OPINIÓN

El Atlético sabía cuándo, cómo y por dónde

Saúl y Griezmann, junto a Javi Galán, dos de las claves de la victoria rojiblanca en el derbi. /EFE
Saúl y Griezmann, junto a Javi Galán, dos de las claves de la victoria rojiblanca en el derbi. EFE

El Atlético detectó pronto, muy pronto, cuándo y por dónde se suele desangrar el Madrid. Salió con la lección bien aprendida. Era cuestión de supervivencia. Los primeros minutos y las bandas eran los puntos marcados. Simeone repitió una y mil veces a sus hombres que los de Ancelotti suelen salir al campo con la empanada y les recordó que Kubo, en el partido contra la Real Sociedad, sembró el desasosiego por los costados. Y así, de salida y por las bandas, comenzó a sembrar su victoria.

Perder con tres goles de cabeza dice muy poco sobre un equipo que aspira a ganar todo lo que juega. Saúl y Lino se adueñaron de la banda izquierda, mas constantes, más profundos que Llorente y Molina por el otro lado. Los laterales blancos, Lucas y Fran García, quedaron retratados hasta el punto de que su entrenador les quitó a la hora de juego, pero no se deberían olvidar las responsabilidades de los que les tenían que echarles una mano, para que no tuvieran que vivir siempre en un dos contra uno. Valverde y Kroos/Camavinga se olvidaron de que el fútbol es un juego colectivo y que en situaciones extremas tienen que remangarse en defensa... por mucho que lo bonito y lo que les guste sea atacar.

Los Ancelotti, Carlo y David, se habían currado el once para el derbi. Por algo son italianos. Buscaban algo. Más balón. Más posesión. Joselu al banquillo, Modric y Kroos, dentro. De los dos delanteros y un media punta, a los dos 'enganches' y una referencia. No se pudo observar lo que intentaban los técnicos blancos con esa maniobra, porque el Atlético les cambió el paso a los cuatro minutos y, por si quedaba alguna duda, por segunda vez a los 18. Si Rudiger, Alaba y Camavinga salen estáticos en las fotos de los tres remates, no estaría de más revisar con la tranquilidad que sacaban los centros los Lino, Saúl y compañía.

La estadística anterior al partido indicaba que el Atlético no necesitaba tener mucho el balón para materializar sus ocasiones. Lo volvió a demostrar, aunque volviera a jugar con fuego en su afán por defender tan bajo cuando el rival le aprieta. Prácticamente al borde del área. y cediendo descaradamente la iniciativa del juego. Mejoró en este aspecto en la segunda parte y de ahí que el Madrid no dominara con la misma intensidad que en el último cuarto de hora del primer tiempo.

En ese Atlético que sabía lo que se jugaba cara a la clasificación destacó sobremanera un hombre: Saúl. No solo por sus dos centros de gol. Ocupó una amplia zona de influencia y siempre que tuvo el balón en sus pies supo qué hacer con él. Pausa y aceleración según le convenía a su equipo y mucho trabajo defensivo en su duelo particular con Modric. Simeone, casi sin proponérselo, se ha encontrado que puede contar con un centrocampista más que, sobre todo, en el aspecto ofensivo. Sabe llegar sin estar. Y maneja bien los tiempos de los centros y los movimientos de sus compañeros de ataque, principalmente Morata.

Solía decir Di Stéfano que le irritaba que los periodistas escribiéramos que los defensas tenían pasividad. "Si no llegan es que no llegan...". Pues eso es, precisamente, lo que les pasó a sus defensores. Desde la pasividad... no llegaron.