ATLÉTICO 1 (2) - REAL MADRID 0 (4)

El Real Madrid se guarda su último hechizo para echar al Atlético en una tanda de penaltis dramática

El equipo de Ancelotti consigue el pase a cuartos en una tanda en la que batieron con la máxima crueldad a su rival capitalino.

El Real Madrid, celebrando su triunfo en el Metropolitano./EFE
El Real Madrid, celebrando su triunfo en el Metropolitano. EFE
Rodra P

Rodra P

Ambiente hostil. El cielo estaba rojo, bengalas, se escuchaban petardos, insultos, gritos. Había un derbi en Madrid, por Europa. La marabunta entraba al Metropolitano revuelta de emociones. Nervios, rabia, expectación, dolor de estómago. Ya sólo faltaban dos minutos para el inicio… y los jugadores del Real Madrid estaban tan tranquilos en la banda, echándose 'vip vaporub' en sus camisetas, como si lo que jugasen no fuese la Champions, sino un partido entre colegones. A los 27 segundos el Atlético marcó el primer gol.

A los 28 empezó otro encuentro. En el que al Real Madrid le pareció dar igual lo que les pasaba por delante y los locales se fundían con la grada como si fueran juntos un sándwich mixto. Fueron unos primeros cuarenta y cinco minutos de puro flipe. Los de Ancelotti compitieron con las pulsaciones a cero. Yo pensé que esto sería una trampa. Pero aún no sabía para quién.

Ancelotti: "Nunca hemos estado fuera a lo largo de la eliminatoria". RMTV

El Atleti lo tenía donde quería. Pero enfrente caminaba un muerto viviente. Del ímpetu rojiblanco, dominante durante buena parte del choque, el Madrid iba sobreviviendo a base de trucos. El mejor lo firmó Mbappé, provocando un penalti que removió las placas tectónicas de nuestra Comunidad en el minuto 70. Vinicius le chutó a un aficionado y a partir de aquel instante ya no se vivió: se sufrió como un ataque de nervios.

Los futbolistas, todos bajo mínimos, iban cayendo lesionados, como si maldijeran el calendario. En el Atleti crecía Reinildo y en el Madrid Fede Valverde y Jude Bellingham. Nadie sabía cómo, si apenas podían moverse, y seguían pidiendo el balón, hasta llegar a la prórroga.

De la prórroga llegaron los penaltis. El partido ya era una película de terror. Y el Madrid salió con todos los ases en su baraja. Mbappé enfiló el primer gol, tan afilado él. Después Sorloth, luego Bellingham, con sendos golazos. Y después ocurrió lo de Julián. ¡QUÉ OCURRIÓ! Marcó un golazo por la escuadra y el staff técnico del Real Madrid saltó como loco: ¡HABÍA TOCADO DOS VECES EL BALÓN CON SU PIERNA DIESTRA! Y el propio Madrid lo anuló. El Madrid estaba en ventaja, dependía de su mano. Fede marcó, a punto estuvo de fallarlo Correa y luego apareció Llorente, con la camiseta mitad blanca y mitad rojiblanca, para fallarlo de nuevo como si fuera Juanfran. Y otra vez Rüdiger, para patear el último lanzamiento con el máximo suspense… y hacer gol, llorando, pero de felicidad los blancos. Quien nace verdugo, muere verdugo.

Simeone sobre el penalti de Julián Álvarez: "Que levante la mano quien crea que la tocó dos veces". ATM

El factor Gallagher

El 'Cholo' Simeone hizo su fontanería. Pero esta vez antes de que empezara el partido, por eso de pillar al resto más desprevenidos. Introdujo dos cambios en el once: Reinildo por Galán y Gallagher por Samu Lino. Una declaración de intenciones de no se sabía muy bien qué, comentaban los aficionados atléticos antes de entrar a su feudo. En la primera parte, en el primer minuto, ya lo supieron.

Conor Gallagher surtió el efecto de un caballo desbocado. Con ese nombre, también os digo, es muy fácil hacerlo. Fue un elemento decisivo el británico, que abrochó el marcador para igualarlo desde el principio. Enfrente, Ancelotti se decidió por Luka Modric en el centro del campo. Cuestión de prioridades. El nervio de Simeone contra el seso/la pachorra/la especulación/el hechizo de 'Carletto'.

Julián valió más que la BMV... hasta la tanda de penaltis

Al inicio de la temporada Rodrygo se molestó por no salir en la BMV, el acrónimo para conjugar a Bellingham, Mbappé y Vinicius en el mismo tridente. A estas alturas de curso, ninguno de la BMV está al nivel de Rodrygo. El mejor, y también el único del Real Madrid en el Metropolitano.

Por parte de los locales, Julián volvió a ser su puntal en ataque. Su referente, su símbolo. Justo lo que necesitaba el Atlético de Madrid. Un futbolista tan buenísimo que le admiran hasta sus rivales, es imposible de odiar. De su duelo ganado a Asencio se cocinó el gol de Gallagher y de su entrega, su talento y su pillería la candidatura de este equipo colchonero y campeón. Casi campeón.

El penalti de Vinicius

En el minuto 70 del derbi ardiente del Metropolitano no ocurrió un penalti, se vivió una novela. Los dos mundos, el madridismo y el antimadridismo, chocaron en un lanzamiento al limbo de Vinicius Júnior, que recordó el penalti fallido de Sergio Ramos contra el Bayern de Múnich, aún por los aires de la capital.

La pena máxima la provocó Mbappé, en una jugada de lo que es: un crack absoluto que a veces ni aparece, que no salta a entrenar el día de antes, pero que nació justo para eso. Como quien termina su tarea y se siente el 'putoamo', se apartó para que el balón lo agarrara Vinicius, y el penalti lo lanzara a él.

El penalti no sólo suponía unos cuartos de Champions, era el odio contra Vini y Vini contra él. Y el astro lo resolvió como el resto de los mortales harían: disparando directamente a la grada del Atlético de Madrid, donde todos le insultaban, y alguno se llevaría un pelotazo. Que al final rebotó. Hasta los cuartos de Champions.