OPINIÓN

En Donostia nadie se atreve a poner la tele para ver la final de Copa

Imagen de este viernes, de un balcón de San Sebastián con la bandera del Mallorca. /

Esta semana se ha cumplido el tercer aniversario de unas de las noches más especiales que ha vivido la hinchada realzale en la historia reciente de la entidad blanquiazul. Un 3 de abril de 2021, la Real Sociedad volvió a cantar el alirón después de más de tres décadas sin hacerlo. Y lo tuvo que hacer, dita sea, casi a escondidas, sin el apoyo de sus aficionados por culpa de una pandemia que impidió que Sevilla viviera una fiesta en blanco y azul. La familia realista se tuvo que conformar con celebrar la consecución de un título desde sus casas, sin montar mucho ruido por lo que pudiera pasar, sin poder recibir a su equipo como la ocasión lo merecía. Tuvieron que pasar más de 30 años para ver a la Real volver a saborear las mieles del triunfo y lo tuvo que volver a hacer en una de las peores épocas que se recuerdan.

Era como si la maldición de monsieur Comet, un francés afincado en Donostia y que había sido precursor del ciclismo local, siguiera vigente. El tal Julian Comet se sintió despreciado al ver cómo 'su' velódromo, ideado para la práctica del Club Ciclista de la ciudad, fue demolido para construir el añorado campo de Atotxa ante la nueva y pujante fiebre del fútbol que encarnaba esa flamante Real Sociedad. Por tal motivo lanzó una maldición: "La Real Sociedad nunca será campeona de Copa", un juramento que estuvo vigente casi 70 años hasta la inolvidable final de La Romareda de 1987, cuando Luis Arconada, con ese penalti detenido a Quique Ramos, le otorgó a la Real Sociedad el título de la Copa del Rey. Los más viejos del lugar todavía recuerdan cómo fue aquella celebración. Sin miedo a equivocarme, muy parecida hubiera sido la de esa Copa de 2021. Encima frente al eterno rival. Ganas no les faltaba a toda una generación de aficionados que ni tan siquiera habían visto a su Real cerca de ganar un título copero.

Una generación que vislumbra al fantasma de aquella antigua maldición en pleno siglo XXI. De lo contrario, no se puede explicar cómo la Real Sociedad no será uno de los contendientes en la final de una nueva edición de la Copa del Rey. Este sábado es el día en el que el 100% de los aficionados del conjunto blanquiazul se sigue echando las manos a la cabeza ante la oportunidad desperdiciada por su equipo de estar en una nueva final, que hubiera provocado, esta vez sí, un desplazamiento masivo hasta Sevilla. Lo impidió el Mallorca y una tanda de penaltis muy dolorosa con Mikel Oyarzabal, el especialista por excelencia, el que hizo posible que tres años antes la familia blanquiazul volviera a sentirse campeona con un lanzamiento desde los once metros, en el papel de villano por esa pena máxima desperdiciada. Tampoco debemos negar que sin él, no se hubiera llegado a esa última oportunidad y antes de ello, no es menos cierto que si Sadiq Umar hubiera estado más certero en la Isla, quizá la historia hubiera tenido un final muy diferente. El 'y si…' tan manido para estas ocasiones.

Pero de poco o nada sirve darle vueltas a algo que no fue. Los jugadores de la Real disfrutan ya de unos días de vacaciones antes de volver a Zubieta este lunes, mientras que en La Cartuja, Mallorca y Athletic lucharán por coger el testigo del Real Madrid, vigente campeón del torneo del KO. Al igual que los futbolistas blanquiazules, los aficionados también se cogerán unos días de asueto para desconectar más que nunca de ese mundanal ruido en el que se ha convertido el fútbol en general y, en particular, esta Copa del Rey. Muy pocos serán los que enciendan el televisor para seguir el partido en directo. No les va la vida en ello. Todo lo contrario. "Ya sufrimos suficiente viendo a la Real como para hacerlo viendo un partido entre dos equipos que no son de nuestro agradado. Como no pueden perder los dos, pues mejor no verlo". Este es el sentimiento de la hinchada realzale en general de cara a un duelo que no tendrá un seguimiento mayoritario en Donostia. "¿Final? ¿qué final?". Es otra repetida respuesta recogida últimamente por estos lares.

Un gesto de los jugadores del Mallorca que sentó mal en Donostia

El comportamiento de los jugadores del Mallorca una vez terminado el encuentro del Reale Arena no gustó entre los realzales, aunque tampoco a ellos les resultó de buen grado el gesto que tuvo Mikel Merino tras anotar el gol de la victoria en Liga. Se la tenían guardada Maffeo, Rajkovic, Radonjic, Jaume Costa y compañía. Pero la foto conjunta de varios mallorquinistas mandando callar, no solo al centrocampista navarro sino a los aficionados realistas, ha sido tomada como una falta de respeto, que hace que el Mallorca haya perdido buena parte del cariño que hubiera podido tener en su día. No todo, como demuestra la imagen que ilustra este artículo. Fue tomada este viernes y corresponde al balcón de un piso de Donosti. Su bandera con el escudo mallorquinista habla solo.

Y tampoco es que el Athletic, por decirlo de alguna manera suave, sea muy querido en la capital guipuzcoana. Esta es una obviedad y quien diga lo contrario, miente. No vale ni siquiera que una victoria del conjunto rojiblanco en la final de Copa favorezca las pretensiones de la Real de jugar la Europa League. "Me da igual jugar la Conference, la Intertoto o el interbares de Beraun". Así están las cosas. Sin olvidar, claro está, lo que supondría un nuevo título copero del Athletic en forma de martilleo continuo de imágenes por la televisión, la gabarra, la vuelta del mejor equipo de Euskadi…

Que no sería bienvenido un triunfo rojiblanco en Donostia es más que evidente. Y para muestra un botón. Imanol Alguacil, por ejemplo, no hace mucho prefirió esconder su verdadero parecer cuando se le preguntó sobre esta cuestión. Tras sonreír abiertamente, se limitó a responder: "Que gane el mejor". Una respuesta enigmática con muchas interpretaciones. El año pasado, en un contexto parecido, aunque con una Real mucho mejor posicionada incluso para clasificarse para la Champions League, para la que obtuvo una plaza, el entrenador de Orio fue claro y no dudó cuando dijo que quería que Osasuna, dirigido por su amigo Jagoba Arrasate, ganara la final de Copa ante el Real Madrid. La forma de pensar del oriotarra es la de prácticamente toda la familia realzale, que ha improvisado también varios planes para estar desconectado y uno de ellos será acudir al cine. Seguro que los 'Cazafantasmas: Imperio helado' será una de las favoritas. Al tiempo.