VIC 0 - ATLÉTICO 2

Los cinco minutos con Simeone y los 21 días en Vic que cambiaron la historia de la ciudad: "Ojalá no se hubiera acabado nunca"

El conjunto catalán vivió la noche de fútbol más mágica de sus más de cien años de vida.

Carrascal se saludó con Simeone. /DAVID PALLAROLS
Carrascal se saludó con Simeone. DAVID PALLAROLS
Marc Mosull

Marc Mosull

"Me gustaría mucho saludar a Simeone y a lo mejor le pediría estar cinco minutos sentado y hablando con él. Eso sería un regalo magnífico", dijo Ramon Carrascal, entrenador del Vic, en la previa de la eliminatoria de Copa en una entrevista con Relevo. Y así sucedió, pues, tal y como reconoció él mismo tras el encuentro se le cumplió el deseo: "Lo he podido conseguir. Ha sido muy amable. Antes del partido se ha dirigido hacia mí por mi nombre; nos conocía bien y nos tenía bien estudiados. Y al final ha accedido a hablar. Estoy muy contento".

No solo eso, pues, según desveló el propio Carrascal, Simeone, "que se comportó como todo un señor", entró en el vestuario del Vic para saludar también a los jugadores. Además, el técnico argentino no escatimó halagos para el conjunto catalán ante los medios. "Me encantó cómo jugó el rival, con la pasión, el compromiso y la intensidad que jugó. Me gustó verlo, me voy muy contento por cómo nos exigió. Luego apareció el penalti, pero mis felicitaciones para el rival. Me encantó", expresó en sala de prensa, todo un orgullo para Ramonet y la institución en el día más especial de su historia.

"Oblak me vino y me dijo 'felicidades, has estado enorme, lo has parado todo; toma, te la mereces'. Y me regaló su camiseta sin tan siquiera yo pedírsela", reveló con orgullo el portero Agustí Mora, figura del Vic ante el Atlético, que además también se llevó a casa la zamarra del portero Musso y de Julián Álvarez, autor de los dos goles. Como el de Simeone, el de Oblak es otro gesto que honra al conjunto colchonero y pone en valor la heroicidad de la UE Vic.

"Es el partido de nuestras vidas"

"Es el partido de nuestras vidas", de este modo, Enric Alcalá, el speaker del Vic, presentó el duelo de Copa entre la UE Vic y el Atlético de Madrid, el primer encuentro oficial de la historia del modesto club catalán, de sexta categoría, ante un equipo de Primera División. Poco antes, la afición vigatana recibió a sus jugadores como auténticos héroes, entre cánticos y bengalas de color rojiblanco que les hicieron sentir como un equipo profesional. Ni los más viejos del lugar recordaban un ambiente parecido en un partido de fútbol en el municipio. Los más jóvenes se pedían ver jugar a Julián Álvarez y Griezmann, y al final lo lograron, pues para ganar en Vic el Cholo tuvo que sacar toda su artillería, más de 100 millones en fichajes que entraron al verde en el segundo tiempo.

Nunca antes en esta ciudad del centro de Cataluña se había juntado tanta gente para ver un evento deportivo en un espacio cerrado: 6.300 aficionados, después de que la entidad instalará gradas supletorias en el estadio por primera vez en su historia. Por si a alguno se le había olvidado, lo recordó el técnico Ramon Carrascal a través de un mensaje que se emitió en el videomarcador del Hipòlit Planàs justo antes de que diera comienzo el encuentro: "Hemos pasado a la historia".

"No venía a ver el primer equipo desde que me traía mi abuelo, hace más de 20 años", comentaba un exfutbolista de las categorías inferiores del club desde la parte baja de la tribuna principal, la única que hay de hecho. Su compañero le explicaba que, esta semana, en su trabajo por primera vez se habló de un partido del Vic, un club sin demasiada trascendencia social en el municipio, mucho más de hockey fútbol que de patines. A su espalda, se veía una cegadora humadera procedente de las brasas del bar, donde se cocinaron más butifarras de las que nunca se habían asado en un partido.

21 días de ensueño

La locura por el encuentro en la ciudad y por conseguir una entrada arrancó hace exactamente 21 días, cuando el sorteo deparó que un subcampeón de Europa visitaría el Hipòlit Planàs. Según reconocía el propio entrenador del Vic, que es maestro de educación física, no fueron pocos las aulas que el jueves 10 de octubre detuvieron durante unos minutos las clases para escuchar en directo el sorteo realizado en las Rozas. Y como hace 19 años, el gordo cayó en Osona.

Fue entonces cuando se puso en marcha la maquinaria para recibir en Vic, en un estadio con un aforo habitual de poco más de 3.000 aficionados, a uno de los grandes del fútbol europeo. "Ahora ya está… hemos conseguido organizar todo con éxito, que no es poco. Ahora nos toca disfrutar del partido", reconocía un directivo del club osonenc horas antes del encuentro, tras quitarse un peso de encima.

Vuelta de honor de los jugadores del Vic. RELEVO

No es poco el trabajo que requiere un evento de esta magnitud: preparar las barras de bar, organizar las entrevistas, acreditaciones, gradas supletorias, contratar un Wifi en condiciones, una iluminación más potente para adecuarse a las exigencias de la RFEF y de la tele, personal de seguridad… algo desconocido en el club, que incluso contrató a un jefe de prensa de forma puntual. Sin ir más lejos, los propios jugadores, que no se lo creyeron hasta que este jueves rodó el balón, ayudaron a vender entradas en las instalaciones de la entidad al ver las interminables colas del primer día. Para este evento tan especial, se comercializaron bufandas y camisetas conmemorativas del encuentro, un objeto de colección para cualquier vigatà que se precie.

A juzgar por el resultado y tras 21 días de auténtico frenesí en las oficinas del Vic, el proceso fue todo un éxito. El propio Ramon Carrascal lo reconoció: "Queríamos que fuera una fiesta y lo ha sido. Estamos muy contentos. Ver el estadio lleno y como la ciudad y la comarca se ha volcado con el equipo en estos días es el mayor recuerdo que me llevo de todo esto", cerró el míster, que sintió "piel de gallina" cuando entró al césped.

David Busquets, Busi, que es el capitán del Vic lo confirmó; los últimos 21 días han sido de ensueño: "Ojalá no se hubiera acabado nunca. Veíamos colas de gente para comprar entradas que llegaba al otro del campo y se respirara un ambiente muy especial. Me gustaría que durara tres semanas más".