Trece años después, el Inter se mete en la final de la Champions

Mayo, Milán, Giuseppe Meazza, barrio de San Siro. El partido más importante entre Inter y AC Milan en 20 años. En la ida, los triunfadores fueron los 'nerazzurri' y eso se veía en el ambiente en el estadio, con unos hinchas que se metían en el partido desde el minuto cero. El espectáculo estaba asegurado, pero cuando terminase el encuentro, algunas familias se habrán ido a dormir enfadadas, hermanos entre ellos, padres e hijos, abuelos y nietos. Una ciudad dividida, un solo resultado final.

 

Los primeros 15 minutos de encuentro demostraron por qué nos estábamos enfrentando a un partido de élite, de altos vuelos. Los jugadores de ambos equipos no dejaban una pelota por perdida, se tiraban a todas, el Milan tenía la obligación por ir dos goles abajo en el global, pero el Inter buscaba más ventaja. Los porteros eran protagonistas y el espectador neutro disfrutaba. Lástima que eso duró los primeros 15 minutos, porque después, el partido, se apagó. Los jugadores fueron bajando el ritmo a medida que el cronómetro corría y el Inter controlaba el ritmo del juego, hasta que llegó Lautaro para definir el partido y la eliminatoria. El equipo de Inzaghi ha sido justo vencedor y tiene su lugar asegurado en la gran final de Estambul.

Este mítico estadio parece tener los días contados y hay que disfrutarlo. Alejado de las típicas nuevas infraestructuras, el coliseo milanés, remodelado para el Mundial de Italia 90', tiene una arquitectura diferente, propia, peculiar. Ningún estadio del mundo se parece a este y por algo es especial. Inter y Milan están valorando construir uno nuevo propio y puede ser que hoy hayamos vivido el último derbi de Milán en Champions en este feudo.

Muchas veces ponemos el acento en el físico, otras veces en lo táctico, algunas en la clarividencia de cara al gol, pero pocas veces nos paramos a hablar de la calidad de los futbolistas propiamente dicha. Porque la gran diferencia entre Inter y Milan es la calidad de sus jugadores. Porque Barella, Calhanoglu y Mkhitaryan (aunque se fue lesionado y entró Brozovic) controlan por sí mismos el mediocampo, algo que le cuesta más al Milan con la dupla Tonali-Krunic y la ayuda de Brahim, que está para otras cosas. Además, no es lo mismo jugar con Lautaro-Dzeko que tener a Junior Messias. Leao, mermado físicamente, seguía haciendo diferencias, pero no era suficiente para desnivelar el encuentro.

Está a un nivel superlativo, con confianza en lo físico y eso se traslada a lo que hace en el campo. Tira desmarques en largo, en corto, recibe de espaldas, salta, presiona y apoya a sus compañeros en defensa. ¿El gol? A veces llega, a veces no, porque no depende solo de él, pero todo lo que le da al equipo es muy importante para demostrar que el equipo tiene que estar organizado alrededor de él. Y si cuando el equipo más lo necesita, acierta de cara a puerta, el argentino pasa a otro nivel. Lautaro Martínez quiere levantar la Copa de Europa y emular a su compatriota, Javier Zanetti.

Esperaba más del entrenador del Milan. No porque su once no fuera interesante, porque la inclusión de Junior Messias era una declaración de intenciones, pero no funcionó. En mi cabeza, cuando vi el once, pensé que meter al brasileño servía para que Leao no estuviese tan vigilado, pero ni uno ni otro entraban en juego. Al portugués lo esperábamos todos, pero era obvio que no estaba físicamente apto para un partido de este nivel. Y Pioli, al ver todo esto, no movía el banquillo. Pasaba el tiempo y los problemas eran los mismos, pero pasada la media hora el único cambio fue el de Kalulu por Thiaw. El Milan murió en el campo y también en el banquillo.

Del Inter de Mourinho al Inter de Inzaghi. Trece años después, los 'nerazzurri' pueden volver a reinar en Europa y ganar una Champions. No lo tendrán fácil, porque esperan Real Madrid o Manchester City, pero aquella noche del Bernabéu estaba enfrente un súper grande de Europa, el Bayern Múnich y los dos goles de Diego Milito pesaron más. Hoy en el Meazza volvimos a aquellas noches mágicas con el portugués, a aquellas semifinal ganada contra el Barcelona de Guardiola. El club 'nerazzurro' volverá a vestirse de gala, esta vez en Estambul y nadie le va a quitar el sueño de ganar la cuarta 'Orejona'.