ALBERTO RENTERO

La desesperación de un canterano del Atleti para evitar que le envíen a paliativos

Alberto Rentero tuvo un accidente en Estados Unidos en noviembre. Desde entonces, su familia pelea por darle la mejor vida posible.

Alberto Rentero, canterano del Atlético de Madrid./@rentero11
Alberto Rentero, canterano del Atlético de Madrid. @rentero11
Jorge C. Picón

Jorge C. Picón

El transcurso de una vida puede cambiar en un sólo instante. Que se lo digan a Alberto Rentero y su familia. El futbolista, canterano del Atlético de Madrid, lucha con todo y contra todos por recuperar un mínimo de normalidad en su vida después de que el pasado 13 de noviembre un accidente de tráfico le dejase en coma. No le está resultando fácil. Ni a él ni a sus padres, que se han encontrado demasiados obstáculos para conseguir algo tan sencillo y humano como la mejor vida posible para su hijo.

Todo comienza en Estados Unidos. Después de 11 años en el Atlético y tras un efímero paso por Alavés, Sanse y Pinto, a Alberto le aparece la opción de irse a Estados Unidos. Se trata de una beca concedida por AFE y que gestiona junto a ellos. Allí estudia mientras continúa su carrera, pero un accidente un año después de su llegada destroza su sueño. Desde entonces, comienza los meses más duros de su vida.

"El médico en Estados Unidos nos dijo que temía por su vida. Fueron días muy duros. Pero en una prueba observan que su pupila se contrae cuando le apuntan con una linterna. En ese momento se santigua y nos dice: 'su hijo va a vivir", comenta el padre de Alberto, del mismo nombre, a Relevo. Cuando todo parecía ir bien, se encuentran con el primer problema: el seguro americano no se hacía cargo del viaje de vuelta a España. Se encuentran con una factura de más de un millón de euros. Además, se ven obligados a pagar 113.000 euros para trasladar a su hijo en avión desde Estados Unidos. A esto hay que sumarle los innumerables gastos de vivir allí junto a su mujer durante semanas para acompañar a su hijo. Ni el "ilimitado" seguro de la universidad ni el del coche involucrado se hacen cargo del asunto, aunque lo ha dejado en manos de un bufete de abogados.

Ya de vuelta en Madrid tiran de una aseguradora privada, ASISA. Le llevan al hospital Beata María Ana, donde continúa su rehabilitación. Se levanta del coma y las buenas técnicas para este tipo de casos le permiten mejorar pero, por el contrario, un mal tratamiento médico casi le hace perder un ojo por una úlcera. Dos meses después de su entrada, otro revés. Es ASISA la que deja de pagar ya que el hospital le informa que los objetivos a alcanzar son demasiado costosos y nos recomiendan mandarlo a un centro de la seguridad la social, que no tiene límites.

Les corresponde la Fundación Jiménez Díaz, donde pasa dos meses. Allí los cuidados médicos fueron excelentes y le salvan el ojo, según Alberto, pero su planta de neurorehabilitación no estaba incluida en la seguridad social cuando necesitaba un tratamiento intensivo. Es entonces cuando un médico considera necesario un cambio de hospital, en búsqueda de uno más acorde a las necesidades del paciente. El mismo les intenta ayudar para poder trasladarlo al Instituto Guttman, el mejor de España para estos casos, pero el Sermas (Servicio Madrileño de Salud) le deniega la solicitud, y le da como alternativa el hospital San José, en el barrio de Cuatro Vientos.

Ha cambiado las largas sesiones de rehabilitación en la Beata por apenas media hora al día, que ni siquiera llega al tiempo marcado ya que cuentan con un solo fisioterapeuta para decenas de personas. Lo mismo con la logopeda, que sólo puede verlo 30 minutos a la semana. Los recursos del hospital no dan para más.

Alberto se encuentra en una situación crítica. Después de recabar la opinión de numerosos médicos, tanto de la pública como de la privada, su hijo puede mejorar si cuenta con una rehabilitación intensiva. No piensan lo mismo en el hospital San José, donde quieren llevarlo a paliativos.

La Fundación Jiménez Díaz reafirman que Alberto sí tiene un diagnóstico favorable. Además, se puso en contacto con otro centro de Madrid, el San Vicente, donde sí están dispuestos a darle la rehabilitación que precisa. Sin embargo, el médico de la San José le ha pedido permiso al Sermas para pasarlo a paliativos. Por otro lado, se espera que esta semana de resuelva una petición hecha por la familia con la que solicitaron el cambio de clínica.

Mucha ayuda de familia y amigos, pero poca de las instituciones

Han encontrado mucha ayuda en familia, amigos y excompañeros de Alberto, que se han encargado de donar y, sobre todo, de preocuparse por su estado. Han iniciado una colecta en la que llevan más de 100.000 euros recaudados. Su padre explica que el dinero es importante, pero lo primordial ahora es encontrar un centro acorde a las necesidades de su hijo.

También han visto como, gente que debía ayudar, se lava ahora las manos. AFE, la encargada de gestionar la beca de Alberto en Estados Unidos, ha dejado de contestar los mensajes de la familia. Mientras tanto, el jugador sigue pagando su cuota mensual a la asociación a pesar de su estado.

Son días críticos para Alberto y su familia. Caer en un pozo del que sea casi imposible salir o, por el contrario, volver a la senda positiva de la que muchos le quieren sacar. Hay motivos para el optimismo. A pesar de todos los problemas, Alberto sigue mejorando. Pero no darle los cuidados necesarios ahora podría resultar fatal.