tranquilo. "Sabía que iba a terminar funcionando, había sido mucho peor mi llegada a Italia".
Lo que no entraba en el guion es que, un buen día, Zidane pidiera reunirse con el presidente para exponerle una teoría que había alimentado consigo mismo en los primeros partidos. "Presi, Figo no me pasa el balón". Florentino Pérez no podía dar crédito a esas palabas, pero, por si acaso, mandó que los técnicos del club revisaran los vídeos de los encuentros para confirmar o descartar la teoría del francés. Y cuál no sería su sorpresa cuando comprobó que en situaciones normales del juego, el portugués buscaba bastante más a otros compañeros, sobre todo a Raúl, con quien había congeniado dentro y fuera del césped, que a ZZ.
El mandamás llamó a Figo y le aconsejó dos detalles entre las sonrisas de rigor. "Te pido dos cosas, Luis: una que le pases el balón a Zizou y otra que le invites a cenar". Un par de semanas después, presidente y jugador volvieron a encontrarse. "Verá que le hago caso, presidente, he cumplido con lo de pasarle más el balón, pero no quiere salir a cenar". También, con el paso de los años, el extremo luso recordó la situación que se había dado en su segunda temporada, primera de Zidane, en el club blanco. "Es raro que Zizou le comentara eso al presidente, así de repente. Ya es difícil jugar al fútbol, como para pensar sobre la marcha si le paso el balón a uno o a otro. Cuando ocurrió me pareció ridículo, tonterías. Es más, un día Javier Miñano, que era el preparador físico de Del Bosque, nos comentó que habían repasado los datos y entre Zidane y yo se contabilizaban más pases entre nosotros que con otros compañeros, y eso que cada uno estaba en una banda".
Palabras posteriores al margen, la realidad fue que en los siguientes partidos a surgir la polémica, Figo, en plan de broma, forzó en un par de ocasiones los pases a su compañero para que todo el mundo viera que le daba el balón e, incluso, en el transcurso de un encuentro miró al palco después de mandarle un balón largo que, por ciento, no logró controlar el francés. También se supo más tarde que los tres protagonistas de la historia, Florentino, Figo y Zidane se reunieron un día en el Hotel Eurobuilding para aclarar situaciones y 'camaradear' un rato.
A nivel posicional, entre Figo y Zidane no existió competencia directa. Zidane comenzó jugando por dentro y, sobre la marcha, al entrenador se le ocurrió la variante que al principio no le hizo mucha gracia al jugador. Del Bosque planteó a Zizou que, en lugar de arrancar por dentro, lo hiciera desde la banda izquierda. Un simple punto de salida en la ocupación de espacios, pero que tendría total libertad de movimientos. Partir de ahí, descongestionar el centro, para desplegarse después por todo el frente del ataque.
El técnico, 20 años después, recuerda las explicaciones. "Zidane, defensivamente, tenía unas mínimas obligaciones que se repartía con Raúl, que jugaba de delantero, pero se tenía que tirar a esa banda si a Zizou la jugada le había pillado fuera de esa posición. Ofensivamente tenía libertad para encontrar las zonas donde más daño podía hacer al contrario. Se trataba, también, de aprovechar las entradas de Roberto Carlos por la banda. Recuerdo que a Zizou muchas veces le decía que no se preocupara cuando se fuera de la banda, que con el brasileño jugábamos con uno más y que para eso estaba, para subir y bajar". En esa primera temporada, 2001-02, Zidane jugó 19 partidos de Liga y tres de Champions como mediapunta y 10 y 6, respectivamente, arrancando desde la izquierda, zona que comenzó a resultarle más cómoda con el paso del tiempo. Las diagonales de fuera hacia adentro fueron, a partir de entonces, una de su jugada preferida.
Beckham del centro a la banda derecha
En la segunda campaña, sin embargo, con la llegada de Ronaldo (25 años), tercer galáctico en juego, Del Bosque decidió que Raúl ocupara más la zona de influencia del mediapunta y Zidane ya sumó ya 35 partidos, entre Liga y Champions, partiendo desde la banda. Y en la tercera campaña, 33. El brasileño, por supuesto, no tuvo competencia directa ni indirecta con nadie. Desde que debutara con dos goles contra el Alavés, el puesto fue suyo al menos que alguna lesión o molestias físicas lo impidieran. Lo que variaba era el otro delantero, ya fuera Raúl o Morientes.
Curiosamente, mezclando generaciones galácticas, en una comparación directa entre la llegada de Zidane y la de Bellingham, Ancelotti, después de probar al principio de la temporada pasada con el inglés de mediapunta, en el vértice superior del rombo que se dibujaba en el mediocampo, que fue donde le dijo que le gustaría jugar, en la segunda parte del curso comenzó a colocarlo en la izquierda, 'a lo Zidane' y desde ahí comenzaba sus maniobras ofensivas. Pasó del 1-4-4-2 en rombo al 1-4-4-2 en línea.
Ubicados y complementarios los tres primeros galácticos: Figo, derecha; Ronaldo delantero centro y Zidane, a la izquierda, correspondió a Queiroz, sustituto de Del Bosque, correr con la adaptación y puesta en escena del cuarto galáctico: David Beckham. Llega con 28 años y una posición bien determinada en la que jugaba en el Manchester United, medio derecho. Más o menos, metros más arriba, metros más abajo, territorio propiedad de Figo. Tanto en Old Trafford, como en la selección inglesa, Beckham había probado jugar como mediocentro clásico. Incluso hubo un tiempo en que el jugador insistía en jugar ahí. Consideraba que en esa demarcación era más importante porque se convertía en el organizador del juego del equipo. Desgraciadamente para él, sus condiciones técnicas no le daban para cumplir con tal responsabilidad y su rendimiento siempre era superior jugando en la banda: 250 partidos en Inglaterra por los 140 que en posiciones más centradas.
Cuando llegó al Real Madrid, volvió a encontrarse con la posibilidad de actuar por dentro. Figo era intocable, aunque el portugués comenzara a ver con buenos ojos centrar su posición y jugar más de segunda punta con más libertad de acción y más cerca del área que de la banda. Al técnico portugués le correspondía la responsabilidad política y futbolística de que los cuatro galácticos cohabitaran en el mismo once. No se le plantearon en principio demasiados problemas. Figo, en la banda derecha, 32 partidos de Liga y nueve de Champions; Beckham en el centro, 28 y siete; Zidane a la izquierda, 24 y 8. Ronaldo arriba. El recién llegado, cambiaba bastante de compañero de viaje en esa zona central: Guti, Cambiasso, Helguera, incluso Raúl o Zidane, que salía de la banda para que entrara en juego Solari.
Con su póker de estrellas en juego y como titulares, el equipo fue victima de sus resultados. Primero, perdió la final de la Copa en Montjuic ante el Zaragoza. Después fue eliminado de la Champions, tras ganar 4-2 en casa al Mónaco y perder en el Principado (3-1). Finalmente, dejó escapar la Liga. Llevaba ocho puntos de ventaja a su inmediato perseguidor, el Valencia. Perdió seis de los siete últimos partidos. El Madrid más galáctico se quedó solo en la Supercopa de España. Poco para lo esperado.
Tocados, pero no hundidos, por ese curso tan irregular, la temporada siguiente, 2004-05, se rizó el rizo. Tres entrenadores: Camacho, García Remón y Luxemburgo y a la nómina de cuatro galácticos, se unió Owen, que si bien no llegaba a la jerarquía de los anteriores, venía de ganar el Balón de Oro. La plantilla reunía cuatro ganadores del trofeo individual por excelencia: Zidane, Figo, Ronaldo y el recién llegado del Liverpool. Beckham, el más mediático, sin embargo, nunca lo había ganado.
En dos años, fin de un ciclo
Figo y Beckham, en el último tramo del Campeonato, tras la llegada en diciembre del técnico brasileño Vanderlei Luxemburgo, comienzan a sufrir una competencia directa. Figo, 43 partidos, deja de ser indiscutible y comienza a jugar de mediapunta por dentro y como segundo delantero. Incluso llega a conocer una experiencia desconocida para él: sentarse algún partido en el banquillo o ser sustituido más de la cuenta. Beckham (38 partidos) pasa de ser mediocentro a jugar de volante derecho, como en el United. Zidane (40 partidos), ya sin Del Bosque, se mantiene casi fijo en la banda izquierda y Ronaldo (45 partidos) es intocable arriba con Raúl u Owen (45 partidos, pero la mayoría como suplente) como compañeros de viaje. Los cinco galácticos conviven, pero el equipo no gana ningún título por primera vez desde la temporada 1995-96.
Comienza la diáspora. 2005-06. Se van Figo al Inter y Owen al Newcastle. Continúan Beckham, Zidane y Ronaldo, que mantienen sus status de titulares. Esa es la última temporada del francés y a la siguiente le siguen los pasos Ronaldo, en el mercado de invierno, y Beckham. Fin de ciclo galáctico (2000-06). En su palmarés, dos Ligas (2001 y 2003), una Champions 2002), dos Supercopas de España (2001-03), una Supercopa de Europa (2002) y una Intercontinental (2002). Suena a poco para lo que debería haber sido. Estamos hablando de tres futbolistas mayúsculo: Figo, Zidane y Ronaldo y un cuarto, Beckham con hechuras de buen jugador y una estela de estrella que le compensaba lo que no terminaba de tener dentro del campo.
La comparación con la nueva generación de galácticos, con Mbappé como máxima referencia a pesar de ser el último en llegar, nos muestra que los actuales se han juntado en el Real bastante más jóvenes, con lo que se intuye que su proyección y vida como grupo futbolístico debe ser más larga. El francés llega con los 26 cumplidos, pero Vinicius tiene 24, Rodrygo, 23 y Bellingham, 21. Con la temporada recién comenzada, están en plena etapa de adaptación salpicada por alguna lesión como la del inglés. Se antoja pronto como para comenzar a pensar en incompatibilidades entre ellos. Ancelotti tiene a su disposición la historia para ver cómo coexistieron los Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham. Un buen espejo en el que mirarse.