OPINIÓN

Guardiola tiene una semana por delante de trabajos forzosos

Guardiola, durante el partido ante el Arsenal. /AFP
Guardiola, durante el partido ante el Arsenal. AFP

Fueron cinco, pero pudieron ser más. Alguno más. El City de Guardiola, tan de Pep era en su reciente etapa, la más gloriosa de su historia, como lo es ahora que levita sobre la niebla futbolística, ha tocado fondo. Más abajo se antoja difícil caer. En octubre, perdió la Carabao Cup ante el Tottenham; ahora, tras salir goleado del Emirates, prácticamente, ha dicho adiós a la Premier a principios de febrero y en la Champions tiene más comida para alimentarse en la irregularidad de su inmediato rival, el Real Madrid, que en su propia despensa donde las estanterías están vacías. Por quedarle, siempre le quedaría la FA Cup, en la que, en la cuarta ronda, el sábado, horas antes del derbi madrileño, se puede estar jugando la temporada ante el Leyton Orient.

No sé cómo se podría explicar en inglés, ni tampoco en catalán, pero desde luego en castellano es muy difícil interpretar con cierta coherencia cómo este Manchester City ha podido perder todas y cada uno de las cualidades que le llevaron a ser un equipo de época. El Arsenal hurgó en la herida como si tuviera muchas cuentas pendientes y encontró todas las debilidades de un conjunto que ya no cree en sí mismo. Ni en lo que le dice el entrenador, ni en lo que los jugadores pueden poner de su parte. No todo se puede identificar con la ausencia de Rodri. El Balón de Oro era vital en la organización táctica del equipo en sus tres facetas: la defensiva, la creativo y la ofensiva, pero sería ruin imputar el desastre del presente a su desaparición de los terrenos de juego.

El Arsenal, el único equipo inmerso en la caza del Liverpool, era un enemigo idóneo para comprobar si la racha de seis partidos sin perder en la Premier y la clasificación de última hora en la Champions podrían haber incidido en una teórico mejoría de los hombres de Pep. Negativo. Todo lo contrario. Los de Arteta fueron descubriendo defectos y aprovechándolos según avanzaba el encuentro. El análisis de los cinco goles sirve para denudar a los citizen. 

En el primer tanto, pérdida de balón de Akanji en el borde de su área, tras un pase asesino de su compañero Stones. Segundo gol: pérdida de Foden cuando el bloque intentaba salir con el balón jugado. El pase interior fue directo a los pies de Thomas. Un error impropio del que la temporada pasada fue elegido mejor jugador de la Premier. Tercer gol: alfombra roja en área propia para Lewis-Skelly y mano blanda del portero Ortega, que pudo hacer más. Cuarto gol: mal pase de Kovacic, pérdida de Savinho y contra letal que pilla al equipo en inferioridad. Quinto gol. Cambio de orientación que recibe Nwaneri absolutamente solo. Savinho y Stones acompañan con la mirada el balón a la red.

Todas las carencias que puede tener un equipo de fútbol expuestas sobre el terreno de juego: falta de concentración, pasividad, desorden posicional, impotencia, pérdida de duelos, escasa agresividad, errores individuales y colectivos. A este City ya no le vale ni tener el balón. La suya es una posesión inocua, inofensiva. Fútbol parabrisas. Toques y toques sin profundidad. Sin esas aceleraciones que destrozaban defensas en la última línea. Cualquier acción es previsible. Por no haber, ante el Arsenal no se vieron ni esas maniobras tácticas de Guardiola que sorprendían al rival por la ocupación de los espacios y la versatilidad de determinados jugadores.

Un 1-4-2-3-1 ramplón. El último invento, Mateu Nunes, sufre metido en el lateral derecho tanto o más que lo puede hacer Lucas Vázquez. El tándem central: Akanji-Stones llora por la vuelta de Rubén Dias, mientras el último fichaje, Khusanov, se cura las heridas del tremendo error en su debut contra el Chelsea. Solo Gvardiol mantiene en el tipo en su infinita misión de hacer apoyos y coberturas a sus compañeros de línea. En el puesto de Rodri es donde más lamentos se escuchan. Kovacic no es un mediocentro puro por más partidos que juegue en esa posición y Bernardo Silva da la sensación de estar superado por la situación.

En la línea de mediapuntas, Pep colocó al otro gran fichaje, Marmoush, cerca de Haalland, a su espalda. Se le notó desubicado y quizás sorprendido de ver de cerca cómo hasta Foden es capaz de realizar partidos calamitosos. Con decir que Savinho fue el menos deficiente, se resume todo. Al menos el brasileño lo intentó.. Encaró, dribló, corrió, dio el pase del único gol al noruego... y terminó desdibujado y echando menos Girona. ¿Haaland? Pues a lo Haaland. Poco participativo, pero dispuesto a rematar lo que le echen. Los dos cambios, solo dos, inadvertidos. De Bruyne no está, pero se le espera en la eliminatoria contra el Real Madrid y McAtee todavía está buscando su posición en la pizarra. Grealish y Gundogan, ni un minuto-Tampoco el tercer fichaje, Vitor Reis.

El siguiente gran desafío de los de Guardiola será en el Etihad contra el Real Madrid. El compromiso copero contra un equipo de Tercera del próximo sábado, en teoría, puede servir como un entrenamiento, pero nunca como prueba para medir la última hora del equipo. El último examen fue contra el Arsenal y el resultado y el juego no pudieron ser más catastróficos. Si Pep consigue que los futbolistas que se pasearon como fantasmas por el Emirates compitan, al menos compitan, contra los de Ancelotti, habrá dado una muestra más de por qué se le sitúa entre los diez, o los cinco, mejores entrenadores de la historia del fútbol. Tiene una semana por delante de trabajos forzosos. Galera pura.