La Selección, 'a lo bajini' pero 'a lo grandini'

Ahora, sí. Esta vez sí hay motivos para disparar la euforia. Al menos por lo visto sobre el terreno de juego ante Italia. Del futuro ya habrá tiempo para escribir y para hablar, pero la actuación de España en este segundo partido de la Eurocopa ya no nos lo quita nadie. Es muy difícil hacerlo todo tan bien. Todo. A lo bajini, como le gusta decir a Nico para emular a su hermano Iñaki, pero a lo grandini. Impresionante demostración futbolística. En defensa, en ataque, en la creación, en la presión, en el remate... Sí, también en el remate. Si la Selección solo marcó un gol, no fue porque no ejecutara con atino la mayoría de las ocasiones que creó, sino porque enfrente había un guardameta que hizo ocho paradas de gol, además de un disparo a la escuadra y un balón sacado de debajo del larguero.
El senado de técnicos de la UEFA decidió que Nico Williams fuera el mejor jugador del partido. Justo. Justísimo. Pero también lo hubiera sido si el elegido hubiera sido un Fabián inconmensurable o un Cucurella eléctrico. Complicado encontrar una grieta en el solvente equipo de De la Fuente. Hasta los cambios tuvieron su razón de ser y sirvieron para mantener el nivel físico y la agresividad que exigían los últimos minutos del encuentro.
La ocupación de los espacios de este equipo comienza a ofrecer sus frutos. Atrás una línea de cuatro que que protege sobre todo la franja central y busca en la anticipación su mejor seña de identidad. En la zona de creación, el escalonamiento de Rodri, Fabián y Pedri permite mandar en tres alturas del juego. Fabián, omnipresente, protege a Rodri y alimenta a Pedri. Su despliegue físico solo puede ser comparada con la aportación técnica. Baila con el balón en los pies. Controles, fintas, regates, sentido de la profundidad. Y, arriba, en la zona de finalización, los extremos marcan la diferencia. Contra Croacia apareció más Lamine Yamal; contra Italia, Nico.
Aunque no se marcaran tres goles, el partido contra Italia eclipsó el de Croacia. Esta vez, además de los puntos, España sí sometió al contrario y fue mejor que su rival en todas las medidas y en todas las facetas de juego. En la posesión del balón, en los remates a puerta y fuera, en los pases... hasta en faltas. Un partido de esos que hay que guardar para verlo cuando la depresión camine por tu orilla o tu equipo haya perdido cuatro partidos seguidos.