Ancelotti tenía razón

Los trámites suelen dar dolor de cabeza. El papeleo es tedioso. Incluso para este Real Madrid ganador casi por costumbre. En Leipzig, con la clasificación para octavos en el bolsillo y con el único estímulo de lograr un punto para pasar como primero, se distrajo y cuando quiso reaccionar estaba desabrigado y con la ventanilla cerrada. Ahora se ve exigido a certificar el liderato del grupo en el último partido ante el Celtic.

A Alemania uno siempre tiene que ir tan estimulado como protegido. Si en la maleta faltan alicientes y prendas, es probable que no regreses con buenos recuerdos. Si no hay, además, dosis de maña (Modric), de fuerza (Valverde) y un dedo que señala el camino (Benzema), la cosa se complica más. Eso es lo que le sucedió al Madrid frente a un enorme Leipzig. Ancelotti tenía razón: el tropiezo iba a llegar porque no son invencibles. Los alemanes salieron como liebres, rápidos y con intensidad en la presión. Necesitaban los tres puntos como oxígeno. Y en 17 minutos sorprendieron a los de Ancelotti, otra vez en Babia, con un cabezazo al mentón de Gvardiol y un zurdazo de Nkunku.

Los blancos reaccionaron, el partido se convirtió en un correcalles, Vinicius dio esperanzas al principio del descanso pero Werner, en el 80', cerró la persiana. El gol de penalti de Rodrygo en el 93' sirvió sólo de maquillaje. Primera derrota de la temporada del Madrid, que deja Alemania constipado y con un toque de atención.

El partido de Gvardiol reveló que estamos ante un central que puede presumir de lucir todos los atributos de los escogidos en ese puesto. Anticipación perfecta, buena colocación, enorme presencia, gran capacidad de recuperación y, esta noche, ha sacado a relucir además oportunismo. Abrió el marcador con un cabezazo por estar en el sitio adecuado y en el momento justo. El rechace de Courtois a disparo de André Silva le cayó al croata y batió al portero madridista. Fue su primer gol en la Champions. Con 20 años y 276 días se convirtió en el segundo goleador más joven del Leipzig en la competición. Media Europa está vigilándole, aunque es el Chelsea el que lo tiene muy encauzado. Imponente.

Las alas del Leipzig nacen en la espalda de Nkunku. El francés es uno de esos delanteros nacidos para agitar y dar problemas. Un tormento. Ya lo demostró en el Bernabéu, cuando le dio hasta tres sustos a Courtois, y lo confirmó en Alemania. Intrépido y rápido, descosió en el primer tiempo a la defensa del Madrid con sus desmarques y acometidas. Hizo el 0-2 tras aprovechar un fallo en el despeje de Tchouameni, antes pudo hacer alguno más y después capitaneó varias contras que pudieron sentenciar el encuentro. Su papel es crucial en este Leipzig vertical de Rose y verle es siempre asistir a una película de entretenimiento. Por él pasó todo. Qué poco tiempo va a durar el francés en el Leipzig. Le renovaron sólo para bajarle la cláusula. Su nombre ya está apuntado en las agendas de los grandes. Como sucede con Gvardiol, el Chelsea le tiene a tiro de lazo.

Ancelotti sorprendió con la alineación de Rüdiger como lateral izquierdo (Nacho salió de inicio como central) y necesitó dos cubos de agua helada y de realidad para desandar el camino y rectificar. Porque, como bien apuntó @boli_UT, el Rüdiger central tiene todas las virtudes que le faltaban al Rüdiger lateral. Cuando el alemán estaba en la banda, el Leipzig aprovechó los desajustes para hacer jirones. Fue ubicarle en el centro de la defensa y aparecer ese jugador con seguridad en sí mismo y defensivamente muy poderoso. Una de las conclusiones que ha dejado el partido de esta noche es que Rüdiger debe jugar al lado de Militao. Alaba, ya se puso de manifiesto cuando Ancelotti tiró de él, no es el Alaba de la temporada pasada: volvió a quedar retratado como lateral. Le cogieron la espalda y Werner acabó sellando el encuentro. Al austriaco le va a venir bien el descanso del Mundial...

A Alemania no se puede ir a contemplar el paisaje como hizo el Madrid. No es bueno vivir al límite según en qué escenarios. Y si enfrente te encuentras con un anfitrión necesitado y con la verticalidad del Leipzig, la factura es elevada. Los de Ancelotti, que 'inventó' con Rüdiger en el lateral izquierdo, se dejaron la tensión defensiva en el vestuario y lo pagaron. Su falta de contundencia retrató. En el primer gol, tras un córner, Asensio se mostró excesivamente contemplativo con André Silva,. El portugués cabeceó y el rechace de Courtois le llegó a Gvardiol, que hizo el primero (12'). Cinco minutos después, Nkunku, un diablo, aprovechó un error clamoroso de Tchouameni a la hora de taponar el balón para hacer el segundo de tremendo zurdazo.

La falta de firmeza atrás le abrió vías al Leipzig, que sorprendió con una sucesión de ocasiones constantes y desfiguró al Madrid con dos goles en solo 17 minutos. El equipo blanco reaccionó. Ancelotti colocó a Rüdiger de central y Nacho de lateral, las constantes atrás se estabilizaron y los madridistas se adueñaron del partido. No fue suficiente. Fue nadar a contracorriente porque el Leipzig supo guardar la ropa. Ancelotti tiró de Alaba en busca de mayor profundidad arriba pero se encontró con balas silbando a su espalda: quedó en evidencia en un ataque del Leipzig y los alemanes cerraron el partido. El Madrid arrancó con una siesta y acabó con las sábanas pegadas.

"A falta de Benzema, tú". No jugó el francés y Vinicius fue corriente continua, el único que le puso algo de chispa. Aunque no fue suficiente. El brasileño, como dijo Ancelotti ayer, no se cansa e intentó tirar del Madrid con 'eneryía'. Con el equipo nadando río arriba fue el mejor, junto con Courtois, y con él vino un intento de cambio de paisaje. Primero con sus sacudidas arriba, luego con el gol de cabeza, poco ortodoxo, tras una gran jugada de Asensio para recortar distancias. Vini volvió a dar fe de que su proceso de maduración del juego va completándose, aunque volvió a reflejar que le quedan cosas por pulir. Falló dos ocasiones que le pudieron dar color al Madrid. Sin Benzema, debe mostrar más el pecho.

Asensio ha aprendido que la vida es más llevadera si uno no opone resistencia a lo que sucede y, a cambio, adapta sus velas para ir a favor de viento. Después de aquel arrebato ante el Mallorca, lanzando el peto al suelo al ver que no iba a entrar al campo, el balear dejó la rebeldía para tirar de implicación y convertirse en un exprimidor de minutos (hasta Leipzig, dos goles y una asistencia en 127"). Ancelotti ya manifestó que merecía más protagonismo aunque la altura que han cogido Valverde y Rodrygo le ha hecho sombra. La baja del uruguayo (y de Benzema) le abrió la puerta del once en Alemania y apareció una versión más afilada y participativa (suya fue la asistencia a Vinicius) que alternó con ciertos tramos de desaparición transitoria. En cualquier caso, con el Mundial a menos de un mes, este cambio de actitud es el mejor camino para llegar bien a Catar.