Un viaje secreto a Londres casi acaba con Luis Enrique a los mandos del Chelsea para cumplir su mayor sueño como entrenador
El asturiano visitó las instalaciones del club meses antes de firmar su contrato con el PSG. Su sueño de entrenar en la Premier sigue vigente.

El PSG de Luis Enrique vuelve al ruedo. Tras sentenciar la Ligue 1 con un colchón muy cómodo de jornadas y a un paso de levantar la Copa de Francia, el club parisino se centra en su único 'debe' como institución. La Champions es el más ansiado deseo de un equipo que, desde la entrada de Catar, ha sido confeccionado con un elenco de actores principales a la altura de las películas de Quentin Tarantino. En la temporada más 'austera' en lo que a megacracks se refiere, el PSG llega como el gran favorito, con respeto del Barcelona, para levantar la Copa de Europa. Para ello, el primer paso tendrá que darse en Londres, una ciudad muy especial para Luis Enrique.
Viajar a Inglaterra no es una salida cualquiera para el asturiano. Desde que comenzó su carrera como técnico, Lucho siempre ha tenido entre ceja y ceja ganar títulos en la Premier League. Contra el Arsenal de Mikel Arteta vivirá el ambiente de las grandes noches inglesas. Se da por descontado en una ida de semifinales de Champions. Para esta eliminatoria las sensaciones son muy diferentes a las que se vivieron el año pasado. Contra el Borussia Dortmund, también con la vitola de favorito y en semifinales , el PSG dio la sorpresa y fue eliminado. Aquel vestuario dista mucho del actual, y todo es gracias a la limpia que ha llevado acabo el asturiano.
Ya asentado en París, cada vez más animado a chapurrear el francés y con plenos poderes sobre la confección de la plantilla, Luis Enrique se ve capaz de todo. Atrás se ha quedado el primer año a los mandos del club, en el que vivió la lucha interna entre Mbappé y Catar mientras él trataba de hacer competitiva una plantilla muy viciada. Más atrás aun queda su época como agente libre, en la que recibió propuestas del Atlético de Madrid, Serie A e Inglaterra, su gran reto como entrenador.
Tras dejar la Selección después del Mundial de Catar (la RFEF le ofreció renovar antes del gran torneo y Lucho optó por esperar a la vuelta del país árabe, una vez España fue eliminada la Federación le comunicó que la oferta de renovación ya no estaba en pie), se tomó un respiro. Hizo deporte y pasó tiempo con la familia hasta estar listo para el siguiente reto. Entre las decenas de propuestas que recibió hubo una que le llamó la atención.

Equipo histórico de la Premier League, en el epicentro de Inglaterra, en Londres, con músculo económico para salir al mercado y una afición exigente. Era el Chelsea. Los Blues se pusieron en contacto con el asturiano, le hicieron llegar una oferta y le invitaron a conocer sus instalaciones. La cosa no quedó solo en un par de llamadas. Las negociaciones avanzaron, hasta tal punto de que Luis Enrique se plantó en Londres con su cuerpo técnico.
Querían ver las instalaciones del Chelsea, experimentar de primera mano las herramientas que tendrían a su disposición. También visitaron Stanford Bridge, uno de los estadios con más solera del mundo. Todo parecía encajar, pero la negociación no llegó al papel. El Chelsea tenía prisa por sentar en el banquillo a alguien con sangre joven, que revolucionase a un equipo de capa caída. El tener que tomar las riendas del proyecto a mitad de temporada no era algo que encajaba en los planes de Luis Enrique. Además, el teléfono no paraba de sonar.
Finalmente el Chelsea echó mano de un viejo conocido como lo es Mauricio Pochetino. Luis Enrique, por su parte, se dejó engatusar por el proyecto del PSG, que acabaría aceptando a finales de junio de 2023. Firmó un contrato de un año, porque no le gusta incumplir lo acordado. Esa temporada (el año pasado) supuso el inicio del nuevo PSG que se está viendo en la actualidad. Como Lucho se vio capaz de poder plasmar lo que quería en el equipo, renovó a finales de la pasada temporada y ahora se llena de razones al ver que fue un acierto. Eso sí, este martes vivirá las mieles de lo que supone una gran noche de fútbol para Inglaterra. Aunque sea de manera temporal (90 minutos) experimentará el gran deseo que le queda como entrenador.