ATHLETIC CLUB

Vestuario, afición y club quedan muy tocados con la enésima 'muerte' en la orilla del Athletic

El Athletic rozó la clasificación para la final de Copa, pero volvió a quedarse a un paso de la gloria por cuarto año consecutivo. El palo es más duro por la mala dinámica liguera.

Yuri se lamenta tras caer en la semifinal ante Osasuna./EFE
Yuri se lamenta tras caer en la semifinal ante Osasuna. EFE
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

Las últimas temporadas ha corrido por los grupos de whatsapp bilbaínos un meme que resume, de forma irónica, el ciclo de vida del aficionado rojiblanco. Comienza la temporada, el Athletic gana una serie de partidos y se ilusiona con Europa. Llega la Copa, los rojiblancos pasan rondas y llegan a semifinales. Más ilusión. Al final, se evapora el sueño de La Gabarra con una dolorosa caída copera (ya sea en la final o en la semifinal). Depresión y un cierre de temporada descafeinado. En agosto, vuelta a empezar. Y así van ya cuatro campañas.

Un año más se ha vuelto a cumplir este guion, a la espera de lo que suceda en las últimas 11 jornadas de LaLiga donde los de Ernesto Valverde deben recortar siete puntos con el Villarreal para asegurarse una plaza europea, el objetivo que el club se marcó de manera pública a comienzo de temporada. Y es que cabe recordar que la séptima plaza no dará acceso a competiciones europeas salvo que Osasuna, que celebra un hito histórico, caiga en la final de La Cartuja.

Con este panorama, es lógico que San Mamés fuese un funeral tras el pitido final, mientras los rojillos celebraban en el césped su clasificación con Pablo Ibáñez como héroe inesperado. El vestuario fue un reflejo de las gradas. Jugadores abatidos y caras largas. Los más veteranos, con Muniain y De Marcos a la cabeza, fueron los encargados de intentar levantar el ánimo, aunque ayer era un día de luto deportivo. Había mucha confianza en poder remontar la eliminatoria desde hace un mes cuando cayeron en El Sadar y en la cabeza de todos estaba jugar la final del próximo 6 de mayo.

Valverde analiza la caída copera.EFE

Iñigo Martínez no podía levantar la cabeza mientras recibían el aplauso de la Grada de Animación. Nico Williams, que ha tenido que cerrarse sus cuentas personales en redes sociales, recibía el aliento de su hermano y sus compañeros, e Iñaki Williams comparecía en rueda de prensa junto a Iker Muniain muy tocados.

"Es una pena. Una pena muy grande", consiguió decir el capitán. "Nos levantaremos otra vez, como hemos hecho en muchas ocasiones", también dijo. Ese es el punto. La sucesión de golpes que ha recibido este grupo, que perdió dos finales de Copa del Rey en abril de 2021, cayó en Mestalla el año pasado en la semifinal y ayer, pese a los merecimientos ofrecidos en los 120 minutos, volvió a tener que "tragar veneno", como decía Marcelo Bielsa.

A nivel institucional, el golpe también se ha sentido. En privado se hablaba de la importancia de conseguir una clasificación a la final como bálsamo al momento liguero y medicina a las dudas que el equipo viene ofreciendo tras el Mundial en Liga, donde solo han conseguido ganar dos partidos en San Mamés y han pasado de la cuarta posición a la séptima.

Asegurar la clasificación a la Supercopa significaba un pequeño, pero necesario, impulso económico y, a nivel social, permitía volver a ilusionar a la parroquia rojiblanca. La sensación que sobrevuela Bilbao es la de estar reviviendo la pesadilla. La misma historia de siempre. La de la manida falta de gol desde que Aritz Aduriz se fue apagando por el inevitable paso del tiempo. Eso sí, esta vez el equipo cumplió, fue superior, generó ocasiones y mereció la clasificación. Poco se puede reprochar a nivel futbolístico.

Calendario liguero

"LaLiga no espera a nadie". La frase de Iker Muniain es una de esos tópicos del fútbol, pero en este caso es tan obvia como real. Los rojiblancos tienen que afrontar en las próximas semanas partidos decisivos. El fin de semana viajan a Barcelona para enfrentar al nuevo Espanyol de Luis García, antes de recibir a la Real Sociedad en un derbi que puede ser un punto de inflexión.

Ganar los dos partidos sería una bomba de oxígeno para un vestuario y una afición muy tocadas, que ya duda hasta de querer volverse a ilusionar, como rezaba la canción de Argentina en el Mundial de Catar. Caer ante los donostiarras significaría la puntilla a este Athletic de Ernesto Valverde, que renovó hace mes y medio alejado de los objetivos marcados.

El Txingurri, que cayó por segunda vez en unas semifinales de Copa como entrenador del Athletic (la primera sucedió en 2005 ante el Betis, precisamente el año en que Osasuna disputó su primera final), por el momento ha esquivado las críticas. En el club hay plena confianza él y así se lo han hecho saber, pero a nadie se le escapa que si se mantiene la dinámica de los últimos meses y el Athletic no es capaz de luchar por Europa las dudas se dispararán en Bilbao.