El día más triste de Lopetegui, el vodevil del Sevilla

No era un día más en el Sánchez-Pizjuán. Los acontecimientos de los últimos días habían puesto el foco en Julen Lopetegui. Ni otra goleada encajada, esta vez ante el Borussia Dortmund (1-4) le quitó protagonismo al entrenador. Era su despedida, anunciada de antemano pese a que el club sólo se pronunció nada más terminar el partido. La imagen del entrenador en el centro del campo despidiéndose de los aficionados quedará para la historia. Y para que el Sevilla y sus dirigentes se piensen todo lo acontecido en este inicio de temporada.

La grada explotó contra el palco. "Directiva, dimisión" o "Pepe Castro, dimisión", qué más da. El hincha sevillista se encuentra perdido. Sin rumbo, como también desprenden las decisiones de sus dirigentes. Un casting interminable y casi televisado. Una permanencia de Lopetegui en el banquillo que nadie entendió y que sólo sirvió para que el entrenador recibiera el último aplauso de la que ha sido su afición. Un vodevil esperando a Godot.

El entrenador del Sevilla se debería haber ido tras acabar la pasada temporada. Los buenos deseos que transmitieron tanto el club -Monchi- como el preparador vasco fueron palabras al viento. Efectivamente, alguna cuota culpa acumula Lopetegui en este paupérrimo inicio de campaña -sólo una victoria en diez partidos-, pero la sensación es la de un gran entrenador que ha sido devorado por las circunstancias. También habrá quien exponga que no alzó la voz como debía en su momento, al menos de manera pública. Y todos tendrán razón, pero el dañado será el Sevilla.

Que ya sea habitual esas protestas al palco, personalizadas sobre todo en su presidente, José Castro, no deben rebajar su importancia. El Sevilla, un club que presumía siempre de adelantarse a los acontecimientos, lleva tiempo que llega tarde a todo. Y la grada, siempre más sabia de lo que algunos consideran, detecta rápido los problemas de mando. No son tiempos fáciles para los dirigentes, como nunca lo son cuando no funciona el apartado deportivo, pero también se hace necesario que el todo el club vaya a una y no cada uno con la guerra por su cuenta.

Seguro que lo firmaría cualquier aficionado del Sevilla. Ramón, ¿qué está pasando? El más respetado de todos los sevillistas tiene confundido a los suyos. Cuando llegó la hora de traspasar a Diego Carlos y Kounde, los dos pilares de los éxitos de los últimos años, el aficionado estaba tranquilo. "Monchi se sacará algo de la chistera", se decían unos a otros para calmarse. Pero el paso de los días ha dejado perplejo hasta al más optimista. Ya no se sabe si es problema de dinero, de tiempo o de modelo de negocio. Pero Monchi, vuelve.

Los argentinos de este Sevilla. Acuña, pieza clave en el pasado, sigue desaparecido; Montiel apareció ante el Dortmund, después de semanas en el ostracismo; Lamela, sigue a lo suyo, un fútbol más efectistas que efectivo; y el Papu, que ha sido noticia por unas declaraciones impropias más que por su nulo rendimiento desde hace meses. En el último partido de su etapa en el Sevilla, Lopetegui los dejó fuera a todos del once inicial. Quizá un mensaje.

El Sevilla aguarda a despedir a Lopetegui como merece uno de los mejores entrenadores de su historia para anunciar a su sustituto. Jorge Sampaoli, el de Casilda. Puerta grande o enfermería es el diagnóstico de sevillistas con pedigrí. Se confía en las dotes agitadoras del entrenador argentino para revitalizar a este cadavérico Sevilla. Si al menos su llegada ha sido de consenso servirá para apaciguar los ánimos de manera interna. Dos días tendrá para cambiar la imagen de su equipo antes de recibir al Athletic Club de Ernesto Valverde. Empezar con buen pie se antoja indispensable para serenar la vida en Nervión.